A pesar del abandono, generalizado a nivel mundial, del fomento del sector energético nuclear, Bulgaria persiste como uno de los países partidarios a ultranza del uso de la energía atómica. En este país funciona una planta nuclear, la de Kozloduy, a orillas del Danubio, que proporciona un 48 % de la energía eléctrica generada nacionalmente. Ya a finales del siglo pasado fueron confeccionados planes para la construcción de una segunda planta nuclear, en Bélene, siempre en la orilla del río Danubio.
Con el advenimiento de la democracia y a la luz de una serie de problemas relacionados con la seguridad nuclear en el mundo, el proyecto en Bélene no se llevó a la práctica e incluso, en 2012, el Parlamento de Bulgaria impuso moratoria sobre su ejecución. Sí, pero ya se habían encargado a suministradores rusos los dos nuevos reactores para la malograda planta nuclear. Fueron fabricados pero no fueron suministrados ni pagados por Bulgaria. El pasado mes de junio un tribunal de arbitraje en Ginebra falló que Bulgaria debería pagar por el equipamiento fabricado y mantenido en los almacenes de la Rosatom 620 millones de euros más intereses del orden de 167 mil euros diarios. Las autoridades búlgaras los están contestando.
Sofía se vio metida en un berenjenal afrontando dilemas cruciales y muy costosas: pagar o no hacerlo, recoger los reactores o negarse a ello, proseguir con las obras de construcción o abandonarlas en absoluto. Se llegó al extremo de que el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, hiciera una visita especial a Irán en un intento por revender los reactores y así librar a Bulgaria de la onerosa deuda. No hubo una respuesta clara desde Teherán, aunque esta vaguedad resulte lo suficientemente elocuente.
Mientras tanto fue formado un grupo de trabajo entre el Holding Energético de Bulgaria y la Rosatom rusa que se encargara de desentrañar el nudo de contradicciones y problemas para que Bulgaria se sintiera contenta y, al mismo tiempo, el fabricante ruso recibiera el dinero por sus equipos. Las autoridades búlgaras hasta diseñaron 4 variantes para abandonar el callejón sin salida, contemplando incluso la de una cooperación público privada.
En la primera reunión del mencionado grupo de trabajo, celebrada estos días, los representantes rusos, obviamente alentados por las palabras del primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, de que habría que hacer efectivo el pago lo antes posible, apretaron fuertemente a la parte búlgara para que saldara su deuda con la mayor rapidez posible.
El problema es que la parte búlgara tiene sus pretensiones con respecto al interés fijado por el Tribunal Internacional de Arbitraje, ya que, debido a un error técnico, se ha calculado un tipo de interés sobre el interés, esto es inadmisible según la legislación nacional y, por ahí, el próximo pago final deberá ser reducido.
Sea como fuere, Bulgaria deberá encontrar el dinero indispensable para pagar su deuda. El problema es que se trata de cuantías enormes para las finanzas y capacidades financieras búlgaras. Estas cuantías no están contempladas en el Presupuesto del Estado, ni en las cuentas del Holding Energético Búlgaro, ni mecho menos en el banco de la Compañía Nacional de Electricidad, sociedad filial del honding. Tampoco es posible solicitar un crédito, ya que las empresas de electricidad se encuentran endeudadas hasta las cejas y ningún banco normal les concedería ni siquiera un euro.
Tras la amarga experiencia con Irán, ya está casi seguro que Bulgaria no podrá encontrar otro cliente para los fabricados reactores rusos capaz de pagar por éstos para que así Bulgaria salde su deuda con la Rosatom. Lo único que le queda es que el Estado contraiga una nueva deuda en los mercados internacionales o en el mercado monetario interno. Todo parece indicar que es ésta la decisión más razonable y más barata que se puede materializar en la práctica también de la forma más rápida.
Actualmente, las finanzas públicas de Bulgaria se encuentran en una forma excelente, las cajas públicas se están desbordando de dinero e incluso hay ahorrados más de 6500 millones de euros. Sin embargo, es una pregunta de dificultad aumentada la de si las reservas previstas en el presupuesto para el año en curso permitirán el pago de 670 millones de euros. Esta incógnita sólo la pueden despejar los financistas y los juristas. Es que en estas reservas no se ha contemplado obviamente la demanda, aparecida tan súbitamente, de los rusos. Según los expertos, resultaría más fácil contraer un nuevo crédito aunque esto también encierra sus incógnitas, ya que hay un programa, sancionado por el Parlamento, que restringe el techo de la deuda pública. El caso es de gran complejidad y no hay tiempo, en el sentido de que el tiempo es muy caro. Cabe intercalar a lo anterior que también Bruselas podría intervenir.
En cualquier caso, se producirá muy probablemente, cierto reescalonamiento de la deuda y su pago a plazos. Desde los círculos gubernamentales búlgaros, se está explicando que la decisión se tomará en los próximos meses para así evitar una decisión precipitada y también para no pagar demasiados intereses punitivos a la Rosatom.
Versión en español por Mijail Mijailov
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