¿Qué es lo que puede provocar a dos artistas a abandonar el templo de Melpómene y dedicarse a cuidar a niños en riesgo? Les familiarizaremos con la causa de Animari Dimitrova y Zlatko Zlatkov, los dos gerentes de la Asociación Rusalia.

¿Cómo comenzó el cuento? Durante largos años Animari Dimitrova y Zlatko Zlatkov tenían un teatro privado y paralelamente a su actividad como artistas se dedicaron a la noble misión de visitar a niños en los asilos sociales y presentar funciones benéficas. Las reuniones con los niños les inspiraron y decidieron dedicarles más tiempo para cargarlos con su energía. Junto con ello, comenzaron a trabajar sobre proyectos con el fin de apoyar su desarrollo e integración en la sociedad sin abandonar su actividad como artistas.

Animari Dimitrova cuenta qué sucedió después: Al que asa dos conejos a la vez uno se le quema. Por esto, después de haberlo pensado mucho, decidimos que la causa de ayudar a los niños y entregarles nuestra vida tiene más sentido para Zlatko y yo. Cerramos el teatro, guardamos los trajes y los decorados, y nos consagramos al trabajado con los menores. Tenemos 8 proyectos en 17 instituciones especializadas con más de 1300 niños de 3 a 18 años de edad de toda Bulgaria. Nos dimos cuenta de que el trabajo basado en un proyecto es útil pero no es suficiente. Cuando terminen los proyectos y el teatro se va, esto puede resultar dañino para  los niños. Entonces decidimos ocuparnos de algo a largo plazo para ayudar realmente a los niños y cambiar sus destinos. 

Así los dos decidieron crear una escuela de artes. Durante tres años crearon una estrategia y se formaron con expertos en este ámbito. Buscaron apoyo y el primero en dárselo fue la fundación Velux, de Dinamarca. Esta financiación fue un inicio muy fuerte. Animari y Zlatko compraron 2.6 hectáreas de tierra en la aldea de Rusalia, en la región de Veliko Tarnovo, para construir una escuela. Renovaron una escuela vieja que se utilizaba como centro docente, construyeron casas modernas para 30 niños y 10 tutores. Animari Dimitrova es directora de dos ONGs que el 15 de 2014 inauguraron la Escuela de Artes y Oficios para niños en una situación vulnerable Dimitar Ekimov, en que se forman niños de edad preescolar al tercer grado.

Esta escuela está orientada hacia los niños búlgaros privados de la posibilidad de tener un inicio estable en la vida y de desarrollarse y si alguien no les tiende la mano su vida seguiría por un sendero muy difícil. Se trata de niños que poseen muchos talentos pero que llegan a la escuela lastrados por unas circunstancias sociales muy desfavorecidas. Gran parte de ellos vivieron en asilos sociales, en familias de acogida, privados de cuidados paternos. Los trámites a los cuales el Estado somete a los niños, consciente o inconscientemente, es un gran estrés para la psíquica del menor. Llegan a la escuela horrorizados por el hecho de que de nuevo vivirán en una institución social. Después de algunos meses de arduo trabajo se dan cuenta de que se encuentran en un lugar magnífico. Nuestro equipo consta de 12 personas, tutores y profesores entregados al 100 %. Es gente joven que se ha graduado en Londres o París y que da sus primeros pinitos en nuestra escuela. Mi colega y yo sentimos gran respeto hacia su labor, dice conmocionada la actriz. 

El nombre del patrón de la escuela no fue elegido casualmente. Este patriota nació en la ciudad de Gabrovo en 1903. Poseía una fábrica y creó los albergues para los trabajadores y sus familias. Equimov fue elegido secretario responsable de las asociaciones industriales en Bulgaria y sus acciones a este nivel incidieron en el desarrollo y el auge de la economía búlgara a principios del siglo XX. Fue un generoso benefactor y mecenas que respaldó las artes y la cultura búlgara.

Hasta aquí todo parece un cuento de hadas, pero si éste tendrá un final feliz depende de todos nosotros. Los cuidados y los estudios de 18 niños en la escuela son absolutamente gratuitos. En estos momentos para esta noble obra hace falta ayuda financiera, ya que la nueva ayuda se está demorando. Los medios provienen principalmente de correligionarios en el extranjero. Los ambiciosos gerentes piensan en el dilema de hipotecar su vivienda para salvar la escuela.

Se trata de una gran causa para Bulgaria. Es una causa que atañe la sobrevivencia de la nación y del Estado. Tratamos de crear personas inteligentes y buenas que vivan en el siglo XXI. Evidentemente en esta lucha hacen falta más correligionarios. Por esto pido la ayuda a cada uno que ama a Bulgaria y que piensa que los niños son un regalo de Dios y que están en esta tierra para vivir su vida gracias a la cual el mundo se hace más bello, concluyen Animari y Zlatko, padres adoptivos de un niño búlgaro.

Versión en español por Hristina Taseva
Fotos: Blagorodna Georgieva y rusalya.org