El 16 de abril se cumplen 90 años desde el atentado en la Catedral de Sveta Nedelia, de Sofía, uno de los atentados políticos más sangrientos en la historia mundial. Los acontecimientos de abril de 1925 son una página trágica de la crisis política que se produjo en Bulgaria después de su derrota que sufrió durante la Primera Guerra Mundial. En junio de 1923 el Gobierno de la Unión Agraria, de izquierdas, que cometió varios errores, fue derrocado con un golpe de estado militar y fue aniquilado el intento de una sublevación contra el nuevo Gobierno de derechas. El Partido Comunista se incorporó a los acontecimientos con demora a causa de la fuerte presión de la Internacional Comunista que valoró erróneamente la situación en Bulgaria. De este modo la insurrección del mes de septiembre en ese mismo año, encabezada por el Partido comunista, fue aplastada también. Sin embargo, el partido continuó el curso de una lucha armada.
En mayo de 1924 en la montaña Vitosha tuvo lugar una conferencia durante la cual fue creada una organización militar ilegal encabezada por el mayor, Kosta Yankov.
Según señala en una entrevista a Radio Bulgaria el catedrático Ludmil Spasov, las posibilidades revolucionarias estaban restringidas, la Unión Agraria y los comunistas fueron derrotados en 1923.
“Los agentes soviéticos que llegaron a Bulgaria en 1924 constataron que los comunistas en este país suman unas 2 a 3 mil personas de las cuales 800 se encontraban en Sofía”.
En Bulgaria se libraba una silenciosa guerra civil, cuyas víctimas de los dos bandos, con mayor frecuencia murían a causa de atentados. La derecha gobernante con primer ministro, Alexander Tsankov, también utilizó métodos terroristas y probablemente algunos asesinatos políticos fueron perpetrados por los servicios represivos del Estado. A finales de 1924, la organización militar de los comunistas estaba ideando un gran atentado con el cual atestar un golpe contra el aparato represivo del Estado. Al mismo tiempo, señala el catedrático Spasov, en el país se estaba preparando un golpe de estado contra el Gobierno de Tsankov, preparado por generales de la izquierda y miembros de los agrarios de derechas. Moscú, que estaba al tanto de todo esto, aconsejó al Partido Comunista que apoyara este golpe de estado. Sin embargo, los comunistas búlgaros supusieron que el atentado sería un preludio hacia una insurrección popular general pero tal sublevación no se organizó.
Los acontecimientos se desarrollaron vertiginosamente y salieron de control. Fueron matados algunos políticos de la izquierda. El 14 de abril de 1925, la Internacional Comunista, por fin, tomó la decisión correcta aconsejando a los comunistas búlgaros que abandonaran la sublevación armada. Pero ya era demasiado tarde. Ese mismo día en Sofía fue asesinado el general Konstantin Georgiev. El objetivo era que durante su funeral, cuando se reuniera toda la elite del Estado, hacer estallar la catedral. Ejecutó el atentado la Organización Militar del Partido Comunista Búlgaro.
“Konstantin Georguiev no era una persona cualquiera. Aparte de ser un alto militar, fue presidente de la Unión Democrática, el partido gobernante, lo que significaba que durante su funeral en la catedral de Sveta Nedelia, donde ya se encontraban 25 kilogramos de dinamita, se reuniría toda la elite política y militar”, señala Ludmil Spasov. “Así sucedió, el 16 de abril, a las 15 horas, comenzó la misa. Hubo una verdadera multitud, entre militares, diputados, ministros, banqueros, personalidades de la vida cultural y económica y el metropolitano Stefan pidió a los presentes que se acercaran al ambón para que pudieran entrar quienes seguían viniendo. A las 15 horas 20 minutos se produjo la explosión. Hubo también una cantidad insignificante de gas venenoso. En la catedral murieron 130 personas, posteriormente a consecuencia de sus heridas y el envenenamiento murieron más. El número total de los muertos es 213 y de los heridos 500”.
Como respuesta a la tragedia, las autoridades iniciaron protestas en masa. Fueron matadas muchas personas, entre ellas muchos intelectuales que no participaron en la lucha armada como, por ejemplo, el periodista Yosif Herbst y el poeta Geo Milev, brillante representante del modernismo búlgaro. Así, el mes de abril de 1925 marca la más trágica división de la nación búlgara que se produjo jamás.
Versión en español por Hristina Taseva
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