Ya desde primera vista, a la primera reunión con Gueorgui Dimitrov, alias Chubry (Bulgaria), Yann Le Glaz (Francia) y Stuart Dickson (Escocia) la primera palabra que viene a la mente es "trotamundos". El destino junta el kanun o caño de Gueorgui, el saxofón de Yann y las percusiones de Stuart en el codiciado por tantas naciones Estambul, donde tocaron con Vassiliki Papageorgiou, la cantante griega con raíces procedentes de Asia Menor. Posteriormente, todos juntos decidieron aprovecharse de la primera edición de Etnofresh, el festival organizado por Radio Nacional de Bulgaria, para visitar Sofía.
Preguntados sobre el idioma que usan para entenderse entre sí, responden riendo “El musical”, aunque también recurren al inglés. En cuanto a cómo se conocieron, todos coinciden en que, en general, las personas se encuentran unas a otras a través de amigos.
“Con Yann nos conocimos en el invierno de 2014 –cuenta Chubry– . Organizamos un proyecto llamado Soulfia. Ofrecimos varios conciertos con músicos de diferentes nacionalidades. Yann había llegado a aprender a tocar música búlgara en el saxofón. Vino por casualidad a un concierto mío y, al terminar éste, hablamos de makama, la música que nos une. Al día siguiente nos reunimos en un ensayo improvisado en el jardín que está delante del Teatro Nacional. Luego nos fuimos a Estambul. Ahí tocamos con el grupo de Vassiliki. También ahí conocimos a Stuart. Nos cayó bien y decidimos crear Meşkhane”.
Después de finalizar sus estudios de música clásica, Yann viene a los Balkanes en busca de nuevas sensaciones. Al escuchar tocar, en la ERY de Macedonia, a un saxofonista búlgaro, decidió trasladarse en Bulgaria. ¿Con quién estaba tomando clases en este país?
“Con Pétar Voynikov, un virtuoso que toca el clarinete y el saxofón en bodas y mascaradas –dice Yann– . Una vez tocó danzas típicas búlgaras durante casi 6 horas. Mi interés por la música búlgara surgió hace unos 6 o 7 años. Visité Sofía y Plóvdiv, empecé a crear contactos para encontrar músicos interesantes”.
Respecto a cómo fue que ocurrió su primer contacto con el kanun, Chubry dice que ésta es “una larga historia”: “En 2009, en la localidad de Trite Chuchura, en el monte Pirin, me topé con Michal y Julien, de Israel y Francia, respectivamente –recuerda– . Tocan música etno y son bastante conocidos en Europa –Stuart también ha estado con ellos– . Se iban a Estambul y yo los acompañé. El kanun es muy común en las calles de Estambul y me gustó mucho. Tiene un sonido suave y se conjuga fácilmente con voz y otros instrumentos”.
Para Stuart, acabar en la urbe cosmopolita nunca había sido parte de su plan.
“Vivía en Escocia, luego decidí marcharme a tocar en la India –cuenta el escocés– . Al regresar de ahí, no paraba de querer ir de nuevo. Así fue cómo llegué a Estambul, donde me quedé. Es una ciudad que ofrece muchas oportunidades de ejecutar música. Un año y medio estuve tomando clases de derbake (una especie de tambor) con Musa Ahmed quien ha desarrollado un nuevo estilo y nuevas técnicas de tocar, que actualmente son predominantes en Turquía”.
Por su parte, Vassiliki Papageorgiou explica cómo se siente una griega levantina en la actual Turquía.
“He nacido en Atenas y crecí allí pero mis padres son refugiados de Esmirna. Siempre he pensado en aquellos lugares. Me gusta la música oriental y, a pesar de que estudiaba biología, estaba enamorada de la música. Empecé a aprender a cantar folklore, durante todo un verano recorría las ferias. En 1993 me fui a Estambul porque las raíces me tiraban y eso lo sentía con fuerza. Vivo en Estambul desde hace 22 años, tengo un grupo compuesto principalmente por griegos. Canto en griego y turco porque la mayoría de los textos de las canciones que interpreto son mixtos”.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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