Evidentemente, los graves problemas del sector público de la industria energética de Bulgaria reclaman una solución urgente, que no podría ser aplazada ni un solo mes más, luego de que este fin de semana el primer ministro Boiko Borisov advirtiera que “de no tomar soluciones ahora mismo y hasta junio, no podremos salvar el sector energético del colapso”.
La liberalización y la privatización son las drogas que, según los gobernantes, podrían curar el sector público de la industria energética: este enfermo de gravedad y en cama que tenemos en la economía búlgara. De su enfermedad nadie duda, ni mucho menos, y están de acuerdo en este punto tanto la opinión como las fuerzas políticas. El sector de energía ha acumulado una deuda de casi 2 mil millones de euros que, según la ministra de Energía Temenushka Petrova, la Compañía Nacional de Electricidad no podría pagar por sí sola. A pesar de ello, esta sociedad pública sigue engrosando su endeudamiento al generar electricidad más de la necesaria y venderla a un precio inferior a su costo.
El abastecimiento con gas también es controlado por el Estado y en este ámbito se ha llegado al punto de que no hay banco dispuesto a conceder ni un solo crédito a la compañía nacional Bulgargas dudando de su solvencia. Los problemas se han ido acumulando a lo largo de los años, reconoció la ministra de Energía al presentar su informe en el marco del balance de los 100 primeros días del Gabinete Borisov-2.
La primera tarea y la más urgente para salvar a la Compañía Nacional de Electricidad fuertemente endeudada, sería encontrar de alguna parte dinero para pagar sus deudas. Esto le permitiría estabilizarse pero solo provisionalmente si no se realizaran en paralelo y con celeridad reformas radicales en su seno.
Lo más urgente sería adoptar medidas para liberalizar el mercado de electricidad y privatizar el Holding Energético de Bulgaria (BEH) que tiene en su posesión y administra el sector público de la industria energética nacional. El Ministerio de Energía ha relanzado la idea de privatizar entre el 15 y el 20 % del Holding y ha informado que continúa trabajando sobre ello haciendo los cálculos y análisis pertinentes. Aún no está claro si las acciones del Estado serían vendidas en la Bolsa de Valores de Bulgaria, bastante floja en estos momentos, o en alguna bolsa en el extranjero, de mayor prestigio y liquidez. Hasta que sean esclarecidas todas estas cuestiones, se han de adoptar con urgencia medidas que, en este año de elecciones municipales, no provoquen un aumento del precio de la luz.
Las primeras de ellas se aplicarían hasta finales de marzo. Contemplan excluir del precio final de la electricidad la energía generada por las centrales termoeléctricas de las fábricas y las empresas de calefacción por ser demasiado cara.
La compañía energética ContourGlobal, propietario mayoritario de la Central termoeléctrica “ContourGlobal Maritza Iztok3”, suscribió un memorando de entendimiento, con el que confirma sus intenciones de iniciar diálogo con la Compañía Nacional de Electricidad (CNE) en referencia a posibles cambios en el contrato a largo plazo, según el cual, la central vende energía eléctrica a la CNE.
El Ministerio de Energía contempla, asimismo, preparar reformas en la normativa reguladora la venta de los llamados “certificados verdes” (o sea, los permisos para instalar parques eólicos y sistemas solares) y apretar el cinturón en las sociedades energéticas estatales. Se reducirán considerablemente las preferencias que benefician a los productores y proveedores de energía verde.La liberalización del mercado de energía eléctrica hasta finales de este año es, en la práctica, el segundo medicamento de la receta para salvar el sector público de la industria energética nacional. Se trata de permitir que los consumidores puedan optar entre diferentes proveedores de energía eléctrica.
Es algo que Bruselas reclama desde hace tiempo a Bulgaria, pero Sofía se ha buscado excusas para aplazar la solución del problema. No es que esta medida liquide el riesgo de un alza inevitable del precio de la electricidad, pero al menos cada usuario tendría derecho a elegir y decidir cuánto y a quién pagar.
Pensando en cómo salvar el sector energético público de la catástrofe a que se cierne sobre él, los gobernantes apuestan también en la idea, bastante cuestionada por cierto, de convertir Bulgaria en un hub gasístico para los países de Europa Central y del Este. En este sentido depositan grandes esperanzas y hacen lo que está a su alcance para acelerar el trabajo de prospección y explotación de los presuntos yacimientos de gas y petróleo en el fondo de la zona económica búlgara en el Mar Negro.
Versión en español por Raina Petkova
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