Desde las fotografías en blanco y negro de la biblioteca digital europea, Europeana, observa lamirada inteligente y evaluadora de Dora Gabe, una de las personalidades más interesantes de la cultura búlgara. Su obra literaria no es parte sólo de los valores culturales nacionales, sino también de la memoria, historia y patrimonio cultural europeos. La vida de la poetisa parece una novela: con amores apasionados yseparaciones dramáticas, encuentros interesantes, viajes... Una vida que duró casi un siglo: de 1888 a 1983.
“La poesía está en la esencia más profundade las cosas y de los fenómenos – dice Dora Gabe reflexionando sobre la poesía en un registro del Archivo Sonoro de Radio Nacional de Bulgaria –. Saca al ser humano de la monotonía eternamente recurrentede la vida cotidiana, lo salva del veneno de la vanidad, de la mezquindad del egoísmo humano, del aburrimiento. La poesía está en todo lo que nos rodea: en lo visible y lo invisible, lo bello y lo feo, en la ira y la humildad, en el odio y el amor. Está en la vida en general: material y espiritual. Si la humanidad tuviera ojos para verla y percepción para sentirla; si llegara a necesitar la poesía como necesita el aire y el sol, no habría derramientos de sangre. Si hasta en las guerras, el enemigo podía ver la poesía del heroísmo y de la valentía, la enemistad se derretiría y la crueldad se calcinaría por sí sola”.
Intelectual europea, fundadora y presidenta durante muchos años del PEN Club búlgaro, Dora Gabe es un fenómenodeslumbrante en la poesía búlgara del siglo XX.Es hija de un inmigrante, político y economista ruso. Terminó el bachillerato en Varna, la capital marítima búlgara, en 1903, y se dedicó a estudiar ciencias naturales en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid”; pero la atraía la literatura y Dora Gabe se orientó hacia las Humanidades. Mientras estudiaba filología francesa en Ginebra y Grenoble, comenzó a publicar poemas en las revistas “Mísal” (Pensamiento), “Demokratichen pregled” (Revista Democrática) y “Novo obshtestvo” (Sociedad Nueva).
En el plan literario, Dora Gabe se formó bajo el ala del gran poeta búlgaro, Peyo Yávorov, que le fue presentado por la poetisa Ekaterina Néncheva. “Ud. nació para ser poetisa", en estos términos se dirigió el vate a Dora Gabe al leer sus poemas, escritos aún siendo alumna en la escuela secundaria. De la amistad entre los dos nacieron fuertes pasiones.Años más tarde la poetisa confesaría: “El ser humano necesita de un gran amor. Para toda su vida, solamente de uno. Yo amo de verdad sólo a Yávorov”.
Un día, la poetisa Ekaterina Néncheva me dijo que Yávorov nos invita a la Biblioteca Nacional de la que, en aquel entonces, era secretario – cuenta la poetisa –. Ante mi asombro cómo podía saber Yávorov de mi existencia, Néncheva confesó que, a escondidas de mí, le había llevado la libreta con los versos que yo había escrito en la escuela, los leyeron juntos y él había hecho un comentario benevolente sobre ellos. “Hay algo en esto – había dicho él –, que venga, tráigala”. Pasaron algunos días. Yo segía obstinándome, hasta que un día topamos con Yávorov en la calle. “¿Por qué no vino? –preguntó, mirándome un poco condescendiente –. La he estado esperando”. Me había estado esperando, a mí ... Sonaba increíble. La influencia que ejerció Yávorov sobre mis primeras incursiones en la poesía, durante mi más temprana juventud, definió lo que caracteriza mi forma de escribir: el lenguaje conciso y lacónico, tanto en mis poemas infantiles como en los versos para adultos, inclusive en la prosa. Con esto quedé fiel a mi maestro. Cuando alguna de mis obras resultaba exitosa, mi pensamiento y mi sentimiento de gratitud siempre eran para Yávorov, y mi recuerdo de él siempre está vivo. Una vida no basta para retribuir a un maestro como Yávorov”.
El otro hombre importante en la vida de Dora Gabe es el crítico, Boyán Pénev, con quien tiene una fuerte conexión intelectual. Pénev es el compilador de su primera colección de poemas, “Violetas”, y más tarde se convirtió en su marido. De 1911 a 1932, Dora Gabe reside en varias ocasiones, con él o sola, en el extranjero: en Polonia, Alemania, Suiza, Austria, la República Checa, Francia, Inglaterra. En aquella época la poetisa era el mejor traductor búlgaro del polaco. Hasta el final de su vida, traducía también poesía del checo, ruso, francés y griego. Sin embargo, su herencia poética es lo principal que le designa un lugar notable en la historia literaria búlgara.
Dora Gabetiene gran aporte en la creación de obras para niños, género en que debutó en 1921. Más tarde, sus obras para los más pequeños se convirtieron en clásicos. Durante décadas miles de lectores búlgaros descubren algo muy personal en el mundo creativo de una de las más grandes damas de la poesía búlgara.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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