Evidentemente, Sofía insiste mucho en que se realice el proyecto ruso-europeo Corriente del Sur a través del territorio de Bulgaria, a pesar de que mientras el mismo estaba en el orden del día nadie pudo probar sus ventajas económicas para Bulgaria. No obstante el fracaso del proyecto, proclamado reiteradamente al más alto nivel en Rusia, las autoridades búlgaras siguen considerándolo una tarea prioritaria y siguen apostando en él para hacer realidad la ambición de convertir el país en una especie de centro energético, si no de toda Europa al menos de la Península Balcánica. No por casualidad sino con plena conciencia de lo que estaban haciendo, los gobernantes incluyeron en el programa del Gobierno de coalición de Boiko Borisov, que acababa de ser aprobado, la tarea de facilitar al máximo las obras en territorio de Bulgaria hasta el destino final en Europa Central.
La ministra de Energía, Temenushka Petkova, destacó unos días atrás que “el proyecto es, sin duda, importante para Bulgaria desde el punto de vista de la diversificación de las rutas de los suministros y aportará positivamente a la economía búlgara”. Lo manifestó no obstante el fracaso y la paralización, declarados de modo categórico en diciembre por el propio presidente Vladimir Putin y no obstante la confirmación de la muerte del proyecto por Alexey Miller, jefe del gigante gasístico ruso Gazprom, ante el vicepresidente de la CE y responsable de la Unión Energética, Maros Sefcovic.
Estos días incluso la vicepresidenta búlgara de la CE y comisaria europea de Presupuesto y Recursos Humanos, Kristalina Georgieva, dio a entender con sutileza y muy diplomáticamente que todo ha acabado y que Bulgaria debe buscar otro campo de manifestación en el escenario energético de Europa porque “se ha cerrado una puerta y se abren otras”. Días contados antes de que hiciera esta declaración, el secretario de Estado de EE UU, John Karry, había manifestado en Sofía que la dependencia energética casi total de Bulgaria ante Rusia es inadmisible tratándose de un país miembro de la OTAN, con lo cual dio a entender que los EE UU están poco menos que contentos del fracaso del proyecto del gasoducto ruso a través de Bulgaria.
La viceprimera ministra Rumiana Bachvarova, una de las personas de mayor confianza del primer ministro Borisov, ha explicado la obstinación del Gabinete y su reticencia de asumir los hechos obvios con el argumento netamente formal de que Sofía no ha recibido de Moscú ninguna notificación oficial sobre la cancelación del proyecto Corriente del Sur.
Confirmó sus palabras el director de la compañía Corriente del Sur Bulgaria, Dimitar Gogov, quien explicó que la misma no ha sido cerrada y que, por el contrario, sigue operando y pagando sueldos astronómicos para el mercado laboral de Bulgaria. El empresario explicó a los medios informativos que la compañía está desarrollando una activa labor de gestión de sus activos en territorio de Bulgaria.
En realidad, hay que reconocer que esta compañía búlgaro-rusa con participación equitativa de las partes en su capital social, tiene de qué ocuparse porque antes de la paralización del proyecto adquirió extensos terrenos para los fines del gasoducto y en diferentes puertos búlgaros fueron descargadas miles de toneladas de tubos metálicos que debían ser utilizados para la construcción del gasoducto. Ahora estos terrenos deberán pasar en propiedad de nuevos dueños y con su venta se debería rembolsar al menos una parte de las inversiones hechas. Al parecer, existen también planes de los dos accionistas de vender la propia compañía, cuyo capital social es de 200 millones de euros.
De una u otra manera, semejante proyecto gigantesco que tanto ha avanzado no podría quedar cerrado en un par de meses. Haría falta mucho más tiempo, durante el cual Sofía espera inventar una nueva fórmula y proponer un nuevo proyecto energético, más consonante con los requisitos de la UE y con los intereses de EE UU en esta región, disminuir la dependencia de Bulgaria ante los suministros rusos de energía y, así y todo, generar algunos ingresos para Bulgaria, que los necesita desesperadamente para resolver los acuciantes problemas sociales y económicos propios del país más pobre de la UE.
Versión en español por Raina Petkova
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