Una encuesta de septiembre del Fondo Mundial para la Naturaleza-Bulgaria (WWF-Bulgaria), intentó cuantificar la sensación generalizada de una tala ilegal de los bosques búlgaros. Las cifras son muy preocupantes. El volumen anual de la tala ilícita alcanza una cuarta parte de los casi 7 millones de metros cúbicos de madera obtenidos al año, que supone una pérdida para el Estado de cerca de 50 millones de euros anualmente. Según el estudio posterior de otra organización ecologista, la Blue Planet, que ha utilizado fotos hechas por drones, las cifras se han de duplicar. Y qué decir del fuerte impacto sobre el equilibrio de la naturaleza en las montañas y de las consecuencias para las reservas de agua, la erosión del suelo y el clima
Ha llegado el momento en que vemos, por fin, una seria voluntad para hacer frente al problema. Las medidas concretas elaboradas este verano por el Gobierno interino en cooperación con las ONGs, fueron adoptadas también por el actual Gabinete. Se refieren sobre todo al refuerzo de los controles. Serán formadas 173 unidades de control móviles. De esta manera la extracción de madera en un área será supervisada por funcionarios forestales de otra, a fin de evitar los vínculos de corrupción locales. Para un permiso de tala en concreto se emitirá un boleto electrónico. Además, todos los troncos talados llevarán una placa de plástico con un código de identificación. Hasta julio de 2015 será establecido un sistema de información unificado capaz de rastrear el camino de la extracción y el comercio de la madera desde el lugar de la tala hasta el de su almacenamiento, incluido el procesamiento, anunció la ministra de Agricultura, Desislava Táneva.
“Saludamos estos pasos pero creemos que se puede hacer más todavía y esperamos que sea hecho – dijo a Radio Bulgaria Neli Dóncheva, jefe del Programa Bosques del WWF-Bulgaria –. Las placas de control de plástico se pueden colocar sólo en los grandes troncos, no pueden incorporarse a la leña y a la madera tecnológica destinada a la fabricación de papel. Para este tipo de tala ilícita, muy extendida en el país, se deben buscar otras soluciones”.
Durante los últimos años, ha resultado que el problema más grave en Bulgaria es la tala masiva de bosques privados. Este tema también debe ser controlado muy de cerca, añadió la ecologista. El siguiente paso esperado es el de hacer un inventario fiable de las reservas de madera del país, ya que es algo que no se ha hecho desde mucho tiempo. Hasta el momento, sea por inexactitud de los métodos, sea a propósito, el volumen de las reservas se ha subestimado. Esto permite que la diferencia con el volumen real mayor en un área de tala quede a expensas del sector gris.
Los ecologistas insisten en que en el proceso de inventario participen biólogos, además de ingenieros de montes, para señalar las áreas forestales de alto valor de conservación donde la tala no sería razonable; el fondo forestal búlgaro es de los pocos en Europa donde todavía se pueden encontrar grandes macizos de bosques vírgenes seculares que dan cobijo a una biodiversidad que no tiene precio. El problema de la tala ilegal no es sólo doméstico sino también europeo, destaca Neli Dóncheva.
“Bulgaria está obligada a aplicar el reglamento europeo EUTR 995 que prohíbe el acceso al mercado comunitario de madera obtenida en forma ilícita. La adopción de medidas para el control de la madera a lo largo de toda la cadena – desde la tala hasta el consumidor final – es más que urgente”.
La comunidad ecologista dio su voto de confianza al actual viceministro de Agricultura, Prof. Gueorgui Kóstov, quien es ingeniero forestal, para librar una batalla decisiva contra la tala ilegal en los bosques nacionales. Sin embargo, reconocen que la tarea no será nada fácil.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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