Irina de Tabaco, Zhana de El Inspector y la noche, Lisa de El ladrón de melocotones, Tinka de El muchacho se vuelve hombre... Sus papeles en el cine suman más de medio centenar, aunque siempre mantuvo que su pasión es el teatro; y en el mundo del celuloide y del teatro existe una regla común: que los actores realmente grandes son aquellos que conservan su naturalidad, son muy terrenales y que no pierden la cabeza cegados por la luz de los focos. Nevena Kókanova es de este tipo de actores.
“Nunca contesté con precisión una de las preguntas que me hacen constantemente con respecto a mi profesión: ¿qué papel me gustaría interpretar? –decía la actriz–. Complacía a los entrevistadores con definiciones como "complicado, contemporáneo, conflictivo". Sin embargo, buscando la respuesta para mí misma, me fascino ante la exuberancia que ha creado el concepto de "mujer". Hurgando en él, me aproximo a su esencia y su principio. Combinando el gran inicio del género humano y una multitud de cosas relacionadas con el ser humano, ella (la mujer) enaltecida hasta Dios, reflejada en la historia y marchando por las calles de nuestros días sigue siendo eterna. A esta mujer eterna quisiera interpretar. Y si mi paleta artística dispone de los medios de expresión necesarios para transmitir las profundidades de este mundo femenino y su esencia, me sentiría orgullosa de que soy una mujer”.
Difícilmente se podría señalar a otra actriz en el cine búlgaro que encarne hasta tal punto la feminidad absoluta. Además de belleza y una fotogenia excepcional, Nevena Kókanova posee la suavidad especial, la dignidad y la timidez interior que emana de un icono. No es sorprendente que, después de ver en el concurso en Cannes la película Tabaco, un periodista sueco exclamara: “¿No les parece que la protagonista es más hermosa que Sophia Loren?”
Nevena Kókanova nació en Dúpnitsa el 12 de diciembre de 1938. Su padre había sido oficial del Ejército Real y había prestado servicio en el cuerpo búlgaro en Macedonia y después del 9 de septiembre de 1944, cuando en Bulgaria se estableció un régimen pro-soviético, a pesar de ser absuelto, fue enviado al campo de concentración de Bélene. Su madre pertenecía a la familia aristocrática austríaca Von Heldenberg. La futura estrella estudiaba en la Escuela Media de Comercio cuando participó por primera vez en una película, como extra. Más tarde se presentó al examen de ingreso en el Instituto Superior de Arte Teatral, hoy Academia Nacional de Arte Teatral y Cinematográfico, pero la comisión de admisión no evaluó su talento. No obstante, la falta de visión del jurado académico no resultó fatal gracias a los teatristas de Yámbol. El director del teatro de esa ciudad quedó tan impresionado con ella que la invitó en su compañía. Nevena se incorporó a ésta con apenas 17 años de edad, y enseguida le confiaron el papel de Julieta.
La actriz siempre afirmó que tres personas sustituyeron los estudios en el Instituto Teatral: su esposo, el director de cine Lubomir Shárlandzhíev, y los actores Grigor Váchkov y Apóstol Karamítev. Del último Kókanova decía: "De él aprendí tanto como si hubiera terminado cinco academias teatrales”.
¿Y qué es lo que decían de ella los realizadores? “Nevena era una actriz que sabía agarrar de magnífica manera la emoción que le pasaban. Viendo la emoción que uno mostraba, captando en su voz lo que sentía en ese momento, lo devolvía de inmediato ante la cámara. Pero lo hacía refractándolo a través de su paz interna mediante el texto que tenía que decir”, comentaba el cineasta Valo Rádev, que dirigió a Nevena Kókanova en uno de sus papeles más memorables, el de Lisa de la película El ladrón de melocotones.
La información sobre la vida privada de la actriz es escasa ya que era muy reacia a que se publicara su biografía. Kókanova conoció a su esposo en el plató. A partir de aquel momento el realizador la colocó en el centro de su obra y de su vida. Lubomir Shárlandzhíev era muy exigente con ella y no hacía concesiones; no le encargaba un rol si no encajaba en éste. Sus notables actuaciones en de Tabaco y El ladrón de melocotones le trajeron una serie de premios. Sin embargo, parecía que los fuertes personajes de Irina y Lisa empezaban a pesarle. Después de estos papeles emblemáticos interpretó varios otros de mujeres hermosas e incluso fatales, y empezó a sentir que comenzaba a repetirse. La salvó del trance su esposo que en su película Con olor a almendras la convirtió de una mujer fatal en una amante estrujada. Por su interpretación en este filme, en el Festival Internacional de Cine de Varna 1967 Kókanova nuevamente fue premiada como Mejor Actriz.
Nevena Kókanova es, además, la primera actriz búlgara con papeles escritos especialmente para ella. La escritora Blaga Dimitrova pensaba precisamente en ella al planear adaptar para el cine su novela Desviación. También para Kókanova escribió su guión Memoria para la gemela el gran poeta búlgaro Konstantín Pávlov, que incluso dio a la protagonista el nombre de la actriz, Nevena. Lamentablemente, Konstantín Pávlov resultó ser un mal profeta. La enfermedad que padece la heroína en la película se llevó sin tiempo también a la primera dama del cine búlgaro. Nevena Kókanova murió de cáncer en el año 2000, a la edad de 61 años.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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