A Bogdan Bóev le gusta mirar el cielo a través del objetivo de la cámara fotográfica y perpetuar la libertad. Sus pájaros planean entre nubes y rayos de sol, alentando el sueño más profundo del alma humana, el de volar.
Es un hombre en el que se mezclan dos extremos; siendo un jugador profesional de baloncesto, un rasgo inherente a su carácter es la vehemencia por la victoria. Sin embargo, también lo es la paciencia, cada vez que se encuentra en medio de la naturaleza. Hace una decena de años su pasión por las aves y la fauna silvestre le impulsó a capturar sus primeras imágenes, al principio como una forma de relajarse mentalmente de la dinámica del gran deporte, y más tarde, como afición, que se convirtió en arte.
La fotografía de fauna silvestre está relacionada con muchos factores como la ética, el amor, el conocimiento de los animales, la persistencia, la suerte y, en uno de los últimos lugares, está la parte puramente fotográfica: apretar el disparador. Bogdan tiene al respecto su filosofía con la que nunca hace concesiones.
Cuando fotografiamos animales salvajes nosotros invadimos su hogar y nos entrometemos en su vida cotidiana –dice–. Es necesario que tengamos cuidado en actuar para no perjudicarles. Esa es la razón por la que no sólo yo sino también tantos otros fotógrafos evitamos tirar fotos en los habitáculos donde anidan las aves y los animales crían su ventregada, porque son sumamente sensibles y una actuación equívoca por nuestra parte podría inquietarles y obligarles a abandonar su territorio. De hecho, este es el lado negativo de la fotografía de fauna silvestre a la que nos enfrentamos a menudo: no tratar con cautela y con la ética a los animales.
Bogdan confía que la paciencia siempre es recompensada ya que la captura del cuadro deseado es sólo una cuestión de tiempo; tiempo que se pasa en los refugios, bajo las redes de camuflaje o entre las malezas. Él, por ejemplo, se mantuvo oculto durante cinco días para fotografiar unos lobos.
La sensación más agradable es cundo se consigue una estampa que se ha hecho de la manera correcta y que ha costado mucho tiempo captarla; porque en la fotografía de fauna nada está garantizado: uno va y se queda esperando –explica Bogdan– . Sin embargo, hay tres factores que son muy difíciles de combinar: la buena luz, el ave o el animal objeto de ser fotografiado y el momento preciso.
Una vez el destino quiso que todo ello coincidiera y envió a Bogdan Bóev a examinar un campo de girasoles. Sobre éste revoloteaban una bandada de gorriones y un pajarillo de color diferente.
Al fijarme, me di cuenta de que se trataba de un gorrión blanco. Poco más tarde vi sus ojos rojos –recuerda, emocionado, el fotógrafo– . Era un joven gorrión albino que pedía comida a sus padres, ellos mismos gorriones comunes. Si no hubiera ido a observar aquel lugar, tal vez nunca hubiese visto un gorrión albino. En la fotografía de fauna es así, un gran número de factores, incluida la oportunidad, desempeñan un papel importante a la hora de retratar animales.
Bogdan Bóev ha fotografiado todo tipo de animales, como osos pardos en Finlandia o fauna salvaje búlgara, pero su corazón se decanta mayormente por las aves.
Cada imagen está relacionada con una historia que aprecio; aun cuando no tiene valor para los demás, para mí significa mucho ya que remite a una anécdota divertida. Gran parte de las imágenes, además de capturar el animal de una bella manera, guardan una historia interesante a la que siempre vuelvo.
Hoy en día el fotógrafo intenta, una vez más, convertir su afición en su profesión puesto que con el baloncesto, su sueño de infancia, en tiempo pasado tuvo éxito.
La fotografía es una ocupación para la que no hay un mercado por eso las cosas suceden difícilmente; pero no son imposibles. Con el amor que tengo por la fotografía y con la disposición de tirarme de cabeza en lo que hago creo que conseguiré el éxito. No obstante, todavía no puedo decir categóricamente que he hecho de mi hobby una profesión, tal vez sólo lo haya logrado a medias.
De todas formas, pase lo que pase, nadie puede quitarle a Bogdan Bóev la capacidad de ver la belleza no sólo con los sentidos sino también con el alma y obsequiarla generosamente a los demás.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos Archivo personal de Bogdan Bóev
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