La Navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo, símbolo del nuevo comienzo y del anhelo de paz y armonía.

Según los textos evangélicos, Cristo nació en Belén, una pequeña ciudad en los montes de Judea. Poco antes de que el Niño Divino apareciera en este mundo, el emperador romano Augusto había ordenado realizar un censo. Todo el mundo debía ir al pueblo en que había nacido para empadronarse. José, descendiente de David, debía ir a Belén. Al llegar con María, no encontraron sitio en ninguna posada y por eso se alojaron en una cueva en las afueras del pueblo, en la cual los pastores solían guardar sus ovejas. Allí María dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre. En el instante de la Natividad, en el cielo brilló una luz milagrosa y apareció un ángel que anunció a los pastores el nacimiento del Niño que sería el Salvador.

Al evocar cada año la historia del nacimiento del Niño Jesús, recordamos el mensaje del Hijo de Dios. Él no nació en un palacio de oro sino en una cueva, símbolo del mundo sumido en la oscuridad. No encontró cobijo en Belén pero su aparición colmó el mundo de alegría.

Los pastores fueron los primeros en conocer la noticia de la Natividad de Jesucristo, y fueron los primeros en adorarle. En los iconos sus semblantes irradian emoción y sorpresa. Se desconoce el número exacto de los Reyes Magos que, siguiendo la estrella de Belén, acudieron para rendir homenaje a Jesucristo y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

Los ángeles cantan a la Natividad y obsequian sus himnos al Salvador. En los iconos, algunos de los heraldos miran hacia arriba y glorifican al Señor. Otros tienen dirigida la mirada hacia abajo y anuncian la buena nueva a los hombres.

Dicen que los días en torno a Navidad son un período mágico, fiesta de la caridad, de la eterna esperanza de que el bien reine entre los hombres. ¡Nuestro mayor deseo es que se cumplan todos los augurios de paz y luz!

Versión en español por Raina Petkova