En el centro de la cordillera de los Balcanes, en el área de Troyán, se ubica la aldea ecológica de Azaréya donde todo está sujeto a la estética que pone en armonía las leyes de la tierra y del cielo. Dicho con palabras sencillas, aquí cualquiera podría vivir en sintonía consigo mismo y con  el medio ambiente. Por lo menos eso prometen los propietarios de esta aldea experimental, única en su género en Bulgaria. Se supone que su nombre sonoro, Azaréya, tiene orígenes tracios. Así ​​llamaban los tracios, antiguos pobladores de las que hoy son tierras búlgaras, la constelación de la Osa Mayor; la palabra significaba “radiante, reluciente, brillante”.

Realmente, vista desde arriba, esta mini aldea con sus casas ordenadas en círculo de manera extraña semeja la posición de las estrellas de la constelación. Esta coincidencia no es involuntaria porque en Azaréya nada es accidental. Cada detalle en la aldea está hecho acorde con el conocimiento de los antiguos sobre la conservación de la energía positiva; comenzando por las casas mismas. “Por medio de la arquitectura y de la construcción creamos un lugar que influye en la salud, el potencial creativo y la psique humana” –explica Svetoslav Válchev, ingeniero civil que administra el pueblo.

La gente en las grandes ciudades a menudo se siente incómoda viviendo en sus moradas de hormigón que parecen jaulas y siente necesidad de escapar en medio de la naturaleza. Los dueños de la aldea buscan la solución precisamente en la naturaleza y, en especial, en el conocimiento de los antiguos sobre los vínculos energéticos entre la tierra y el cielo.

Los protobúlgaros vivían en tiendas. Nuestros antepasados ​​tenían clara idea de cómo construir y qué proporciones observar. Sus construcciones tenían forma redonda o cónica, igual que las seis casas en Azaréya. Éstas son de madera y están ordenadas alrededor de una pequeña estructura piramidal en el centro de la aldea. Según los constructores, esta estructura crea condiciones para acrecentar las fuerzas cósmicas con el objetivo de neutralizar las emisiones tecnogénicas peligrosas. Además, dentro de las casas hay colocados cristales de montaña en estado puro. Se supone que estas gemas crean una mejor simbiosis entre la energía terrestre y la cósmica.

“En esta pequeña aldea ecológica hemos introducido principios del feng shui, la ciencia védica que enseña cómo situar los edificios y aprovechar el terreno. Hemos aplicado también los conocimientos sobre las pirámides –explica Svetoslav Válchev– . El efecto es que, al entrar aquí, la gente ve que este es un lugar interesante, inusual, hermoso; pero esto es sólo la forma exterior. Lo más interesante es que quienes se quedan aquí por más tiempo dicen que se sienten mucho mejor, que su salud mejora”.

Azaréya se encuentra cerca de la aldea de Gorno Trape, lejos de las grandes ciudades y de los contaminantes industriales. Por la mañana se oye el armonioso coro de las aves. En las canículas veraniegas aquí el aire es agradable y fresco y está impregnado de olor a resina de pino. En las proximidades zigzaguean senderos boscosos que conducen a espléndidos rincones de la montaña no afectados por la presencia humana.

En la aldea de Azaréya se organizan seminarios y cursos que enseñan un estilo de vida respetuoso con el medio ambiente. Expertos invitados de todo el país dan conferencias sobre diversos temas. Los presentes se entrenan en yoga, artes marciales, prácticas de meditación, alimentación saludable, etc. La idea no es sólo visitar la aldea para relajarse en medio del bello panorama de la cordillera de los Balcanes en el área de Troyán, sino también aprender algo sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Hoy en día cada vez más personas optan por el turismo que se centra en el cuidado de la salud. “Este es el futuro”, dice convencido Svetoslav Válchev y añade que algunos de los visitantes de la aldea ecológica experimentan una catarsis espiritual y emprenden un nuevo rumbo en la vida orientado en los valores espirituales.

Versión en español por Daniela Radíchkova

Fotos: Veneta Nikólova