Ya se ha vuelto una banalidad y hasta está causando fastidio. Año tras año, después del acceso de Bulgaria a la UE en 2007, venimos escuchando una misma cantilena con el estribillo ya obsesivo de “Reformen Vds. su Justicia, basta ya de corrupción, basta ya de crimen organizado”. El 27 de enero, la CE hizo público oficialmente su enésimo informe, en el marco del Mecanismo de Seguimiento y Verificación, en el cual se recoge el progreso hecho por Bulgaria en 2015, en la reformación de su sistema de Justicia y en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado.
Las valoraciones y las recomendaciones ya estaban previamente anunciadas, y las constataciones nos las conocemos de memoria: el crimen organizado campa a sus anchas, también están prosperando la corrupción, sobre todo en las altas esferas del poder, los juegos entre bastidores y la cleptocracia. Respecto al sistema de justicia, tras varias turbulencias en los últimos meses y los intentos que no consiguieron reformarlo por completo por medio de cambios constitucionales, el pantano del sistema de Justicia ha recobrado su calma, al menos por ahora. “Los perros pero la caravana avanza”, como quien dice.
No es que, por ejemplo, en Italia, España, Gran Bretaña y más países de la UE, exista corrupción, ni crimen organizado, pero en esos países estas lacras se insertan en el marco de ciertos límites admisibles .Además, de vez en cuando, algún ministro, diputado, magistrado u otro funcionario de las altas esferas del poder es sancionado con una pena de reclusión penitenciaria, o bien, dimite. A diferencia de lo que ocurre en Bulgaria.
Pero veamos el documento redactado con virtuosismo en el lenguaje de la diplomacia bruselense. Leemos en el mismo que los problemas en la esfera del poder judicial en Bulgaria no han sido resueltos, que el nivel de la corrupción sigue alto y que las instituciones son incapaces de afrontar los desafíos. El progreso lento en la lucha contra la corrupción, en las altas esferas del poder y en las causas penales relacionadas con el crimen organizado, sigue erosionando la confianza de la sociedad en la aptitud de los órganos nacionales para garantizar justicia, se señala, además, en el informe. Mientras tanto, Frans Timmermans, primer vicepresidente de la CE, comentaba que, en 2015, Bulgaria había dado algunos pasos importantes para volver a colocar las reformas en el orden del día. Ahora es tiempo de abordar la etapa siguiente, en la cual las estrategias para la reforma judicial y para la lucha contra la corrupción deberán dar paso a acciones que concluyan con resultados concretos.
Como es habitual, el segundo Gobierno de Boyko Borisov, que lleva ya más de un año en el poder, hizo su lectura propia y optimista del informe. En rueda de prensa Ad Hoc, Rumiana Bachvarova, viceprimera ministra y titular del Interior, manifestó que el informe de monitoreo de la CE era, en su conjunto: ”objetivo no sólo por constatar los problemas que agobian al país y los cuales todos tenemos bien claro, y trabajamos para eliminarlos, sino también con respecto a las señales positivas que la CE ha vislumbrado en las actuaciones de Bulgaria hasta el momento”. A juicio de Rumiana Bachvarova, en el tema sobre la delincuencia organizada, las objeciones, a diferencia de años anteriores, han sido de menor número. También plantó cara el viceprimer ministro, Tomislav Donchev, quien destaco que en el informe “hay constataciones, comentarios, sugerencias o alicientes claros para cada uno de los poderes y de las instituciones”. Donchev dio la voz de alarma indicando que “existe una resistencia organizada ante las reformas” y atisbó que “en tal caso es correcto que exista también un respaldo organizado”. La viceprimera ministra, Meglena Kúneva, calificó, asimismo, el informe de objetivo y prometió que “2016 será el año en que los búlgaros sentirán en forma palpable un avance efectivo en las esferas monitoreadas”. Ahora bien, ¿de quién nos vamos a fiar los búlgaros, de Bruselas o de los gobernantes patrios?
No encuentro para palabras finales una conclusión más acertada que lo que decía Nikolay Slatinski, profesor de seguridad nacional e internacional y diputado de la Magna Asamblea Nacional de Bulgaria, tras la caída del régimen totalitario a finales de 1989: “No espero que el poder estos días se vaya a hacer un harakiri. No le importa un comino el que leyendo, no los renglones sino entre líneas, haciendo análisis y meditando sobre el contexto, cualquiera se daría cuenta de que por este informe de la CE, el poder está hecho añicos. Lo que importa es lo que el poder piensa con respecto al informe. Y lo que piensa es que no ha pasado nada. Simplemente, el poder ha sido agraciado por la suerte con un – buen - pueblo”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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