Han resultado una ilusión las expectativas de que al puesto de nuevo secretario general de la ONU sería elegida una dama del este de Europa. Ha sido elegido oficialmente al puesto el portugués, Antonio Guterres. Se asegura que en el último momento, Rusia habría decidido respaldar al luso en vez de elegir entre varios pretendientes del Este de Europa. El desenlace ha provocado decepción en Bulgaria. Es un tema sensible para los búlgaros, ya que entre los contendientes de Europa del Este había no una, sino dos compatriotas suyas. Esta circunstancia se acogía con bastantes reservas y hasta llegó a provocar un comentario irónico en el sentido de que mientras continentes enteros no tenían candidato propio a la secretaría general, Bulgaria contaba con dos.
Surgió una situación complicada, en la cual el Gobierno nominó primero a la secretaría general de la ONU a Irina Bókova, directora general de la UNESCO y, después, cambio su candidatura por la de la comisaria europea, Kristalina Gueorguieva. Bókova, empero, no desistió de la lid y, sin respaldo del Gobierno, se clasificó en el cuarto puesto, mientras la candidata oficial del Ejecutivo, Gueorguieva, se situaba en el octavo. El cambio provocó reacciones contradictorias entre las fuerzas políticas. En un principio fueron oponentes básicos al mismo los izquierdistas PBS y ABV, pero tras el desenlace definitivo, que coincidió con el comienzo de la campaña electoral de cara a las presidenciales en Bulgaria, el número de los críticos se multiplicó y esto radicalizó las relaciones políticas en el país.
Es que el cambio de la candidata hoy ya tiene sus impugnadores hasta en el seno del partido gobernante, GERB. Tsvetan Tsvetanov, vicepresidente de este partido, ha reconocido desganado que, “todos quizás tenemos hasta cierto punto la culpa por no habernos consolidado y actuado unidos en torno a nuestra nominación”. El intercambio de invectivas se volvió tan violento que movió al jefe de Estado, Rosen Plevneliev, a clamar por una contención en proferir ofensas y palabrotas porque ambas candidatas por Bulgaria habían actuado dignamente. Su exhortación, sin embargo, de poco sirve en medio de una situación de hostilidad frente a la cual el propio primer ministro Borisov asegura que Irina Bókova ha actuado con “descaro” siguiendo en la carrera después de retirar el Gabinete su respaldo a su candidatura. En medio de la nueva situación política interna, el Partido Socialista Búlgaro y el partido ABV, ambos de izquierdas, reclaman la dimisión del Ejecutivo no sólo por la candidatura de Gueorguieva, sino también por haberse retirado ésta del puesto de vicepresidenta de la CE. También exige la dimisión del Gobierno el Movimiento por Derechos y Libertades. Es probable que los sucesos más recientes aceleren e incluso amplíen las consultas iniciadas para promover moción de censura al Gobierno. Krasimir karakachanov, candidato a presidente por la formación nacionalista integrada por el Frente Patriótico y Ataka, también clama por pedirles cuentas al Gabinete, pero tras las elecciones.
Al verse blanco central de las críticas, el primer ministros Borisov rechaza con nerviosismo las peticiones de dimisión y achaca el fracaso de la candidata búlgara a haber abandonado las grandes potencias mundiales, la idea de que al puesto de secretario general de la ONU sea elegido un político del Este de Europa. En su terquedad por justificar la decisión del Gobierno, el primer ministro lanzó algunas aseveraciones que están provocando perplejidad.
Ha dicho que nos engañamos profundamente si consideramos que el candidato por Bulgaria es de importancia sustancial, puesto que en lo concerniente a quién presidiría la ONU deberían ponerse de acuerdo los rusos y los norteamericanos. Así ha hecho que la gente se pregunte, por qué entonces Bulgaria hizo primero la nominación de un candidato y, luego, la de otro, si esta decisión ha sido independiente y soberana y a qué precio se ha tomado.
Ha resultado inoportuno también el recordatorio que Borisov hizo de que Bókova proviene del seno de una familia comunista. Este origen, sin embargo, no le impidió acceder al puesto de directora general de la UNESCO, ni fue óbice para que el Gobierno hiciera primero su nominación.
Los impugnadores más virulentos del Gobierno destacan con sorna y mordacidad que asociaciones al pasado comunista también se pueden hacer respecto a Kristalina Gueorguieva y hasta en lo tocante a Tsetska Tsacheva, candidata al puesto de presidente de Bulgaria por el partido gobernante.
Lo que resulta es que de la carrera por el puesto de nuevo secretario general de la ONU todos en Bulgaria salen perdiendo. Irina Bókova se clasificó segunda pero abandona la liza humillada por las invectivas lanzadas en su contra en su propia patria. Habiendo accedido a ser segunda candidata por Bulgaria en aras de oportunidades mayores, Kristalina Gueorguiva, por su penúltimo puesto también ha sido blanco de críticas en su patria, y no sólo de tales, sino también de exhortaciones a que dimita de su puesto en la CE.
El desenlace ha agudizado las críticas a los gobernantes, y los ciudadanos se sienten ofendidos y humillados. Hay que decir, si esto pudiera servir de cierto consuelo, que hace honor a todos el hecho de que nadie ha cuestionado las cualidades de Antonio Guterres, el candidato vencedor en la lid por el puesto de secretario general de la ONU. Es un hombre, y no, como se esperaba, una mujer, no es del Este de Europa, sino de Europa Occidental, pero es acogido con simpatía como representante digno de un país amigo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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