El Consejo de Ministros reconfirmó su decisión, de diciembre de 2014, de aumentar el salario mínimo a partir del 1 de enero a 180 euros y desde el 1 de julio a 190. El aumento es mínimo – en los dos casos son 10 euros mensuales para el presente año. Este paso, insignificativo y netamente formal, provocó una tormenta de reacciones contradictorias en el país.
Según la ley, tales decisiones socio-económicas deben ser aprobadas por el Consejo Nacional de Cooperación Tripartita, en el que participan el Gobierno, los sindicatos y los empleadores. El primer intento del ministro de Trabajo y Política Social, Ivailo Kalfin, del partido de izquierdas, ABV, de recibir este apoyo fracasó debido a la resistencia del empresariado. A fin de cuentas, el Tribunal Administrativo Supremo suspendió esta primavera la resolución del Consejo de Ministros de aumentar el salario mínimo por no ser aprobado por el Consejo Tripartito.
El ministro Kalfin, sin embargo, no desistió de su idea y, ayer, logró que el Gobierno apruebe una segunda resolución para aumentar los ingresos mínimos de los trabajadores en Bulgaria. Su principal argumento fue y es que el salario mínimo no puede ser inferior al umbral de pobreza, calculado oficialmente en 143 euros mensuales per cápita para este año.
Estas cifras pueden sonar absurdas para mucha gente de los países más ricos en la Unión Europea y en el mundo. Pero esta es la realidad en el país más pobre de la UE, en el que, alcanzar un salario promedio de 400 euros se considera como un enorme logro económico y social. Y esto es así, ya que la mitad de la población de Bulgaria (7 millones aprox.) reciben al mes 180 euros. Dentro de pocos días, sus empleadores deberán aumentarles los sueldos en al menos 10 euros. De no ocurrir así, serán sancionados por violar la ley. En los países más ricos, el salario mínimo tiene una importancia estadística, pero para Bulgaria es muy importante porque afecta a mucha gente. Además, el salario mínimo se utiliza como base para calcular diferentes ayudas sociales y tasas.
Al aumentar el salario mínimo, el Gobierno se confrontará con muchos influyentes círculos empresariales. Es muy probable que los empresarios intenten encontrar formas para evadir las nuevas reglas. El ministro de Trabajo y Política Social, Ivailo Kalfin, sin embargo, defiende a toda costa su idea por ser de izquierdas y, además, el primer ministro, Boiko Borisov, lo respeta mucho por ser representante del partido ABV – socio moderado en la coalición. Puede que el ABV sea un partido de poco potencial electoral, pero sus electores podrían ser de importancia decisiva en los próximos comicios municipales.
Además, el primer ministro Borisov, de derechas, frecuentemente es criticado por su insensibilidad social y con esta jugada populista gana puntos entre los electores de izquierda y los socialmente vulnerables. De cualquier forma, el aumento del salario mínimo tendrá un efecto insignificante en los gastos estatales y el Presupuesto, el que, justo ahora, se desborda por los ingresos que están entrando y puede permitirse gastar un poco de dinero.
Versión en español por Ludmila Sávova
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