La moneda búlgara, la leva, está anclada al euro en el tipo de cambio. Esto significa que si la moneda europea empieza a perder valor, lo mismo ocurre con la moneda búlgara, y viceversa. Lamentablemente (hay quienes dicen felizmente), en los últimos días el euro se ha abaratado drásticamente frente al dólar estadounidense, la moneda más potente y dominante en el mundo.
Las razones para ello son múltiples y no cabe analizarlas aquí. Para Bulgaria y su economía abierta, o sea, fuertemente dependiente de la importación y la exportación, son más importantes las conclusiones prácticas y los resultados concretos de esta tendencia que seguirá al menos hasta septiembre del año que viene según los planes del Banco Central Europeo.
En Bulgaria la mayoría de los pagos se realizan en moneda nacional, pero una enorme parte de de los productos son de importación, o sea, que sus precios dependen de los tipos de cambio actuales. Esto es válido para una gran parte de la industria que trabaja para satisfacer exportaciones: también en este caso los tipos de cambio son de gran importancia porque de ellos dependen los ingresos de los exportadores.
Al ser Bulgaria un país miembro de la UE, más del 60 % de su comercio exterior se realiza en el marco de la Unión, con socios comerciales comunitarios. En este caso, los pagos se realizan en euros y no hay problemas con el tipo de cambio de la leva, que es fijo. Queda, sin embargo, un 40 % del comercio internacional de Bulgaria que proviene y está destinado a terceros países. En el intercambio comercial con ellos, en la mayoría de los casos, los pagos se realizan en dólares estadounidenses, muy caros en la actualidad.
Teóricamente, esto significa que los precios en dólares de los productos búlgaras destinados a la exportación caen y esto debería traducirse en un aumento de su demanda. Por consiguiente, los exportadores deberían ganar más a causa de un mayor volumen de ventas. Sin embargo, los datos no confirman esta teoría y muestran que sólo en enero de 2015 las exportaciones búlgaras a terceros países se ha reducido en 2.5 %, comparación hecha con el año anterior. La conclusión es que de momento los exportadores búlgaros no pueden aprovechar la ventaja competitiva de un Euro barato.
Por otra parte, según las reglas del juego, la demanda de los productos caros adquiridos con dólares debería disminuir por parte de comerciantes búlgaros, recelosos de no poder revenderlos después en el mercado nacional, muy sensible por cierto. Sería lógico esperar también que las importaciones búlgaras de terceros países se reduzcan. Las estadísticas oficiales lo confirman: la reducción en enero es del 10 %, comparación hecha con el año anterior.
Hay, sin embargo, algunos productos importados, sobre todo de terceros países y en particular de Rusia, cuya importación se mantiene relativamente constante. Se trata del petróleo y el gas. Bulgaria adquiere casi el 100 % de esta energía primaria de Rusia y paga los suministros en dólares. Además, se trata de muchos dólares: de momento hemos pagado más de 4 mil millones de dólares por año.
Últimamente, los precios del petróleo cayeron bastante y esto incluso se podía sentir al pagar la cuenta en la gasolinera. Pero eso fue antes del colapso del euro y del aumento del valor del dólar norteamericano. Ahora, incluso si el petróleo siguiera abaratándose en el mundo, los conductores ya no podrían disfrutar de un precio más bajo de la gasolina debido al elevado valor del dólar. Es lo que vemos en la práctica: los precios de los carburantes en Bulgaria ya han empezado a crecer de nuevo. Esta tendencia se observa también en el mercado de electrodomésticos que vienen básicamente de los países asiáticos, los cuales comercian principalmente en dólares.
La conclusión es que en la actualidad el abaratamiento de la moneda nacional frente al dólar tiene un efecto más bien negativo para la empresa búlgara, que de momento no logra aprovecharse de las nuevas ventajas comparativas que ofrecen estos tipos de cambio. A final de cuentas, para el consumidor, el dólar más caro se traduce en el alza de muchos precios que, además de desagradable, resulta difícil de soportar por el búlgaro a causa de su escasa solvencia.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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