La ciudad de Bansko, ubicada al pie de la montaña de Pirin, combina de manera singular el pasado y la actualidad. En ese hermoso centro renacentista, abigarrado de numerosos edificios históricos, museos y mehanas (establecimientos parecidos a una taberna) de estilo popular, a menudo se puede escuchar música en vivo interpretada por instrumentistas y cantantes folklóricos de primera categoría; los mismos que se pueden ver en festivales y conciertos en el país y el extranjero.
El primer grupo folklórico masculino, que dio a conocer el canto a dos voces de Bansko es, probablemente, todavía insuperado en su éxito. Su solista fue Iván Matsúrev. Durante las últimas décadas aparecieron otras varias formaciones similares, entre ellas, “Los viejitos de Bansko”, creada hace unas tres décadas por Atanás Yanchovíchin. Es también su idea el Grupo Folklórico Juvenil de la ciudad de Bansko, que dirige desde su fundación.
Durante los últimos años, el Grupo Folklórico Juvenil de Bansko participó en numerosos festivales nacionales y ferias competiciones de canto. En 2015 regresó con una placa conmemorativa de oro de la feria jubilar de Koprívshtitsa. Tampoco le faltan invitaciones para actuar en los conciertos de las agrupaciones “Pirin” y “Búlgare” y la orquesta folklórica “Konushenska grupa”, entre otras.
Recientemente, el animador de uno de los conciertos de turno del Grupo Folklórico Juvenil había llamado a sus integrantes “los jóvenes viejitos de Bansko”.
El nombre nos gustó porque, además de gracioso, es cierto; los chicos a menudo están en el escenario con los componentes mayores de edad del grupo “Los viejitos de Bansko” –dice Atanás Yanchovíchin y prosigue– . El Grupo Juvenil existe desde unos seis años. Primero lo creamos en el Centro de Trabajo con Niños de la ciudad. Inicialmente los participantes eran una cuarentena. Luego el centro fue clausurado, yo me fui al extranjero y la formación se desintegró por breve. Cuando regresé a Bansko nos reunimos de nuevo. Al principio no fue fácil. La mayoría de los chicos escuchaban y le gustaba otro tipo de música. Poco a poco fue afirmándose su gusto por las canciones tradicionales. Desde luego, como toda gente joven tienen intereses diversos, sin embargo el apego al folklore autóctono es el que prima. Me alegra que los muchachos con los que trabajo sean inteligentes y que aspiren a desarrollarse. Uno acabó de graduarse en Filología Inglesa, tres estudian actualmente en una escuela media de matemáticas, tenemos estudiantes en la Universidad de Sofía, en la Academia Deportiva, una de las chicas ingresó en la Academia Nacional de Arte Teatral y Cinematográfico... Son muy talentosos.
La composición del Grupo Folclórico “Los jóvenes viejitos de Bansko” incluye también a varias niñas.
Esto también es parte de una rica tradición local –explica Atanás Yanchovíchin– . Trato de enseñar las canciones de la misma manera que lo hacía mi maestro, Iván Matsúrev. Él se fijó en mí en una edición del Festival “Pirin canta”. Yo estaba en 3º o 4º grado de Primaria. Ya en aquel entonces me dio valiosos consejos. Algunos años más tarde, Iván Matsúrev nos sugirió hacer un grupo juvenil adscrito a la Casa de Cultura. Luego pasé a formar parte de su conjunto masculino, en el que seguí cantando Incluso cuando fundé el grupo “Los viejitos de Bansko”. Todos le debemos agradecimiento, por ser precisamente él quien llevó al gran escenario la canción de la región de Bansko. Y es sabido que no es fácil en absoluto preparar para las tablas una canción autóctona sin que ésta pierda su originalidad. Iván Matsúrev era un hombre modesto y encantador. Me enseñaba la melodía principal y me dejaba a interpretar solo la canción. Es lo que quiero transmitir a mis chicos del grupo: poner algo de sí mismos en la canción. De profesión soy tallador en madera. Cuando trabajo en mi mente suenan constantemente nuestras canciones; y cuando canto, me sumerjo en la música y la letra, y entonces todo lo demás deja de existir para mí. Amo las canciones de Bansko. Para mí son las mejores del mundo.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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