Bulgaria es el país de Europa del Este más reacio a despojarse del lastre de su pasado comunista. Lo vienen afirmando así, por igual, numerosos observadores exteriores e interiores. A pesar de las pruebas y los recuerdos vivaces sobre la inexistencia de libertad, la falta de pluralismo, la falsa moral impuesta y los malos tratos sin miramientos a los disidentes, también hoy en día no son pocas las personas que aseguran que en aquel régimen se vivía mejor, las cosas eran más baratas y existía seguridad y tranquilidad. Cuál ha sido el precio pagado por esta “seguridad” es cuestión que esas personas prefieren dejar sin respuesta.
Sin embargo, son precisamente las respuestas a tales preguntas que uno debe comenzar a buscar ya desde sus años en la escuela, si es que pretende entender en qué tipo de mundo habían vivido sus padres y los padres de éstos y por qué, si uno desconociera su pasado, se vería abocado a repetirlo. Tal ha sido el llamado lanzado por la conferencia “Saber y valores, el –no− estudio de los regímenes totalitarios en la escuela búlgara”, celebrada el pasado lunes en Sofía.
El periodista Jristo Jristov, uno de los organizadores, esboza algunos de los motivos para la celebración de esta conferencia.
En primer lugar hay que decir que todas las personas que formamos parte de la fundación “Verdad y memoria” llevamos bastante tiempo trabajando en esta problemática, o sea, en tratar de reconsiderar el pasado comunista totalitario. Ahora, a través de la organización cívica, aunamos nuestros esfuerzos movidos por el deseo de no ser cómplices en la falsificación de la historia búlgara. Es que esto se está haciendo por medio del silencio en los últimos años a nivel de las instituciones. Nos negamos a ser cómplices y queremos que la gente joven esté bien informada y que se materialice una parte de la reforma en la Educación nacional.
En reunión, el pasado mes de mayo, con Meglena Kúneva, ministra de Educación, representantes de la fundación “Verdad y memoria” presentaron una lista que recoge los hechos y procesos principales ocurridos durante el comunismo y los cuales, a su juicio, deben ser incorporados a los nuevos manuales de historia. Figuran entre ellos las tres bancarrotas del Estado, la implementación de la vecindad obligatoria, el control total sobre los medios informativos y la falta de libertad de expresión, el despojo de la propiedad privada, entre muchos otros. Se acordó en esa reunión que el estudio del régimen comunista en la escuela es importante e indispensable para los alumnos. Por razones inexplicables a la conferencia en Sofía no asistieron representantes del Ministerio de Educación. Por esta razón brilla por su ausencia la posición de los funcionarios de los que depende la inclusión de este período de la historia búlgara en los programas didácticos. Tras la conferencia, sin embargo, la ministra Kúneva comentó que lo que se escribirá en los libros de texto sobre el régimen totalitario en Bulgaria dependerá de los equipos de autores que los redactarán.
Los adversarios del estudio del comunismo en los planteles nacionales destacan que no hay una posición unificada sobre lo que Bulgaria había sido en aquellos 45 años. Arguyen que para unos el régimen había sido una época de terror, humillaciones y opresión, y que, para otros, la vida había sido tranquila, ordenada y previsible. Un sondeo demoscópico efectuado en 2014, al cumplirse un cuarto de siglo de la caída del régimen comunista, revelaba que un 55 % de los búlgaros tenían posturas más bien positivas con respecto a la personalidad de Todor Yivkov, quien había encarnado el gobierno comunista de Bulgaria.
Esto fue recordado por el eurodiputado, Andrey Kovachev, quien agregaba en su intervención ante la conferencia de Sofía:
La historia no debe ser de izquierdas ni de derechas. Debe ser objetiva, basada en los hechos históricos. Me han preguntado qué ha sido lo bueno que podemos recoger del comunismo, es que no todo era malo. Por cierto, durante un régimen también ha habido momentos felices para cada uno de nosotros que hemos vivido en él. Sin embargo, estos momentos felices no se relacionan con una gratitud al Partido Comunista Búlgaro sino que se vinculan con la vida privada de cada uno de nosotros. Ciertamente, si se indagara más a fondo se descubriría a personas que durante la época de la dictadura de Adolfo Hitler en Alemania también habrían vivido felices. Esto no significa que un elemento sea capaz de borrar el horror que ha causado este régimen. Me refiero a la desvinculación de Bulgaria, a la ruina económica, a la oferta, hecha varias veces, de transformar a Bulgaria en décimo sexta república de la hoy extinta Unión Soviética. Tampoco se puede extinguir la traición cometida con respecto a Macedonia y nuestros compatriotas residentes en ese país, y, desde luego, en la zona del Monte Pirin.
Los participantes en la conferencia se aunaron en torno a la tesis de que no será posible educar y criar una nueva generación activa e instruida si a los jóvenes no se les ofrecen los conocimientos indispensables sobre el pasado reciente de Bulgaria. Una tal omisión, por su parte, entraña riesgos de que se vuelvan a repetir una parte de los errores del comunismo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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