Los candidatos a diputados prometen corriente eléctrica y gas baratos, pensiones altas, buenos sueldos y prestaciones por maternidad, una industria próspera y una Sanidad altamente tecnológica. Lo que no dicen es de dónde tomarán el dinero para lograr todo esto.
Además de valerse del manido repertorio de críticas al oponente y enemigo político y de una preocupación por los pobres, los candidatos a diputados nos prodigan gran número de promesas, inviables la mayoría de éstas. De este modo, los programas electorales de los partidos políticos parece que ya no tienen gran importancia. Señalaremos a continuación algunas promesas recogidas en las plataformas electorales. Una es la liberalización en todos los sectores, desde el de Energía, a través de la Sanidad, hasta la Educación. En esto a los electores son lanzados dos anzuelos: saneamiento gratuito de los edificios de viviendas de paneles prefabricados y subsidios energéticos para medio millón de búlgaros. Tales promesas no son capaces de dejar zanjado ninguno de los problemas fundamentales de la sociedad pero sí son tentadoras. Una vez más, aparece como una de las prioridades el gobierno electrónico que nadie creó mientras estaba en el poder. Otro de los partidos propone un impuesto progresivo sobre los ingresos, otro más, sugiere incentivos para los bienes de consumo y productores nacionales, como también acceso al suministro eléctrico de todos los búlgaros, incluidos de los habitantes de las aldeas más chicas. Hay más promesas como, por ejemplo, una tableta gratuita para cada alumno, restablecimiento del servicio militar obligatorio, censo educacional para votar, implementación del voto obligatorio. Se prometen reformas “profundas” en el sistema de Justicia, en la Seguridad, el sector de Energía, la Administración Pública, la Educación, la Sanidad, la Asistencia Social. Los ciudadanos se sentirían satisfechos por unos servicios electrónicos, y los empresarios, con contrataciones públicas electrónicas.
La psicóloga política, Antoaneta Jristova, directora del Instituto de Estudios de la Población y el Hombre, de la Academia de Ciencias de Bulgaria, comenta las promesas y explica por qué es imposible distinguir nítidamente entre los mensajes de la derecha y los izquierdistas.
“Estas promesas suenan en la misma forma en que lo hacen en la mentalidad y el alma de los búlgaros. Todo esto sí que es indispensable porque en Bulgaria las cosas no se han hecho bien en tantos años de transición y en todas las esferas básicas del desarrollo social. Formular estas promesas es algo que se corresponde con la necesidad que siente el Estado. Es otro asunto, qué es lo que hay detrás de ellas. Toda promesa debe estar avalada, primero, por una personalidad prestigiosa que por su propia biografía pueda garantizar que lo prometido tiene su valía y será cumplido. Segundo, debe ser respaldado por un partido político, ya que, precisamente éste, por su ideología, nos ofrecerá el algoritmo para el cumplimiento de la promesa. Por ejemplo, la izquierda dirá que los sueldos podrían subir por medio de la repartición y el aumento de los impuestos, mientras que, desde la derecha, prometerán una reducción de los impuestos y, de ahí, el fomento de la empresa.
Sobre esta base, entre las dos ideologías se puede producir una colisión y, ellas, a través de sus representantes, podrán convencernos de si mienten o no. En tantos años de transición nadie nos ha enseñado, cómo se puede tener una mentalidad ideológica. Es que esta mentalidad nos ofrece las opciones de formas de actuación sin las cuales las promesas suenan en forma que no convence sin poder ser explicadas. Hoy en Bulgaria no hay competencia de los electores con respecto a las ideologías. Los propios políticos eluden hablar manejando los principios del conservadurismo y el liberalismo. Se empeñan en hablar en forma “pragmática”, lanzando promesas. Las formulan en la forma más concreta posible en el contexto de las Relaciones Públicas, pero estas promesas se vuelven livianas al resultar desgajadas de su fundamento.
“Sí, es cierto que las promesas se proyectan a la totalidad de nuestros problemas. Precisamos de las soluciones de éstos. Las soluciones, sin embargo, se vuelven faltas de seriedad e inviables, al quedar desvinculadas de los principios posibles para la forma de cumplir las respectivas promesas. Por todo esto, esas promesas aparecen como populistas. Nadie desarrolla la parte ideológica, o sea, el valor y el aspecto económico de la promesa, para que nos enteremos de, cómo esta promesa se pueda hacer realidad. Por esto todo suena en forma superficial. ¿Que por qué lo hacen así nuestros políticos? Pues por ser más fácil y por reclamar menos trabajo de expertos. Para que los políticos logren obtener la confianza del pueblo por sus promesas deberán desplegar esfuerzos sistemáticos en reunir a expertos que trabajen por la respectiva fuerza política”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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