A lo largo del año que despedimos Bulgaria siguió experimentando fuertes sacudidas sociales provocadas por las oleadas de protestas que comenzaron en 2013. En 2014 del pueblo soberano se apoderó la sensación de que estaba viviendo una crisis tanto política como económica.
En menos de cinco meses los ciudadanos búlgaros se acercaron dos veces a las urnas electorales: el 25 de mayo para elegir a sus diputados al Parlamento Europeo y el 5 de octubre, para dar su voto en unos comicios parlamentarios anticipados.
¿Quién resultó ganador y quién perdedor en esta situación?
Sin duda, el gran perdedor ha sido el Partido Socialista Búlgaro que experimentó fallos gubernativos, y también el abandono de sus filas por figuras emblemáticas que se organizaron en una nueva formación política, relativamente exitosa hasta la fecha: el partido ABV. De hecho, en comparación con las elecciones parlamentarias de 2013, el Partido Socialista perdió 250 mil votos, no obstante que los sondeos sociológicos auguraban otro resultado. Esto significa que a nivel de declaraciones los simpatizantes permanecían fieles al Partido Socialista pero a la hora de la votación prefirieron quedarse en casa.
Resultó perdedor también el otro partido político grande de Bulgaria, el GERB que, no obstante los fallos de la izquierda en el gobierno del país, no logró acaparar más votos que en las elecciones parlamentarias anteriores. Si bien en 2013 los un millón 100 mil votos obtenidos por este partido de derecha eran asumidos como un apoyo mínimo que equivalía a tocar el fondo, en 2014, tras haber caído en aislamiento político, este partido no logró aumentar el número de sus votantes.
A diferencia de los dos partidos mayores del país, las formaciones políticas pequeñas obtuvieron más de lo que habían previsto en sus expectativas. Tal fue la decisión del pueblo soberano y su opción resultó ganadora porque forzó a la clase política a buscar soluciones consensuadas y tomar más en serio el llamado “voto de protesta”. Tras las elecciones parlamentarias de octubre de 2014 la 43 legislatura cuenta con el mayor número de grupos parlamentarios en lo que va de 1989 a esta parte.
Durante el año que despedimos Bulgaria tuvo tres gobiernos. El de la coalición de centroizquierda formada por el Partido Socialista y el Movimiento por Derechos y Libertades se mantuvo en el poder 14 meses. Su primer ministro, Plamen Oresharski, dimitió al cabo de 405 días de protestas contra su gabinete. Según los sondeos sociológicos, la desconfianza en el gabinete Oresharski alcanzó el 70%. Registraron un nivel similar también las expectativas de la gente de un desarrollo negativo del país. Fue el segundo nivel más alto de angustia de los búlgaros desde el fracaso del gobierno del Partido Socialista en 1997.
La llegada en el poder de un gobierno interino dio cierta dosis de tranquilidad a la sociedad. Luego vino el tercer gobierno en el transcurso de 2014, que asumió el timón del país al cabo de elecciones parlamentarias anticipadas. Es de centro derecha no obstante la presencia en su seno de un representante de la formación ABV, de izquierda.
Los ministros son representantes del partido GERB y del Bloque Reformista. Es el segundo gabinete de Boiko Borisov, formado sobre la base de múltiples concesiones y pactos. A nivel de programa cuenta con el apoyo del Frente Patriótico, y a nivel de colaboración, con el del partido ABV.
Los sondeos sociológicos realizados en diciembre han evidenciado que el nivel de apoyo inicial de que goza este gabinete es similar al de otros gabinetes creados en el contexto y como resultado de complicadas negociaciones. Se cifra en un 26% y ha registrado un aumento en 10 puntos en comparación con los primeros días de noviembre, cuando se formaba.
En los meses en torno a las elecciones e inmediatamente posteriores a éstas suele registrarse un ligero aumento del optimismo respecto del rumbo de desarrollo del país. Ello es indicativo de cierto alivio que experimenta la sociedad. Los comicios parlamentarios suelen tener este efecto, ofreciendo un crédito de confianza al nuevo poder.
En estos momentos en la mentalidad de la gente prevalece la voluntad de estabilización y no de cambios bruscos. En la historia democrática del país solo tres gobiernos búlgaros han gozado de máximo apoyo popular: el de Iván Kostov en 1997, el de Simeón de Sajonia y Coburgo en 2001 y el primer gabinete de Boiko Borisov, en 2009. Hoy vemos que la nación se ha tranquilizado en alguna medida y que ha disminuido ligeramente la angustia social.
En 2014 Bulgaria vivió una fuerte sacudida económica que el pueblo soberano asumió de forma sabia y sin pánico, no obstante la alarma y angustia declaradas. Nos referimos a la quiebra del Banco Comercial Corporativo, el cuarto mayor del país, que amenazaba con desestabilizar la banca nacional.
La opinión nacional se percató de que el ataque contra ese banco tenía matices políticos. Más de la mitad de los búlgaros compartía esta opinión. Lamentablemente, los búlgaros quedaron también con la impresión de que los políticos lo tenían permitido todo. Los propios políticos se sintieron atemorizados.
Durante la votación en el Parlamento de las medidas relativas al banco en quiebra se perfilaron unas extrañas mayorías flotantes: primeramente el GERB y el Movimiento por Derechos y Libertades se opusieron al Bloque Reformista y al Partido Socialista; luego las opiniones fueron variando.
Por cierto, esta no será la única ocasión en que tendremos mayorías dinámicas en el Legislativo. Dada la configuración política del momento, no cabe duda de que en el futuro nos veremos abocados a muchas más situaciones de estas características.
También la naturaleza hizo que afrontáramos múltiples pruebas en 2014. La mitad del territorio nacional sufrió inundaciones, algunas con víctimas humanas, y ello planteó ante el pueblo soberano gran número de desafíos, que pusieron de manifiesto su solidaridad netamente humana ante la desgracia del prójimo.
Sin embargo, estas inundaciones plantearon también la cuestión de la responsabilidad del Estado y de la confianza depositada en él por los ciudadanos. Se hizo evidente que incluso cuando las autoridades hacían todo lo posible por dar frente al desastre natural y actuaban acorde a las normas, la gente desconfiaba de ellas.
Semejante desconfianza fue registrada también en lo que respecta a las respuestas de las autoridades a la presión de la oleada de refugiados en las fronteras de Bulgaria. A nivel cotidiano, el temor a los advenedizos fue creciendo porque la gente veía que el Estado no tenía una solución duradera a este problema. No obstante, los búlgaros deberán habituarse a los refugiados porque la tendencia es que este país se vuelva un atractivo lugar para vivir.
Versión en español por Raina Petkova
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