El siglo XXI es un siglo de cambios radicales. Así lo ha manifestado la vice presidenta Margarita Popova en un foro dedicado al futuro de la diplomacia europea.
Hoy en día el gerente de ayer carece de los conocimientos, experiencia y moral necesarios para comprender la nueva actualidad histórica y reordenarla en la conciencia de la sociedad como una escala de libertad, seguridad y democracia. Hoy el debate es sobre nuestro mundo nuevo que debemos entender, renunciando a gobernar con los clichés cuyo contenido se ha vaciado hace decenios y que sirvieron a algunos, los eximieron de sus pecados y de la moral, y depositaron el peso de la carga sobre otros.
Los conflictos solo parecen estar territorialmente delimitados y están en condiciones de desencadenar una destrucción devastadora, señala el análisis. Las reacciones no son adecuadas, falta liderazgo político inteligente y consagrado, avalado por conocimientos, experiencia y consagración en aras al bien de la sociedad, dijo la vice presidenta. Margarita Popova agregó que la comunidad internacional está barajando centenares de estrategias y programas para el bienestar y el crecimiento económico pero afronta el mayor de los males: la violencia, la guerra, la destrucción que han desplazado la compasión.
Lamentablemente las personas no son implícitamente prudentes y dispuestas implicartse de forma pacífica y sensata, como esperaba de los americanos Henry Kissinger, no obstante que la democracia, la paz y la justicia se han convertido a su juicio, en un anhelo compartido o en una realidad para todos. Kissinger señalaba que Europa todavía carece de los atributos de la Estatalidad y que la política exterior intenta reconciliar objetivos nacionales con ideales de un orden mundial que se contradicen entre sí.
A juicio de la vice presidenta, la idea europea no puede hacerse realidad hasta que el sudeste de Europa no sea conocida y aceptada tal y como es. Demasiado pronto empezamos a dividirnos en periferias y círculos concéntricos: la unión monetaria, la migración, Schengen, que nos atañen a nosotros y a Rumanía. El sudeste de Europa es parte del Viejo Continente, subrayó la vicepresidenta.
Presenció el foro el diplomático de la carrera Lyubomir Kyuchukov, presidente del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales. En entrevista a Radio Bulgaria dijo:
Cuatro años ya el secretario de Estado norteamericano, sea quien fuere, puede gozar del confort con que soñaba Henry Kissinger hace más de 30 años, manifestó. Tener un teléfono al que llamar en Bruselas para informarse sobre la postura de la UE respecto de determinada cuestión de política exterior. Al crear el puesto de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, así como el Servicio Europeo de Acción Exterior, la UE dio el paso posible en esa etapa hacia la coordinación de las posturas en materia de política exterior de los países miembros, así como hacia la articulación de semejantes posturas. Esto no debe ser confundido con la definición y la realización de una política exterior común única. De principio, la política exterior y la política de seguridad no son elemento de las políticas comunitarias y quedan en la esfera de las facultades excepcionales de los estados nacionales. En otras palabras, existe coordinación, pero no existe política exterior única. La mayoría de los analistas, sobre todo los que colocan el acento sobre los problemas de la seguridad en las relaciones internacionales, propenden a ver en esto una debilidad. Yo diría que en debilidad contiene también fuerza. Las posturas de la UE nunca son extremas, en el curso de las consultas se liman los cantos cortantes y las decisiones adoptadas portan el positivismo de la fuerza suave. Esto con frecuencia le permite ser lo suficientemente eficiente en la solución real de los problemas sobre la base del peso político de los 28 estados miembros que han coordinado sus posturas.
¿Dónde se sitúa Bulgaria en este complicado conjunto?
Lamentablemente, nosotros estamos más bien presentes, que no participando, sobre todo en los últimos 5 años, responde Lyubomir Kyuchukov. Bulgaria no logró hacer realidad las expectativas de los socios comunitarios y jugar un papel activo sobre la base de la pericia y de posturas y contactos a la hora de diseñarse las posturas comunitarias sobre los Balcanes, la cuenca del mar Negro y el espacio post soviético. Durante largos años dimos la espalda a estas regiones en lo político, si bien no en el plano diplomático y pericial. Hemos dejado de ser un factor en el debate de la UE sobre estas cuestiones y nos limitamos a seguir la tendencia común. El resultado es que nuestras posturas interesan cada vez menos, a diferencia de en los primeros años de las reformas (a partir de 1989), por ejemplo durante la crisis en los Balcanes Occidentales, en Kosovo, etc. Incluso cuando el presidente Bush aterrizó en Sofía, lo hizo declarando “He venido para preguntar sobre la postura de Bulgaria respecto de Kosovo”. Aquello no fue un acto de cortesía. Evidentemente, el viraje podría producirse apenas cuando empecemos a reflexionar en el plano de “nosotros, la UE”, y no en el de “ellos, la UE.
Versión al español de Hristina Taseva y Raina Petkova
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