Según las autoridades rusas, el proyecto del gasoducto South Stream está cerrado para Bulgaria. Después de la breve confusión de las sorprendidas y decepcionadas autoridades búlgaras tras la dramática comunicación del presidente Putin sobre la cancelación del proyecto, el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, reaccionó inmediatamente con un contragolpe. “Bulgaria no solo tendrá gas para su propio consumo sino que exportará gas porque dispone de enormes cantidades de gas natural en su territorio y esta es la esperanza para las generaciones venideras, ya que se trata no solo de una diversificación al 100 %, sino de un futuro garantizado de la economía búlgara”, señaló el primer ministro búlgaro y ordenó de inmediato convocar concursos para concesiones para buscar petróleo en dos nuevos bloques del Mar Negro en la zona económica exclusiva de Bulgaria. Las concesiones serán por cinco años y el hipotético gas búlgaro podría ser extraído apenas en 2020.
Esto no es cierto del todo porque, además de en estos dos bloques, se buscan gas y crudo desde hace tiempo en otros puntos del territorio del país. Las investigaciones han alcanzado diferentes etapas, sobre las cuales hay escasa información. Los yacimientos comprobados son modestos pero los datos preliminares dan fundamento para el optimismo del primer ministro y para las indirectas alentadoras echadas por las empresas que buscan yacimientos económicamente rentables.
Por ejemplo, se considera que en proximidad a la parte norte de la costa búlgara del Mar Negro, en el bloque Kan Asparuh, podría haber 10 mil millones de metros cúbicos de gas, que bastarían para abastecer el país durante los próximos 30 años.
“Podemos confirmar que hay potencial para encontrar acumulaciones de hidrocarburos en el bloque Han Asparuh”, ha reconocido con cautela en la prensa búlgara el portavoz del gigante gasístico austriaco OMV, Robert Lechner, que participa, junto con la compañía gala Total y la española Repsol, en el consorcio internacional que está haciendo prospecciones para detectar posibles yacimientos de combustible azul.
También otros expertos apoyan este optimismo señalando que aquel bloque marítimo está muy cerca de un yacimiento de gas rumano, cuya capacidad es de 84 mil millones de metros cúbicos, lo cual acrecienta la probabilidad de que también en el fondo de la parte búlgara del Mar Negro sea descubierto gas.
Los dos nuevos bloques, Teres y Silistar, que serán explorados más adelante, están en proximidad a un yacimiento turco y este es otro motivo para pronósticos positivos. De ahí que haya quienes opinen, en serio o en broma, que el Mar Negro podría terminar siendo el nuevo Golfo Pérsico. En realidad, las necesidades de gas que tiene Bulgaria no son tan grandes. El consumo anual es de apenas 3 mil millones de metros cúbicos, aproximadamente. El 95% de esta demanda en la actualidad es cubierta con gas importado de Rusia.
El elevadísimo grado de dependencia de Bulgaria de un socio problemático como Rusia y de la aún más insegura e inestable Ucrania, por la que pasan los suministros de gas procedentes de Rusia, es un factor que preocupa mucho a las autoridades búlgaras, por lo cual ellas buscan una solución que garantice una mayor independencia del país en materia de gas. Sin embargo, no están dispuestas a autorizar que en territorio búlgaro sea buscado el tan elogiado allende el océano gas de esquisto. La ley búlgara prohíbe todo tipo de prospecciones en busca de yacimientos de esquisto.
¿Podría Bulgaria contar con recursos gasísticos propios para cubrir sus necesidades? Esta interrogante no tiene de momento una respuesta clara ni categórica, pero si el propio primer ministro se muestra tan seguro de la existencia de tales recursos, será porque conoce hechos que le permiten ser tan categórico en su opinión.
Versión en español por Vesela Petrova y Raina Petkova
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