Se les denomina “monumentos de la época totalitaria” o “arte socialista” y son un legado del pasado reciente de Bulgaria que sigue trazando una línea divisoria en la sociedad. Y aunque los años que pasan nos alejen cada vez más de la caída del régimen comunista, en importantes fechas históricas sus símbolos monumentales no dejan de amanecer “disfrazados” bien en un arrebato creativo de algunos ciudadanos, bien como blanco de actos de vandalismo.
“El patrimonio socialista, un patrimonio en riesgo” fue el tema de una mesa redonda que reunió en Sofía a arquitectos y activistas próximos a la idea izquierda. El evento fue organizado por el Comité Búlgaro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), con invitado especial Jörg Haspel, profesor de historia y arquitectura y presidente de la Comisión Alemana de ICOMOS.
Entiendo a la gente que se opone a este legado arquitectónico ya que le asocian con recuerdos de sufrimiento y represión durante la época totalitarista, pero también creo que es muy importante preservar estas reliquias como muestras de nuestra memoria histórica –dice el Prof. Haspel y agrega que en ambos países hay resistencia para reconocerlas como parte del pasado totalitario– . La situación es similar porque en Alemania la gente responsable de lo ocurrido antes de la caída del Muro de Berlín, así como sus sucesores evitan criticar esta parte de la historia. Además, en ambos países se han producido hechos similares: en Sofía fue demolido el mausoleo de Jorge Dimítrov, y en Berlín, la estatua de Lenin. Sin embargo, actualmente nosotros estamos tratando de hablar sobre aquel período histórico, criticarlo y analizarlo.
El legado socialista está a nuestro alrededor y es mucho más de lo que ha sido creado en los 25 años de la transición –opina el arquitecto búlgaro Tódor Búlev. En sus palabras, uno de los riesgos ante esta herencia es no servirnos de ella de la mejor manera o destruirla– . Donde el entorno es altamente ideológico el riesgo es particularmente alto debido a la interpretación ideológica. Algunos monumentos son considerados símbolos del período de 1944 a 1989 a pesar de que ello no siempre es justificado. Por ejemplo, el tema del monumento 1300 años Bulgaria es muy general y no tiene que ver con el comunismo. Las cosas se ponen peor cuando se trata de edificios relacionados con el Partido Comunista Búlgaro y su presencia en la sociedad. El mausoleo de Jorge Dimítrov fue derribado de manera bárbara. Otro símbolo similar, el monumento en el pico de Búzludhza desde hace años está en el abandono y se ha convertido en unas ruinas. A mi juicio, los objetos de arte plástico-monumentales de la época anterior deben ser examinados en base a su valor cultural, histórico y estético, tanto más que fueron creados por artistas con talento. No deberíamos tratarlos a la ligera.
Preservar los monumentos es de la incumbencia del Estado pero éste no puede protegerlos contra manifestaciones de la sociedad civil y actos que expresan la conciencia ciudadana. ¿De qué se trata en realidad: de un acto delibertad o de profanación?
Depende del momento histórico –dice el Prof. Haspel– . En los primeros meses posteriores a la caída del Muro de Berlín la gente destruía estos monumentos pues en aquel momento era una expresión de su sentimiento de libertad. Pero más tarde nos dimos cuenta de que destruirlos como el Muro significaría destruir la memoria histórica. Para los investigadores, así como para todo el mundo es más relevante poder rozar físicamente un monumento o un edificio en vez de leer acerca de ellos. Esta es la razón de conservar también los archivos del socialismo con el fin de estudiarlos, de atesorar la memoria, para entender mejor lo que sucedió.
Según el Prof. Haspel, los monumentos del pasado totalitario deberían conservarse en el lugar en que fueron erigidos porque tienen un vínculo con la historia del respectivo sitio. No obstante, la actitud de la gente hacia ellos podría manifestarse de diferentes formas, incluida la de pintarlos de colores.
Es también una forma de repensar estos monumentos –prosigue el Prof. Haspel–. La parte prohibida del Muro de Berlín también fue pintada por artistas y actualmente se ha convertido en una especie de galería de arte. O sea, por una parte hemos preservado este monumento histórico, y por otra, le hemos dado una nueva apariencia. En realidad, estas acciones son una especie de postura y de crítica hacia nuestra herencia histórica, y hemos de reconocer su importancia.
Nadie puede elegir el país donde nacer pero sí puede reflexionar sobre su destino y sacar conclusiones. Para que esto suceda necesitamos precisamente de estas reliquias, para que nos ayuden a comprender cómo se ha manipulado la historia para convertirla en una herramienta al servicio de los regímenes totalitarios, concluye el Prof. Jörg Haspel.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES
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