Hacer los deberes y prepararse para el colegio no es una actividad agradable para muchos escolares, especialmente en la secundaria cuando el material de estudio es más abundante y más complejo. Es entonces cuando, por razones económicas y por falta de motivación muchos adolescentes abandonan la escuela sin haberse graduado.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, uno de cada ocho búlgaros abandona el sistema educativo de forma prematura. Este es el caso de Zoya, una joven mujer de la ciudad danubiana de Ruse que, a los 16 años decidió que estaba desperdiciando su tiempo en la escuela, y abandonó sus estudios. Empezó a trabajar en su ciudad natal, pero pronto llegaron los fracasos. Al faltarle el diploma de graduada en Educación Secundaria tenía problemas para encontrar un trabajo fijo. Después de varios desaciertos, Zoya supo de los beneficios y las posibilidades de la profesión de costurera en Ruse; en los últimos años la ciudad se ha afirmado como centro de la industria de la confección en Bulgaria. Para conseguir trabajo en este sector, Zoya necesitaba un documento de formación profesional válido. La única manera de adquirir la cualificación necesaria era volver a las aulas. Así la joven solicitó un curso por correspondencia en la Escuela Secundaria Profesional de Confección de Ruse. Allí conoció a muchas mujeres que, como ella,  creían que nunca es tarde para seguir formándose si hay un programa educativo adecuado para adultos. Las condiscípulas de Zoya eran mayormente mujeres de entre 25 y 30 años.

“La Escuela de Confección es la única en la región de Ruse que permite estudios nocturnos y forma individual de formación. Cada año un centenar de jóvenes, que tienen garantizada una buena base material y moderna, aprende la profesión de sastre – afirma Nedka Ivanova, directora de la Escuela –. Nuestros alumnos obtienen un diploma en Educación Secundaria y de cualificación profesional. Lamentablemente, el colapso demográfico ha afectado también a este sector. Hace unos diez años teníamos el doble de estudiantes que tenemos ahora. El número de graduados es muy insuficiente para cubrir las necesidades de este tipo de mano de obra en Ruse y la región. Trabajamos codo con codo con las organizaciones de los empleadores y con la unión gremial de los confeccionistas, por eso nuestros alumnos no tienen ningún problema en encontrar trabajo incluso antes de haberse graduado. Los problemas están relacionados con la migración de gente”.

También hay escuela para adultos en la ciudad de Jáskovo, en el centro sur de Bulgaria, donde la especialidad más buscada es la de Economía Forestal y Cinegética. Ingresan personas que ya tienen diploma de Educación Secundaria pero que quieren obtener un documento de cualificación. Según los requisitos de la nueva normativa, sin un certificado no pueden trabajar como forestales o en el sector maderero.

A pesar de su edad madura, Dimítar Danaílov, de la ciudad de Mineralni Bani, ha terminado recientemente un curso de 18 meses en la Escuela Secundaria Maderera y de Construcción de Jáskovo. Durante años Dimítar se ha dedicado a la marcación de árboles y a hacer entresacas en el bosque. Los requisitos normativos para la adquisición de nuevos conocimientos de quienes trabajan en los bosques han llevado a Dimítar de nuevo a la escuela.

“Los conocimientos adquiridos los aplico constantemente en cada etapa de mi trabajo diario, la formación me ayuda en todo – dice Dimítar –. Además, mantengo contacto con dos de mis profesores, ingenieros forestales, decanos de toda la región de Jáskovo. Cuando surge la necesidad les llamo y me echan una mano. En los bosques las condiciones son duras, se circula a pie por toda la zona. Es muy importante tener ganas de trabajar y de avanzar en la profesión. Por lo demás, el curso es como volver a la escuela; hay libros de texto, hay que leer, estudiar y presentarse al examen estatal. Para mi fue más fácil porque ya tenía mucha práctica, pero también se requiere mucha lectura. Sin ese diploma no puedes entrar en el bosque a talar árboles; es un trabajo responsable”.

Versión en español por Marta Ros