A principios del siglo pasado una joven búlgara emprende viajes a tierras lejanas. Durante algunos años pude viajar por esos países alejados que anhelaba visitar y lo conseguí no solo en mis fantasías, sino afrontando la cruel realidad, arriesgando mi vida, con muchos viajes peligrosos, innumerables penas y sufrimientos, y muchas lágrimas, escribiría posteriormente ella. Hoy su personalidad está envuelta en secreto y solamente las fotografías en blanco y negro revela su bello rostro.
Liuba Kutincheva recorrió un duro y pedregoso camino que, en sus palabras, la llevó al mundo mágico de Siria, Palestina, Egipto, Abisinia, Irak, Persia, Afganistán, Sri Lanka, Borneo, Filipinas, China, Japón y otros rincones del Lejano Oriente sumidos en misticismo y secretos. Comenzó a viajar en 1929 pero un decenio después su espíritu aventurero fue domado.
Emprendió el largo camino a los 19 años de edad acompañada por su marido y trató de documentar todos los sitios que visitó, cuenta Mijail Gruev, director de los Archivos Estatales. Liuba Kutincheva tomaba fotos y los colocaba en algo parecido a un álbum en que había dedicatorias en árabe, hindi, pastún, arameo, japonés, chino, etc. Hoy en día estos textos pueden servir de un manual de idiomas extranjeros.
La joven búlgara recorrió tierras y mares que eran un anhelo para gran parte de sus compatriotas. Junto con ello conoció la otra cara del mundo y fue testigo de muchos sufrimientos físicos y espirituales. Me topé con la más cruel realidad de la vida y pude ver cuántos actos negativos humanos existen en este mundo y hasta qué punto pueden llegar la ira, la avaricia y la envidia humanas, y las pasiones humanas, las más viles, escribiría ella en su único libro de viaje dedicado a Japón.
Liuba Kutincheva fue atraída por los más importantes líderes anticoloniales de aquella época. Se fotografió al lado de Mahatma Gandhi y su hermana, con Jawaharlal Nehru. Por otro lado, ella era feminista que se identificó con la lucha por las libertades de las mujeres del Tercer Mundo y trató de ayudarles escribiendo para importantes editoriales occidentales. Ella era una mujer moderna en el sentido actual de la palabra, opina Mijail Gruev.
Sigue siendo un secreto cómo Liuba Kutincheva lograba entrar en contacto con importantes personalidades para posar en su compañía como el rey de Irak, Faisal ibn Hussein, el sultán de Maskat y Oman Teimur ibn Faisal ibn Turki, el majarás de Baroda, Sayajirao Gaekwad III, y muchos otros. Ella logró pisar el umbral incluso de los harenes más inaccesibles para una extranjera y conocer el destino nada envidiable de las mujeres musulmanas. No obstante en el lugar en que se encontraba, ella hablaba a sus interlocutores de Bulgaria y de su cultura, les cantaba canciones búlgaras y siempre viajaba con los colores de la bandera búlgara en su gorro.
Esta viajera, que nació en 1910 en la ciudad de Veliko Tarnovo, era absolutamente desconocida durante nada menos que 80 años. Apenas hoy los historiadores tratan de aprender algo más sobre su insólito destino. Lo poco que se sabe de ella es que procede de una familia de intelectuales, que se graduó por un colegio en Silistra, una ciudad que en aquellos años se encontraba bajo poder rumano, que visitó a su tío en Turquía donde participaba en tertulias sobre Bulgaria. Dominaba el francés, el rumano, el turco y el ruso, y durante sus viajes aprendió el árabe y el esperanto. En 1935 viajó a París para estudiar periodismo y trabajó como corresponsal del periódico Le Matin. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, con precaria salud y tras una ausencia de 10 años, regresó a Bulgaria. Murió en 1998, pero cómo transcurrió su vida durante el comunismo es un misterio que los historiadores deben revelar.
No fue perseguida, ya que hasta principios de la guerra tenía ánimos anticoloniales, es decir feministas, en el sentido amplio de la palabra, de izquierdas pero no comunistas. Esto de alguna manera le indultó ante el nuevo poder y tal vez fue la razón por la cual se salvó de represiones directas a pesar de que vivió en profundo aislamiento hasta finales de su vida, dice Mijail Gruev.
En 1968, Liuba Kuncheva entregó su archivo al Estado y éste puede ser visto en la muestra Misión Viajero que fue inaugurada en la Noche de los Museos en La Agencia Estatal de Archivos.
Versión en español por Hristina Taseva
Fotos de la exposición: Diana Tsankova
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