Si Bulgaria lograra volverse atractiva para la construcción de maquinaria mundial, podríamos esperar que los productores globales muestren interés por este país. Así lo declaró Xavier Richert, profesor de La Sorbona, durante la conferencia internacional titulada “Crecimiento económico: estímulos y limitaciones” que se celebró en Sofía.
El sector mundial de la construcción de maquinaria se interesa por la región balcánica. El primer ejemplo en este sentido en Bulgaria es la cooperación entre la empresa nacional Litex Motors y el fabricante chino de automóviles Great Wall. Según Rositsa Rangelova, catedrática de la Academia de Ciencias de Bulgaria:
“En los últimos años la cultura financiera del búlgaro ha mejorado. Somos mucho más atentos a la hora de adquirir créditos. Lamentablemente, los créditos adquiridos se invierten en ramos en que la inversión se recupera más pronto, como el comercio o los servicios, que no generan crecimiento, y no en la construcción de maquinaria u otros sectores estratégicos”.
La agricultura búlgara depende en alto grado de los fondos europeos y en estos momentos, no obstante el potencial y la antigua fama de Bulgaria como país de agricultura desarrollada, hoy cerca del 90% de las frutas y las hortalizas en el mercado nacional son de importación.
El período 2001-2008, anterior a la crisis, fue muy favorable para Bulgaria, comparación hecha con el bajo nivel de las inversiones hasta aquel momento. La economía registró un alto ritmo de crecimiento, de 5,5 a 6% sobre base anual. Las inversiones extranjeras directas en el país alcanzaron los 5 mil millones de euros, habiendo sido su volumen simbólico en los años 90. Hasta aquí todo bien, diríase.
Pero si miramos la estructura de las inversiones extranjeras y la contrastamos con el PIB y los sectores de la economía búlgara veremos que del 70 al 80% de las inversiones extranjeras se hicieron en sectores no productivos como los servicios financieros, los bienes inmuebles y el comercio de grandes cadenas. Estos sectores no generan valor añadido ni crecimiento. De ahí la ilusión de que hemos tenido grandes inversiones extranjeras, que de pronto ahora han disminuido. Durante la crisis hubo una considerable reducción de las inversiones extranjeras y en la actualidad su nivel (de unos 200 millones de euros) equivale al 1 a 2% del PIB.
¿Por qué en Irlanda, por ejemplo, los impuestos bajos funcionan bien y en Bulgaria es insatisfactorio el resultado de las tasas bajas y del impuesto plano?
“En Bulgaria el impuesto plano fue introducido de repente en el espacio económico, sin ninguna lógica, y no tuvo otro resultado que un aumento del número de yates de lujo y de aviones privados”, dice Rositsa Rangelova.
Una condición clave para atraer inversiones es la mejora del clima empresarial, es decir, la política económica y la seguridad. El frecuente cambio de los gobiernos en Bulgaria genera inseguridad y los inversores no saben qué esperar. En palabras de Rositsa Angelova:
“Los irlandeses han sido lo suficientemente perspicaces para no cambiar su política económica a lo largo de 36 años, no obstante el frecuente cambio de gobiernos, mientras que en Bulgaria sucede todo lo contrario: cada nuevo gobierno rechaza la política económica del que lo precedió. Si lográramos unirnos en torno a visiones estratégicas, pero no en beneficio de fulano o mengano sino de la economía nacional, y si lográramos atenernos a estas visiones, podríamos esperar un mayor interés por parte de los inversores mundiales”.
Versión en español por Raina Petkova
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