En Bulgaria en Epifanía, denominada por el pueblo también Yordánovden, o sea, Día de Jordán, tradicionalmente en las aguas heladas de un río u otro embalse natural se arroja una cruz y los hombres jóvenes se lanzan a rescatarla; porque quien logre sacar el crucifijo del agua gozará de salud y de felicidad durante todo el año. Con el bautismo del agua el mundo obtiene un nuevo valor y vigor. Los llamados días impuros acaban, las fuerzas del mal son derrotadas y expulsadas, rezan las creencias.
En Epifaía, en la ciudad meridional de Kalófer, en las aguas del río Tundzha que corre a través de ésta se suele bailar una insólita danza tradicional masculina. Sin embargo, por la mañana temprano, cuando el sacerdote tenía que tirar el crucifijo en el río y los hombres, bailar y cantar su canción, se creó una energía negativa y tensión. Los varones locales se enojaron que otro grupo de hombres, huéspedes de la ciudad, se metieran primeros en el Tundzha; se llegó a altercados. Las emociones positivas de la gente local, empero, vencieron y pronto los de Kalófer ya iniciaban su baile en las gélidas aguas.
Hombres jóvenes de la ciudad de Blagoevgrad, en el suroeste de Bulgaria, ubicado a orillas del río Bístritsa, bailaron en el mismo, vestidos de trajes nacionales. El año pasado, después de presenciar el baile en Kalófer, decidieron trasladar la tradición a su tierra. Yordán Bogóev, estudiante de informática de 21 años de edad, sacó la cruz de las aguas. La suerte vino a este joven justo en el día de su onomástica –la variante búlgara del nombre Jordán es Yordán. Yordán rescató la cruz por primera vez aunque, decía, no esperaba que sucediera.
En la aldea marítima de Sinemorets, en el sudeste del país, fue establecida una plusmarca: por el crucifijo al mar se lanzó el noventañero pescador Yanko Yánkov. Él ex piloto militar se había preparado durante días para participar en la tradición, hasta había dejado el tabaquismo. Alcaldes y concejales de varios pueblos tampoco dejaron escapar la oportunidad de apuntarse a la “carrera”.
El nadador Svetlín Ivanov, de la ciudad danubiana de Silistra, por 15ª vez consecutiva fue el más rápido entre los participantes en alcanzar la cruz y sacarla del agua. Todo un récord.
En el extremo oeste de Bulgaria, en Kyustendil, 18 jóvenes participaron en el rito tradicional bajo los sonidos de la Orquesta de Metales municipal. Bajo el puente del río Bánshtitsa fue habilitado un remanso dónde llevar a cabo la tradición.
En Plóvdiv, la segunda ciudad más grande de Bulgaria, después de la capital Sofía, el crucifijo fue atrapado por Stoyán Gánev, de 38 años de edad. Por quinto año consecutivo este chófer de la villa de Jáskovo (centro sur de Bulgaria) se arroja al río, consiguiendo que en esta ocasión la suerte le sonría. También en Plóvdiv los ánimos festivos se tambalearon durante algunos minutos a causa de quejas de que algunos de los jóvenes que participaban en el rito habían tomado alcohol de más para calentarse.
Antoniy Antónov, de 25 años de edad, rescató del río la cruz de Epifanía en Sliven, ciudad en el sudeste del país. Antoniy es deportista y se dedica a la lucha y al fitness. Saltó por primera vez por la cruz en el cauce del río Novoselska.
En Varna la cruz fue arrojada al mar y rescatada por Ángelo Dimitrov, quien se lanzaba por octava vez a las aguas del mar pero rescataba el crucifijo sólo por tercera. Un total de 46 personas se lanzaron en las aguas del mar Negro en pos de la cruz en la capital marítima de Bulgaria.
En el Polo Sur también hubo rivalidad por rescatar la cruz de las aguas heladas.
En la madrugada de la Epifanía un nuevo grupo de la expedición antártica búlgara arribaba a la isla de Livingston a bordo del buque español Hespérides. Pese a la mar agitada y a las olas de 4 metros, nueve expedicionarios desembarcaron en forma normal en botes neumáticos en la costa búlgara del Continente Helado.
En Epifanía se celebra también el rito de consagración de las banderas de combate del Ejercito Nacional. Se oficiaron misas de santificación en todas las unidades de las Fuerzas Armadas de Bulgaria. Este oficio religioso se había efectuado por vez primera en la época del zar Simeón I, que reinó de 893 a 927, antes de librar éste la Batalla de Aqueloo en el año 917. Hasta la caída de Bulgaria bajo el dominio otomano, este tipo de rito religioso se efectuaba en la víspera de cada batalla que librarían las tropas búlgaras. Tras la Liberación del yugo turco la tradición fue restablecida.
El 6 de enero, un total de 151 852 búlgaros celebraron su onomástica. Según el INE, hacia finales de 2015 suman 79 354 los hombres con el nombre de Yordán en Bulgaria, y las mujeres con el nombre de Yordanka, 72 498.
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