Habiendo emigrado de las regiones de Sliven, Yambol y Varna durante la guerra ruso-turca los búlgaros actualmente residentes en Besarabia suman unos 100 mil. Su cifra extraoficial se eleva a casi 300 mil. Aunque se esté desvelando por las comunidades de búlgaros residentes en el extranjero, Bulgaria parece haberle dado la espalda a los problemas de nuestros compatriotas en Moldavia.
Se refiere a éstos compartiendo sus impresiones personales Gueorgui Vasilski, ex corresponsal de Radio Nacional de Bulgaria para Rumanía y Moldavia: Los problemas de los búlgaros en Moldavia se pueden examinar en varios aspectos. Comenzaremos por el económico, 4 millones de personas de salario medio mensual de unos 240 a 250 dólares y precios comparables a los búlgaros. Así la gente intenta sobrevivir por todos los medios, procurando básicamente ir a trabajar en el extranjero. En el plano cultural, los búlgaros residentes en Moldavia procuran sobrevivir buscando sus raíces. Sin embargo, existe un problema y es que en Moldavia resulta difícil captar programas radiales y televisivos búlgaros, excepto en Internet. Esto puede cambiar a través de un diálogo muy activo entre los dos países. Hay que autorizarle a Bulgaria a que los programas nacionales de la Radio y la Televisión lleguen a las regiones pobladas de grupos compactos de búlgaros.
La extensión de un pasaporte es igualmente una dura prueba para los búlgaros de allá debido a los trámites burocráticos en Bulgaria. Beneficiará a Bulgaria agilizar los trámites, porque si no el país pierde no sólo a personas que se autodefinen como búlgaros, sino también a estudiantes que desean cursar estudios en universidades búlgaras pero no pueden. La pequeña ciudad de Taraclia es el centro de la comunidad búlgara en Moldavia en la cual residen casi 15 mil habitantes, mayormente búlgaros. Una parte de éstos no hablan el idioma moldavo, acatan todas las costumbres y ritos búlgaros y no afrontan problemas por su nacionalidad. En Taraclia se encuentra la escuela búlgara ”Vasil Levski” y una universidad búlgara. El mantenimiento de los dos centros docentes no es tarea fácil, ya que el dinero que Bulgaria asigna para ellos llega a parar al presupuesto del Ministerio de Educación de Moldavia. Allá sus rastros se pierden y a esos 2 centros docentes búlgaros llega no más de la mitad de esos recursos.
Hay también otro problema que concierne a la comunidad búlgara en la región. Se trata de la nueva división territorial de Moldavia que también afectará a Taraclia.
Esta nueva división territorial se emplea muy frecuentemente y en forma primordial con fines electorales, ya que en ese país la democracia ocupa un nivel inferior al que tiene en Bulgaria. Los propios intentos por introducir una división territorial crean el peligro de que los búlgaros residentes en determinadas regiones vayan desapareciendo y así se llegue a cerrar la región búlgara de Taraclia. Nosotros disponemos de una posición muy fuerte que hemos de aprovechar siempre. Las elites de los gobernantes moldavos no se cansan de asegurar que tienen aspiraciones pro europeístas y que desean acceder a la UE o, al menos, establecer contactos más estrechos con los países comunitarios. Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores u otros órganos relacionados con la política exterior deben plantear siempre el tema de modo tal que sea garantizada la integridad territorial de las regiones búlgaras en Moldavia, ofreciendo en contrapartida el respaldo de Bulgaria al estado moldavo en sus aspiraciones.
Bulgaria debe intervenir también en forma más categórica por lo que viene ocurriendo con el alcalde de Taraclia, Serguey Filipov, contra el cual hay un proceso judicial desde finales de 2014. Se le acusa de abusos del poder por haber mandado talar unos cuantos árboles disecados en el parque urbano. Ha sido sancionado a pagar unos 7500 euros por los daños que supuestamente haya ocasionado al Estado y no tiene derecho a ocupar puestos estatales y públicos por un plazo de 2 años. Los motivos para el fallo del tribunal se anunciarán el próximo 5 de mayo. Es evidente, sin embargo, que la causa penal, de que Filipov es objeto, es eminentemente de carácter político. A pesar de desempeñarse en la región más pobre de Moldavia en su labor como alcalde, Filipov ha logrado la transformación de Taraclia en una ciudad atractiva. La gente valora muy positivamente sus obras y a pesar de las represalias y la persecución penal, Serguey Filipov ha ganado un segundo mandato de alcalde en las elecciones celebradas el año pasado. Hay también otra razón más por la que Filipov resulte incómodo para el poder. Es que Filipov, junto con la presidenta de Gagauzia, Irina Vlah, y varios políticos moldavos se oponen a los círculos que en el seno de los gobernantes abogan por la incorporación del país a Rumanía.
La lucha que están librando a favor de la causa común de conservar a Moldavia como un Estado soberano que respeta la autonomía de las minorías búlgara y gagauza ha movido a numerosas personas a apoyar a Irina Vlah y Serguey Filipov. Pese a que Bulgaria dista mil kilómetros de Moldavia, la posición búlgara claramente manifestada en su respaldo también se dejará oír allá.
Versión en español por Mijail Mijailov
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