“El atardecer de una ideología” es el nombre de una exposición que evoca el pasado reciente de Bulgaria en el marco de la serie “El otro ojo”. La organizadora es la Pinacoteca Municipal de Sofía. En el marco de esta serie, los gerentes de la citada galería de arte suelen invitar, cada dos años, a curadores exteriores que no sean críticos de arte, ni artistas del pincel. El objetivo es que estos invitados se familiaricen con el fondo de la Pinacoteca y sugieran su propio tema. De esta manera han sido invitados a hacer su propio proyecto Gueorgui Lozanov, hasta no hace mucho presidente de la Unión para Medios Electrónicos, y el escritor Gueorgui Gospodinov. Los directivos de la galería han trabajado junto con los dos durante un año para que los dos pudieran examinar detenidamente el fondo y ofrecer su tema. Así llegó a ver la luz la muestra “El atardecer de una ideología”.
Adelina Fileva, directora de la Pinacoteca Municipal de Sofía, cuenta: “El objetivo apuntaba a mostrar todo lo que ocurría al término de la jornada laboral. No se trataba del trabajador, del hombre ensalzado por sus proezas en la época del socialismo, sino del individuo moderado que ya era el hombre diferente. Se pueden apreciar los temas que Lozanov y Gospodinov han elegido: transporte, ambiente urbano, hábitos y costumbres, contemplación, diversos tipos de fiestas, jolgorio. Pero también ha sido evocado el tema de la infancia en aquellos años. En general se muestra cómo los seres humanos viviremos en el tiempo al término de la jornada laboral, en esas horas en que uno se siente cansado. En la pared central de la galería se han reunido varias obras, de Petar Dochev y Vijroni Popnedelev que representan a los hombres que viajan, quienes ya están cansados, se encuentran durmiendo.
Como ha dicho Gueorgui Lozanov: Nos hemos pasado durmiendo hasta cierto punto este régimen pero también se trata de la soledad del individuo capaz de ensimismarse y contemplar las cosas “.Hay al mismo tiempo obras en que se encuentran plasmadas festejos que, sin embargo, no traen necesariamente el sentimiento de una alegría. Hay una suerte de cansancio en todo lo que ha sido creado y que, en realidad, hemos vivido nosotros, incluidos los artistas del pincel. No obstante, ellos han creado obras muy impactantes en torno a un tema a simple vista trivial, el tema de la cotidianeidad.
Según resalta Adelina Fileva, cada año se reúnen proyectos de sus colegas de la galería. Desde luego, también se aceptan propuestas externas. Tras terminar la lectura de todos ellos se congrega el consejo artístico y se decide cómo la pinacoteca ordenará su cartelera y lo que va a ofrecer al público.
Este año y, hasta cierto punto, el año pasado, hemos montado exposiciones que han sido sendos vistazos curiosos a nuestro pasado reciente. Había un proyecto de arte moderno y también una muestra de la crítico de arte María Vasileva, curadora de la exposición “Un arte por el cambio.1985-2015”. La muestra titulada “Formas de resistencia, 1944-1985” fue el proyecto de Krasimir Iliev. En realidad se trata de tres iniciativas que presentaban otros tantos puntos de vista distintos sobre el período anterior al socialismo e, inmediatamente después, de sus primeros años. Ignoro si el próximo año puedan aparecer iniciativas en este sentido que se asocien a nuestro pasado reciente .Quizás su orientación vaya a ser distinta a lo que nosotros hemos presentado. Es que estos proyectos reclaman un estudio especial a fondo cuando se vinculan con la historia, como ha sido el caso con la muestra de Krasimir Iliev. Esto significa hurgar afanosamente en los archivos y recopilar un gran volumen de documentos para que el proceso creativo sea apuntalado por la historia y se pueda ver qué es lo que exactamente había ocurrido detrás de las obras.
Sin embargo, la exposición de Gueorgui Gozpodinov y Gueorgui Lozanov se propone mostrar otra cosa que es lo que los artistas del pincel tenían como vivencias en su vida cotidiana y lo que iban creando en ella. Este tema no es algo que gustara ni fuera pretendido en la época del socialismo. Es que a nadie le agradaría ver a un individuo cansado y extenuado o a un hombre que se ha entregado de lleno a la soledad y a la contemplación desde la ventana de su hogar.
Son proyectos que movían a una seria reflexión en torno al arte búlgaro y el vínculo con un régimen en el mismo, ofrecían la posibilidad de distanciarse de ese régimen, de crear algo que no le fuera impuesto al artista como tema y así pudiera resultar distinto, concluye Adelina Fileva, directora de la Pinacoteca Municipal de Sofía.
Versión en español por Mijail Mijailov
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