El 24 de junio la Iglesia Ortodoxa conmemora el nacimiento del santo y profeta Juan Bautista que casi coincide con el solsticio de verano, el día más largo del año. Igual que el solsticio de invierno, próximo a la Pascua de Navidad, desde tiempos más remotos este día se celebra con ritos solemnes por toda Europa. En nuestras tierras la fiesta es famosa con el nombre de Eniovden o Yanevden. Aunque se trata del profeta cristiano, San Juan Bautista, en las canciones y creencias folclóricas vemos una imagen más diferente, la de Enio o Yanio, un héroe mítico, vinculado a la fuerza del sol que trae fertilidad, salud y feliz vida a los recién casados. Se cree que este día la energía del Sol es más potente y de una manera mágica se transmite al agua y a las hierbas curativas.
Según las creencias populares, precisamente el día de San Juan, el sol llega al punto final de su camino hacia el verano, descansa y emprende el camino de regreso hacia el invierno. Se detiene por poco en el firmamento, brilla y juega. Quien lo vea en este instante será bendecido. Por esto, según las creencias populares, debemos levantarnos en la madrugada para recibir la salida del Sol al aire libre.
Se cree también que el Sol se baña en los ríos y en los lagos, y sus aguas se hacen más curativas. En tiempos pasados jóvenes y ancianos procuraban bañarse en el cercano río o lago cuando salía el Sol. Había unos manantiales mágicos que brotaban solo el día de San Juan y sus aguas curaban todo tipo de enfermedades. Los etnógrafos informan que han sido testigos de similares fenómenos que suenan de una manera inverosímil para el hombre moderno. El día es importante también para los buscadores de tesoros: en sus vísperas los tesoros enterrados, que son un equivalente simbólico del Sol, irradian una llama azulada.
Las hierbas curativas ocupan un importante lugar en la fiesta. Deben ser recogidas antes de la salida del sol cuando tienen mayores propiedades curativas. En las primeras horas del día mozas, desposadas y abuelas acudían a los campos para recoger hierbas curativas. De éstas hacían ramos que colgaban en sus casas para que les cuidaran de males, enfermedades y magias. De estas hierbas se hacían infusiones para los enfermos.
El día de San Juan se hacían adivinanzas para amor y casamientos. En diferentes partes del país las mozas utilizaban distintas técnicas para adivinar con quién se casarían. En algunos lugares amasaban pan con harina robada y ponían un trozo debajo de la almohada para ver al hombre que aparecería en su sueño y que sería su marido. En otros lugares dejaban un espejo en la cubierta de la casa y el mozo que lo trajera en su sueño sería su futuro esposo.
Otro rito popular consta en hacer ramos de flores en la noche que precede la fiesta cantando canciones rituales. Las mozas llenaban un recipiente de agua en casa de una ellas. Cada una dejaba su ramo marcado con una señal especial en el recipiente y en la madrugada con dedicaciones rituales se adivinaba qué marido le tocaría.
Versión en español por Hristina Taseva
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