Una mujer moscovita asentada en la porción oriental del Monte Ródope. Así comienza la historia búlgara de Ekaterina Sadula, arquitecta urbanista egresada de la universidad de Moscú. Tras casarse con Gurkan, habitante del Monte Ródope, los dos se dieron cuenta de que la gran ciudad resultaba estrecha para sus almas e ideas.
Actualmente todos los habitantes de la ciudad de Momchilgrad se refieren a la joven Ekaterina como a “una de nosotros”. Para ella el Ródope es la montaña más hermosa, sus verdes prados son los más lozanos y sus moradores, la gente más afable del mundo. Tras llegar a esa pequeña ciudad Ekaterina se dedicó de lleno a su afición: crear objetos de lana de fieltro. Con los años todos sus amigos y conocidos se fueron enamorando de sus flores, cuadros, paneles, bolsos y carteras de lana cruda. Se gestó así en un determinado momento la idea de convertir aquella afición en profesión. El esposo, Gurkan apoyó sin reservas la idea y así hacer fieltro de lana se transformó en un negocio familiar.
Ekaterina expresa en entrevista para Radio Bulgaria: “Mi afición comenzó en 2008 cuando yo aún estaba en Moscú. Soy oriunda de Moscú y cuando me trasladé a Momchilgrad seguí haciendo fieltro de lana. Comprobé que no había lana adecuada a pesar de criarse muchas ovejas en esta zona de Bulgaria. Fui produciendo paulatinamente lana para mis menesteres. Hago fieltro de lana y me inspiro en la naturaleza de la montaña Ródope, en mis familiares, tengo una familia estupenda. Todo esto le insufla fuerza para su labor creativa. Me agrada mucho vivir en contacto directo con la naturaleza. Con sólo salir de casa veo en los pastizales caballos, vacas, burros, ovejas. La montaña me inspira mucho más que el mar. Me gusta viajar a las ciudades vecinas, contemplar el monte. Me siento feliz por haber convertido mi afición en profesión predilecta. Cada día siento alegría por lo que hago. Soy arquitecta de formación y siempre he tenido diferentes ocupaciones creativas, pero me he dedicado en cuerpo y alma a hacer fieltro de lana. Al igual que un artista del pincel, absorto totalmente en pintar sus lienzos, yo también me sumo en mi trabajo y creo, cada vez algo nuevo e irrepetible. Procuramos compatibilizar la producción, la creatividad y la formación. Trato de popularizar esta labor por todos los medios”.
Para Ekaterina y Gurkan Sadula esto no se conseguía con facilidad. Los dos comenzaron a comprarle lana a la población local. Alquilaron un taller, contrataron a cuatro trabajadores y comenzaron a trabajar la lana. Resultó que primero la tenían que cardar. Compraron una máquina de cardar vieja, de cien años, de artesanos de la ciudad de Troyan. Ahora este equipo es lo más valioso que tienen en su taller.
Tiñen la lana con colorantes naturales y en los colores de la naturaleza. Tras concluir el proceso inicial, Ekaterina se encarga de hacer los objetos. Se preguntarán algunos, ¿qué se podrá fabricar de lana cruda? La respuesta es: brazaletes, collares, zapatos, bolsos, bufandas, guantes, floreros, juguetes, cestas decorativas con flores, cuadros, paneles, gorros. Por Internet personas del mundo entero escogen la lana, el color de ésta y el objeto a fabricar. Se hacen pedidos desde EEUU, Canadá, Rusia e incluso desde Egipto.
Desde 2014 Ekaterina y Gurkan ya disponen de un estudio en que acogen de 8 a 10 personas, admiradoras de este tipo de arte. Cada uno acude a estas tertulias para aprender, compartir ideas o enseñar lo que ha confeccionado. Además de atender a sus “alumnos” búlgaros, Ekaterina acoge a gran número de compatriotas suyos que han radicado en diferentes regiones de Bulgaria. Quienes la visitan pueden permanecer por más tiempo en Momchilgrad, recorrer sus alrededores, familiarconocer la producción y aprender a trabajar la lana cruda.
Ekaterina opina que va en aumento el número de las personas que quieren escapar de las grandes aglomeraciones urbanas para fundirse con la naturaleza y disfrutar de un oficio artesanal, ya que cuando tienen las manos ocupadas en hacer algo se despejan y descansan sus mentes.
Ahora Ekaterina y Gurkan tienen la idea de transformar el edificio de la antigua escuela, que han comprado en la vecina aldea, en una especie de taller, estudio, casa de huéspedes, o sea, en centro en que la lana cruda motivará reuniones de personas de diferentes rincones del mundo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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