El deporte búlgaro tiene una rica historia. Son testimonio de ello las decenas de trofeos y aparatos deportivos pertenecientes a deportistas búlgaros que expone el Museo del Deporte en Sofía. Este museo fue creado en los años 60 del siglo XX. Su curadora, Katya Ivanova, ha procurado mostrar al público las disciplinas deportivas que han traído a Bulgaria éxitos en importantes campeonatos. El museo exhibe varios objetos relacionados con la gimnasia rítmica, el ciclismo, el baloncesto, el voleibol. Hay un espacio dedicado al alpinismo búlgaro y su papel a nivel mundial en el afán del hombre de conquistar los picos más altos. Están representados también otros deportes como el fútbol, el boxeo, la lucha libre.
“El deporte búlgaro contemporáneo cobró características modernas en 1894 cuando el ministro de Educación búlgaro, Georgi Zhivkov, invitó a 10 maestros de gimnasia suizos que dieran clases en los institutos pedagógicos más importantes del país de aquel entonces. El ministro recorrió varios países europeos para conocer cuál de los sistemas educacionales sería más adecuado para el sistema educacional búlgaro. Es importante destacar que todo ello sucedió a pocos años de la Liberación de Bulgaria del dominio otomano. Aquellos apóstoles del deporte nacional sentaron los principios de la forma moderna de practicar deportes e introducirlos en la educación física dada en los colegios búlgaros. El deporte encontró suelo fértil en todas partes de Bulgaria.
Gran parte de los intelectuales y los oficiales búlgaros de aquellos años se comprometieron con varias actividades deportivas. Los militares organizaron los primeros clubes deportivos en el país. El deporte nacional comenzó a cobrar fuerza y aunque a finales del siglo XIX Bulgaria fuera un país pobre, el deporte ya tenía una cara europea.
Este año celebramos el 140 aniversario de la llegada de los maestros de gimnasia suizos que dejaron una importante huella en la historia deportiva de Bulgaria. Mencionemos el nombre de Charles Champaud, a quien los búlgaros le llamaban Champov y quien representó a Bulgaria en los primeros Juegos Olímpicos modernos de Atenas en 1896. Compitió en los eventos de barras paralelas, salto de potro, y potro con anillos. Su posición en la tabla general de esos eventos se desconoce, salvo el del salto de potro, en el cual ocupó el quinto lugar, dándole a Bulgaria sus primeros dos puntos. Así el país se afiló a los 14 países fundadores del olimpismo moderno”.
Los donadores principales del Museo del Deporte son las federaciones deportivas.
“En este sentido ocupa un lugar primordial la Federación Búlgara de Lucha, un deporte que trajo al país decenas de medallas de campeonatos mundiales y europeos, e incluso varios títulos olímpicos. Los luchadores búlgaros suelen regalar sus copas al museo. La Federación Búlgara de Voleibol hizo una gran donación. Están expuestos también los trofeos de las carreras de caballos del general Vladimir Stoychev y el general Krum Lekarski, quienes participaron en Los Juegos Olímpicos de Paris en 1924 y de Ámsterdam en 1928. Sus copas son muy bonitas y llevan el espíritu de su época.
Bulgaria conquistó uno de sus éxitos deportivos en el Mundial de futbol de EEUU en 1994, cuando la selección se clasificó en el cuarto puesto. De momento nadie de los futbolistas que tomaron parte en aquella copa del mundo ha podido separarse de su medalla, y esto es algo comprensible”, añade la curadora del Museo del Deporte.
Tenemos muchas fotos en las que se ve el famoso gol del futbolista Emil Kostadinov en el estadio Parc des Princes en Paris, también el gol de Yordan Lechkov en la puerta del campeón mundial de aquel entonces Alemania, que lo es también hoy. A través de las fotos, el público puede darse cuenta del ambiente de aquel gran verano, cuando Bulgaria alcanzó el cuatro puesto mundial y los futbolistas búlgaros brindaron una enorme alegría a todos los búlgaros.
El visitante puede ver cómo han ido cambiando a través de los años las diferentes distinciones, elementos y aparatos. La exposición muestra una copia de la primera bicicleta que fue montada en Bulgaria. Es del año 1880 y fue elaborada por Geno Arabadzhiata, un artesano autodidacta de la ciudad de Nova Zagora. Los niños suelen impresionarse de esta bicicleta que tiene más de 130 años, ya que es muy diferente de las bicis de hoy.
Otro aparato hecho a mano es una barra de elevación, elaborada en los años 20 del siglo pasado por los deportistas de la sociedad Yunak de la ciudad de Karlovo.
Cada pieza que muestra el museo tiene una historia curiosa. Este museo es uno de los cien sitios de especial interés turístico, es visitado por muchas familias con niños y goza de gran interés. Los pequeños visitantes son curiosos por ver qué hay en los escaparates. Muchas veces preguntan por la copa del tenista búlgaro Grigor Dimitrov del torneo júnior de Wimbledon, pero no la tenemos en el museo. Espero que un día sea expuesta, aunque fuera por un tiempo. La experiencia me ha enseñado que los deportistas guardan sus trofeos mientras siguen compitiendo”.
Versión en español por Vésela Petrova
Fotos: Guergana Mancheva
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