“Se trata de un libro escrito hace 30 años”, dice Katia Zografova, directora del Museo Nacional de Literatura al referirse a la publicación que recientemente ha visto la luz, titulada “Famosos, olvidados y prohibidos”. Califica esta publicación de “Libro de mi vida”. Se le conoce a la señora Zografova como “la abogada de las personalidades injustamente olvidadas por la historia”. Ella cree que autores, actualmente completamente olvidados o bien proscritos por razones políticas en la época del régimen socialista como Raiko Alexiec, Chavdar y Fani Popova-Mutafova también cuentan con las virtudes literarias para ser incluidos en el grupo de los famosos.
“Aun cuando me refiero a autores clásicos aspiro a sobreponerme y combatir algún mito pernicioso y mostrar archivos, correspondencia y diarios desconocidos. Es que mi labor en el museo me brinda este punto de vista un tanto más distinto para enfocar la historia literaria. Creo que en la época de descomunales manipulaciones la atención al documento es esencial aunque también éste pueda ser falsificado o cambiado. Sin embargo, andando en pos de la justicia y la verdad, procuro siempre encontrar la información inicial, o sea, las fuentes en los archivos, las huellas documentales”.
Llamada jocosamente Homo Archivarius, Katia Zografova bucea en el legado dejado por ilustres autores patrios como Vazov, Yanorov, Yovkov, Smirnenski, Dimiar Dimov pero también indaga en los documentos relacionados con otros autores, menos conocidos pero de igual valía literaria como, por ejemplo, autores que vivieron como emigrantes, entre ellos Boris Shivachev y Matvei Vulev.
“Lo más valioso de los autores emigrantes nos lo ofrece nuestro fondo de archivo que recoge las sobras infinitamente talentosas del escritor y artista del pincel, Boris Shivachev, quien había emigrado en los años 20 del siglo pasado a América Latina, señala Katia Zografova. Él residió 4 años en la Argentina. En su camino de regreso fue instigador a bordo del barco en que iba de un motín de los pobres porque era un hombre muy justo y humanitario. Por aquel acto sufrió una tremenda paliza y estuvo a punto de morir por ella. Su salud quedó destrozada para siempre. Al retornar a Bulgaria tuvo que ser colocado en una especie de pila escayolada. En aquel duro trance y haciendo ingentes esfuerzos de voluntad escribió sus excelentes libros. Shivachev es autor de “El río de La Plata”, de “Cartas de América del Sur” y también del libro “El inventor”, que es la primera novela cosmopolita y homosexual en las letras búlgaras. Justamente en el momento en que ya había cobrado popularidad y se había granjeado el cariño de los lectores abandonó este mundo siendo aún una persona joven. Es un hecho estremecedor el que cuatro años después de la desaparición de este autor excelente y talentoso, al que desgraciadamente se le sumió en el olvido, siguieron llegando a Bulgaria, a su dirección postal y procedentes de América Latina, libros cuyos autores le pedían a Shivachev su opinión y valoración de sus obras. Hay que decir que Boris Shivachev fue un crítico literario talentoso y gran conocedor y amante de la literatura de autores hispanohablantes. Él hizo la primera traducción al búlgaro de la novela “Doña Luz” del autor clásico español Juan Valera. Además, solía escribir reseñas críticas y ensayos que versaban sobre la obra de diferentes autores hispanohablantes y los problemas literarios. Como artista del pincel, Shivachev ha dejado interesantes obras pictóricas. Falleció a la edad de apenas 30 años”.
Es el anterior sólo uno de los ejemplos en los cuales la literatura búlgara tiende puentes a las literaturas extranjeras. “Si tuviera que definir mi libro en una sola frase diría que es libro del diálogo entre la literatura búlgara y las demás literaturas europeas”, señala Katia Zografova. A los lectores de este libro les resultará interesante conocer la influencia que han ejercido en Bulgaria insignes autores escandinavos como Ibsen, Strindberg, Andersen, o bien, autores eslavos como Lermontov y Kasprovich.
Versión en español por Mijail Mijailov
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