“No hay nada mejor que el mal tiempo”. Así reza la frase popular que se ha colado en nuestra vida cotidiana a través de los clásicos del cine búlgaro. Esta es la idea que retoma y desarrolla con elegancia en su álbum “En los charcos de Sofía” la fotógrafa Elina Ninova. Al igual que todo lo bueno, este álbum, que ha ganado en poco tiempo una gran popularidad en las redes sociales, ha nacido espontáneamente, despertado por la belleza del momento.
Nos dice su autora: “Un sábado, hace dos semanas, salí a pasear. Me encanta caminar por Sofía cuando llovizna y no hay gente. Mientras paseaba con la cámara, empecé a fijarme en los charcos a mi alrededor y vi que en ellos se reflejan muchas cosas hermosas como, por ejemplo, los edificios emblemáticos de Sofía. Me parecieron muy interesantes, sumergidos boca abajo como un mundo paralelo. Empecé a buscar deliberadamente más charcos y sorprendentemente descubrí que había muchos así. Sobre todo cuando escampó y el viento amainó, el agua era clara y los charcos parecían auténticos espejos. A mi me gusta en general el agua, los ríos, los lagos. En Sofía no hay canales, pero sí charcos! Incluso tengo la suerte de vivir en una ciudad en que no todo está en un orden perfecto, que las calles no son aburridas y que en ellas se pueden encontrar muchas cosas interesantes, como charcos por ejemplo”.
El interés de Elina por la belleza de la gran ciudad con su arquitectura, su conjunto de energías, superposiciones culturales y contradicciones, los sonidos, los olores y la gente, le viene desde la infancia. Es el motor que la lleva en un momento a coger su cámara, a inspirarse en la antigua fotografía francesa urbana de los magníficos artistas del siglo XX, Henri Cartier-Bresson, Robert Dwan y otros.
Eso es lo que dice Elina: “Mi interés por la fotografía comenzó a raíz de mi interés por mi ciudad natal, Sofía. Cuando yo era estudiante, había una revista llamada “Sofía”. Era mi favorita porque traía una gran cantidad de imágenes de la ciudad, pasatiempos, artículos y ensayos. De ahí surgió mi interés inicial por la ciudad, por los detalles que a menudo pasan desapercibidos en la vida cotidiana. Y, aunque me encanta viajar y fotografiar todo tipo de cosas, Sofía sigue siendo mi tema fotográfico favorito hoy”.
Conocer el trabajo de Elina Ninova causa la impresión de que cada uno de sus álbumes (Sofia, Barcelona, París o Estambul), junto con el estilo característico de su creadora, trae su propia carga interna. Algunas de sus imágenes incluso parecen pinturas como, por ejemplo, el álbum de Roma, saturado de fotos espectaculares.
¿Qué es necesario para que una fotografía transmita con la máxima precisión el alma de una ciudad? “Por trillado que suene, es necesario amar a la ciudad. Tienes que mirarla con buenos ojos, sólo entonces se puede sentir su alma. Y cómo la recrearás es algo que depende de muchos factores. Tengo una cita favorita de Ansel Adams, que dice que la imagen no es sólo hacer clic con una cámara. En ella, sin ser conscientes, ponemos los libros que leemos, las películas que vemos, la música que escuchamos, e incluso la gente a que amamos. Cada imagen se ve a través de nuestros propios ojos”, dice Elina Ninova.
¿Cómo es el encuentro entre el artista y el fotograma único? Se busca, o es él que encuentra a Elina? “Más bien, él me encuentra a mí, aunque también me gusta mucho la fotografía dirigida, la que se hace con modelos. Por ejemplo, en las páginas web rusas se pueden ver cosas increíblemente bellas e interesantes, imágenes que cuentan historias enteras, toda una película concentrada en un fotograma, y realmente las admiro. Pero yo personalmente no lo hago. Me gusta inmortalizar el momento espontáneo. Pasear por la calle y, al notar algo interesante, captarlo con mi lente", contó a Radio Bulgaria la maestra del encuadre Elina Ninova.
Versión en español por Marta Ros
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