Con buena nueva y buena palabra antaño los búlgaros hacían votos por buen tiempo, buen trigo, buena gente en el camino de cualquiera...
En la tradición folclórica búlgara la festividad de la Anunciación de la Virgen es conocida como Blágovets. El nombre deriva del vocablo búlgaro por dulzura puesto que la noticia que el arcángel Gabriel comunica a María en ese día –de que dará a luz al Salvador– es “dulce”, es decir buena. La Anunciación de María es una de las mayores festividades religiosas y se celebra exactamente nueve meses antes de Navidad.
Marzo es el mes destinado a la ritual limpieza primaveral del hogar y de las instalaciones agropecuarias, y también el tiempo de “poner orden” en los pensamientos y el cuerpo para un nuevo comienzo. A la espera de las felices festividades primaverales, desde el primer día del mes comenzaban a celebrarse ritos vinculados con la renovación de todo lo que rodea al humano.
Según la creencia popular, en Blágovets (el Día de la Buena Nueva) el cuco llega desde allende el mar junto con la golondrina para anunciar que el invierno se ha ido y que se aproxima el verano.
Con el calentamiento de la tierra, las serpientes, escondidas durante el invierno en las cuevas de su rey, abandonan sus madrigueras. Desde “el fin del mundo” llegan náyades, willis y “varios otros espiritus”, criaturas invisibles que el hombre no debe enfadar, provocar o mejor ni siquiera cruzárseles en el camino.
En Blagovets, en todo el país existe la costumbre de barrer los patios, los huertos, hasta los arriates de flores.
La tradición mandaba quemar la basura recogida y saltar sobre el fuego para tener buena salud; los moradores de la casa incluso procuraban ahumarse los pies para protegerse de picaduras de serpientes venenosas. En algunas regiones se daba una vuelta a la casa, al corral y a todas las dependencias habitadas por personas y mercancía con un trapo encendido porque, según las creencias, eso también protegía contra los reptiles peligrosos.
Alegre, ruidosa pero también obligatoria en casi todo el territorio del país era la costumbre de que las mujeres y los niños vayan dando vueltas por todos lados, produciendo fuerte ruido con el fin de ahuyentar a los ofidios.
En muchos sitios eso se hace también en la actualidad. Las mujeres y los niños llevan en manos tenazas, asadores y todo tipo de objetos de metal que golpean mientras gritan: “Huyan serpientes y lagartos, viene Blágovets!” En algunos lugares asustan a las sierpes con la llegada de las cigüeñas: “Huyan, serpientes y lagartos, que vienen las cigüeñas!”, porque el pueblo cree que ni la serpiente más peligrosa puede hacerles daño. Se cuentan historias en las que el reptil vence hasta al fuerte águila pero a la cigüeña nunca.
Antaño las mozas recorrían las casas entonando canciones de Blágovets. La tradición se mantuvo hasta inicios del siglo XX, y hoy en día se restablece en muchas regiones todos los años. En esas canciones de soltera el protagonista es, una vez más, el cuco y la letra cuenta sobre las noticias que trajo el ave: por ejemplo, que han llegado las náyades, que alguna de las jóvenes se desposará pronto, etc.
En Blágovets a menudo gastaban bromas a los buscadores de tesoros –debido a la leyenda de que en la víspera de la festividad, allí donde hay riqueza enterrada aparece una llama azul mágica. Los bromistas del pueblo encendían paja seca, la cubrían con un cesto para que empezara a arder con una llama azul. En la mañana la zona amanecía excavada y roturada, lo cual era motivo de un sinfin de guasas en la taberna.
Lo más importante en el Día de la Buena Nueva es escuchar el primer canto del cuco estando saciado y con dinero en el bolsillo; pero si uno está hambriento, enfermo o falto de dinero, al oír el cantar típico de ese pájaro debe empezar a batir las manos para espantarlo.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES y bojentsi.com
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