Entro en el complejo médico de y en la puerta me dan la bienvenida dos gemelas rubias de unos cinco meses y su padre. Su cochecito es bastante moderno, con dos pisos. Una gemela está en el piso superior, y la otra debajo. La gemela del piso de arriba se ríe y mira con picardía, mientras que la otra está enfurruñada. Con la sonrisa del bebé entro en el despacho de Tania Milachich, doctora en embriología y directora del sector de Embriología y Andrología del complejo. Después de deambular por los laberintos de la clínica me encuentro con ella y estoy impaciente por que me cuente cuándo y por qué eligió precisamente esta profesión.
Cuandotenía 14 años vi un documental sobre la reproducción in vitro que me causó una gran impresión. Mencionaban que la biotecnología “hace” bebés in vitro y ya entonces me atrajo. Ya sabía a qué quería dedicarme. Los profesores de la Facultad de Biología, sin embargo, me dijeron que se trataba de un sector muy reducido en Bulgaria, y que son principalmente los médicos quienes se ocupan de ello, no los biólogos. Según ellos no iba a poder realizarme.
A pesar de la decepción de ese momento, Tania logró llevar a cabo su deseo y fue ascendiendo en su carrera. Independientemente de los irresistibles casos en su lugar de trabajo, Tania se apresura en irse de la clínica para empezar su segundo papel del día: esposa y madre. Hace años los Milachich anhelaban tener hijos y trabajaron duro por conseguirlo. Después de una larga espera, el destino dio a Tania y a su marido, no una, sino dos hijas gemelas, tan adorables como las que vi en el complejo. La alegría es grande, pero la vida diaria lenta, aunque Tania va avanzando día a día.
Me di cuenta de que aunque volvía pronto del trabajo, apenas nueve meses después de dar a luz, echaba de menos muchas cosas del contacto con las niñas. Ahora mismo intento seguir su ritmo. Soy consciente de que no se puede volver atrás en el tiempo, a pesar de que una de mis hijas ha prometido inventar una máquina del tiempo que nos vulva a todos más jóvenes algún día. Deseo que todo el mundo experimente la felicidad de tener hijos y educarles bien.
Ahora las gemelas tienen ocho años, van al colegioy a muchas actividades extraescolares: básquet los martes, tenis los jueves, clases de cine y literatura los viernes, deberes de alemán y matemáticas los sábados, y después de las clases, paseo por el parque, montar en bicicleta o patinar sobre hielo. Sus padres siempre están con ellas, y han encontrado la clave para organizar su tiempo entre el trabajo, las niñas, y actividades domésticas diarias como cocinar, limpiar y descansar. Cada miércoles Tania trabaja de la mañana a la noche en casos graves relacionados con su profesión, y al menos tres veces al año participa en conferencias científicas y congresos relacionados con la salud reproductiva, esterilidad, etc. Hasta ahora ha participado en más de 50 congresos, ha dado conferencias y ha escrito informes científicos, principalmente en Europa. Ha sido moderadora de conferencias y organizadora de congresos en Bulgaria, y desde hace tres años también en Europa: este año en Helsinki, en la Asociación Europea de Embriología Humana. Actualmente organiza dos conferencias de embriología en el 17º Congreso de Esterilidad en la Asociación Búlgara de Esterilidad y Salud Reproductiva. Su tarea incluye invitar oradores, determinar los temas, ocuparse del alojamiento, moderar en inglés, y mucho más.
A pesar de su horario completo, Tania encuentra tiempo para las emociones positivas. Esto es lo que responde cuando le pregunté cual es su momento favorito del trabajo.
El anuncio, cuando nos reunimos con las familias a las que ayudamos. La clínica se llena de niños. Hasta se me pone la piel de gallina cuando lo digo, pero en cada pasillo hay bebés y niños mayores. Suele haber risas, música y alegría. Esto me llena de positivismo, aunque mucha gente no sepa quién está detrás del laboratorio, ya que tienen contacto principalmente con los médicos. A pesar de que no nos conozcan de nombre o de cara, el encuentro tiene una gran carga emocional, porque da esperanza y motivos para seguir adelante.
La Dra. Milachich está entregada a los niños y al arte de dar vida, y esto para ella es la clave de la felicidad.
Versión en español por Marta Ros
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