La sociedad búlgara afronta, una vez más, la importante tarea de elegir a los nuevos gobernantes del país y de establecer qué espera de ellos. Esto sucede en días nada tranquilos. El más reciente sondeo a la opinión pública, hecho por el Instituto Sociedad Abierta de Sofía, permite deducir adónde hemos llegado, si estamos satisfechos por lo logrado y qué podríamos esperar del futuro. “Existe seria insatisfacción en medio de los consultados por los servicios clave del sector público”, comentó Boyan Zahariev, director de programas del Instituto Sociedad Abierta, de Sofía.
“Descuella en primer lugar el sistema de Sanidad. Las dos terceras partes de los ciudadanos mayores de edad con derecho al voto contestan que algo debe cambiar en la sanidad porque no están satisfechos de los servicios sanitarios en el país. Solo la cuarta parte aluden al mercado laboral, el empleo y los ingresos, así como al crecimiento económico que éstos implican. Uno de cada cuatro menciona también la Educación. Cabe señalar que también en sondeos realizados con anterioridad, la Sanidad ha estado en la cabecera de la lista de problemas. Son las políticas sectoriales a las que el Parlamento y el nuevo Gobierno deberán dedicar atención”.
Boyan Zahariev concreta que el consenso sobre las esferas prioritarias no se debe confundir con el consenso sobre lo que debe cambiar en ellas y si estamos dispuestos a pagar el precio de estos cambios. La gente está muy dividida en sus opiniones sobre estas cuestiones, concretas y muy sensibles a veces.
Según el sondeo, el 67% de los ciudadanos mayores de edad declara haber estado afectado por la crisis económica de una u otra manera. Esto es válido del 80% de los ciudadanos pobres y de la mitad del 20% de la población que percibe las retribuciones más altas. Tal vez ésta sea una de las razones del famoso pesimismo de los búlgaros, señala Boyan Zahariev.
“Esto se puede ver también en los sondeos internacionales, en las respuestas a la pregunta “¿Es usted feliz y está satisfecho de su vida?”. Allí los búlgaros ocupan un puesto muy al fondo de la lista y la explicación no se puede buscar únicamente en los problemas económicos. A mi juicio, esto deriva de nuestras grandes ambiciones. No solo queremos vivir con normalidad sino que deseamos parecernos a los países ricos de Europa. Esto crea la sensación de que estamos lejos del objetivo y que en Bulgaria no se vive lo suficientemente bien. Nuestro estudio pone de relieve que las dos terceras partes de los consultados consideran haber sido afectados por la crisis económica y solo una tercera parte declara estar satisfecha de la vida. La pregunta, “¿Es usted feliz y está contento de su vida?”, es habitual en las encuestas sociológicas y está presente también en los sondeos europeos, en las que las tres cuartas partes de los ciudadanos del Viejo Continente dan una respuesta positiva. Están contentos de la vida que llevan, a diferencia de dos de cada tres búlgaros. Esta es una diferencia bastante grande”.
En Bulgaria el pesimismo social y económico se conjuga con una fuerte desconfianza en las instituciones, que no deja de crecer. Según los resultados del sondeo. El 65% de los ciudadanos mayores de edad confía en no más de dos de una lista de 15 instituciones u organizaciones clave (parlamento, gobierno, tribunales, fiscalía, policía, partidos políticos, etc.).
Incluso la confianza en las instituciones europeas, elevada por tradición, ahora está disminuyendo. Los países con mayor nivel de corrupción e inestabilidad tienden a confiar más de las instituciones externas que de las propias.
En el contexto de la UE esto significa que la alta confianza en las instituciones europeas no es necesariamente indicio de actitud pro europeísta, sino, más bien, expresión de un desencanto por la falta de salida en el país propio.
Evidentemente, los ciudadanos búlgaros mayores de edad no están convencidos de que la pertenencia del país a la UE ha mejorado la forma en que es gobernado el país, o sea, la manera en que trabajan la policía, la justicia, el parlamento y todos los sistemas sociales dependientes de las instituciones clave.
Versión en español por Raina Petkova
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