Horas antes de iniciarse el largo puente festivo de 4 días por el Día de la Independencia de Bulgaria, las autoridades en Sofía en la persona del Ejecutivo y del Parlamento tomaron una decisión extraordinariamente importante y costosa: la de conceder un Empréstito del Estado al Holding de Energía búlgaro y a su filial, la Compañía Nacional de Electricidad, con el cual dichas entidades pagaran, al menos parcial pero inmediatamente, a la Atomstroyexport de Rusia, por el equipamiento por ésta fabricado para la otrora planeada segunda planta nuclear búlgara, en Bélene.
La historia es larga, enmarañada y colmada de conflictos políticos y su comienzo se produjo a finales del siglo pasado. No obstante, no nos dejaremos llevar por detalles históricos innecesarios. Lo que sí es importante es que actualmente Bulgaria debe pagar por los dos reactores nucleares, pedidos hace años a los rusos, 620 millones de euros, más 167 mil euros en concepto de intereses por cada día de demora. Tras haber impuesto veto el Parlamento hace 5 años, después de celebrarse un referendo nacional, a las obras de construcción de una segunda central nuclear, ahora estos reactores resultan innecesarios e indeseados porque Sofía simplemente no sabe qué hacer con ellos.
Hay varias variantes para una salida del impasse pero, por ahora, todo se enmarca en la esfera de las buenas intenciones y los planes vagos. Mientras, la deuda pendiente de pagar a los rusos es completamente real y su pago no admite dilación porque tal demora es muy costosa. Sin embargo, el Holding de Energía búlgaro y la Compañía Nacional de Electricidad no tienen dinero ni tienen de dónde recogerlo, tras haber sufrido ya en la pasada primavera un golpe financiero asestado en aquella ocasión por las centrales eléctricas estadounidenses en el país, las cuales reclamaron en forma contundente y perentoria el dinero que les adeudaba la Compañía Nacional de Electricidad, del orden de 525 millones de euros. Por no disponer de recursos propios ésta cobró un crédito de un grupo de bancos internacionales para el cual se va aproximando el tiempo para empezar a irlo pagando. En la práctica se han acumulado dos deudas, una “americana” y otra “rusa”, cuya cuantía rebasa el presupuesto anual de dos ministerios principales en su conjunto, el de la Defensa y el del Interior.
Viéndose entre la espada y la pared, y amenazados por los tipos de interés asesinos y el peligro de declararse en quiebra el Holding de Energía búlgaro, el Gobierno y el Parlamento de Bulgaria resolvieron urgentemente tomar cartas en el asunto, otorgar dinero del presupuesto para el pago de los dos reactores rusos y, luego pensar en qué hacer con ellos. Esto representa una ayuda eminentemente estatal para una sociedad comercial pública y su concesión, sin la autorización de Bruselas, provocará sanciones por parte de la Comisión Europea. En Bruselas, empero, los eurócratas no disfrutan de especial popularidad de expeditivos y en este caso concreto se estima que necesitarán al menos de un plazo de dos meses para decir “Sí” o “No” el empréstito estatal para el pago de la “deuda rusa” por parte del Holding de Energía de Bulgaria.
¿Qué irá haciendo mientras tanto el pobre Holding de Energía para el cual, obviamente, el peligro de verse arrasado por el alud de la deuda se vuelve cada vez más real? También existe una deuda semiolvidada de 90 millones de euros por la energía generada por la planta nuclear de Kozloduy. El problema es que tanto la generación como el consumo de energía eléctrica no dejan de disminuir gradualmente, y las exportaciones son muy precarias y vacilantes.
Todo lo anterior repercute en los ingresos de la Compañía Nacional de Electricidad y nadie puede decir hasta cuando las medidas preventivas y de rescate extremas serán capaces de mantener en pie al coloso eléctrico nacional que, para colmo, deberá buscar y encontrar ahora también 2700 millones de euros para la destrucción definitiva de los cuatro obsoletos y pequeños reactores rusos en desuso en la central de Kozloduy.
Versión en español por Mijail Mijailov
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