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El padre Stoyan Chilikov: La fe es un don que el hombre ha recibido pero no lo ha descubierto para sí

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Foto: svgeorgi.com

Bienaventurados los perfectos de camino,
Los que andan en la ley de Jehová.

Bienaventurados los que guardan sus testimonios,
Y con todo el corazón le buscan;

Pues no hacen iniquidad
Los que andan en sus caminos.

Salmo 119.1-3

En los tiempos de la complicada transición a la democracia en Bulgaria que dura ya 26 años, cada vez con más frecuencia entramos en el templo en busca de apoyo, para pedir salud o simplemente porque lo hace todo el mundo, pero pocas veces buscamos a Dios. ¿No vamos a la iglesia hoy en día como en el pasado íbamos a manifestaciones comunistas? ¿Hasta qué grado son creyentes los búlgaros y hasta qué punto la religión es cuestión de moda? Estas son las preguntas que planteamos al padre Stoyan Chilikov del templo capitalino San Jorge Vencedor. 

Creo que las personas que piensan así tienen razón hasta cierto grado. Después del periodo del comunismo la iglesia en Bulgaria comenzó a trabajar con todos los grupos de personas, incluidos los jóvenes. Lo que pasa es que no es fácil recuperar lo que se ha ido perdiendo durante tantos años. Por esto hoy en día mucha gente viene a la iglesia solo los días de las fiestas ortodoxas. Creo que cada uno lleva la fe en su alma. Es como un don que uno ha recibido pero no lo ha descubierto para sí. Hace falta que cambien varias generaciones para que la iglesia comience a funcionar normalmente y supere el retraso.

Sin embargo, no podemos echar la culpa únicamente al socialismo por la actitud que el pueblo búlgaro tiene hacia la fe. ¿NO es la fe algo que uno lleva en sí no obstante la coyuntura? En los cinco siglos de dominio otomano la fe ortodoxa nos ayudó en sobrevivir como pueblo.

Los cinco siglos de dominio otomano también tienen su impacto. Durante este periodo en Bulgaria hubo mártires por la fe y personas que se negaron del cristianismo, perdimos tradiciones y autoestima nacional. El comunismo con una fuerza aún mayor cortó el lazo entre el búlgaro y la iglesia ya que entonces Dios, fe, iglesia eran nociones prohibidas, dice el padre Chilikov. A principios del periodo comunista muchos sacerdotes fueron enviados a campos de concentración y la iglesia fue perseguida. La gente tenía miedo de visitar los templos con motivo de la Navidad y la Pascua de Resurrección y a causa de esto varias generaciones de búlgaros crecieron sin Dios. Me gustaría que los jóvenes sepan en profundidad quién es Jesucristo y conozcan su vida. Entonces aparecerán las virtudes  y cada uno y la nación en su totalidad se desarrollarán en una dirección mucho más positiva.

De principio la fe del búlgaro es algo específica. Prácticamente se tambalea entre la fe ortodoxa, su interpretación y las supersticiones. De sus reuniones con las personas el padre Chilikov se ha convencido de que la mayoría de los búlgaros llevan Dios en sus corazones y que muy pocos son ateístas declarados. Sin embargo, la fe no puede manifestarse hasta que uno no se enfrente al Todopoderoso. Parece que el búlgaro contemporáneo tiene vergüenza de ser religioso. Se siente cohibido y no confía en la fe, no tiene fuerzas de abrir su corazón a Dios y orarle. Por esto se da un fenómeno que es más próximo a las supersticiones y a la simulación de una fe en “algo”,  pero no en la personalidad de Dios, dice el padre. 

Él está convencido de que comunicar con Dios y entender el sentido de sus palabras conduce a una persona que se atenga a los mandamientos y desarrolla las virtudes cristianas. Por lo general el hombre contemporáneo pone el un pedestal su egoísmo, su  autoestima y dignidad, dice el padre Stoyan. Mientras que en la fe ortodoxa lo importante es la caridad, el amor por el prójimo y el deseo de sacrificarse por él. Estas virtudes no existen en la sociedad búlgara actual, dice el padre. Todas las cosas guardan un vínculo entre sí. Cuando uno cree en Dios le dirige oraciones y de la oración nace el amor por Dios y por el prójimo. Son muy pocas las personas  no solo en Bulgaria, sino en el mundo moderno que en profundidad entienden la fe y viven según la fe. El padre pone como ejemplo algo muy característico para la situación en Bulgaria: Hay personas que visitan el templo raras veces, solo los días de las grandes fiestas ortodoxas. Entran en el templo solamente para encender velitas. En ellos no existe este profundo lazo con Dios del que hablo. Cuando les pregunto: ¿Son Uds. creyentes?, ellos dicen Sí, somos creyentes. Cuando les pregunto: ¿Oran a Dios? A veces oigo una extraña respuesta: Eso faltaba. Esto significa que conciben las oraciones del creyente como algo una manifestación de fundamentalismo y como algo extremo. Las cosas han cambiado mucho, a mi juicio. El hombre contemporáneo tiene una idiosincrasia que no es cristiana. Por esto los valores cristianos han sido sustituidas en la sociedad.

¿Qué es lo que hace falta para lograr un cambio en el modo de pensar y recuperar las virtudes?

En primer lugar nosotros debemos cambiar y comenzar a vivir según los mandamientos de Jesucristo, dice convencido el padre Stoyan Chilikov. En segundo lugar la iglesia debe comenzar a trabajar intensamente con la gente. Por esto insistimos en que se introduzcan clases de catequismo en las escuelas. En los templos deben ser abiertas escuelas dominicales. Su falta es un enorme error. Son muy pocos los templos en Bulgaria que tienen escuelas dominicales y que organizan tertulias sobre temas cristianos. 

Versión al español de Hristina Taseva


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