Las recientes elecciones al PE,dice,revelaron una tendencia curiosa tanto en la UE, como también en Bulgaria. El desdoblamiento, aunque no desde la perspectiva siquiátrica, es total, especialmente en los lugares donde los pocos votantes mientras se preguntaban de cuál de los grandes partidos y coaliciones podían beneficiarse, prefirieron votar a los pequeños partidos euroescépticos de ideología nacionalista. El resultado es que obtuvieron escaños en Bruselas los que hace un año no figuraban entre los favoritos y si asumimos que no son elementos marginales peligrosos, no podemos negar que en la mayoría de los casos son gente rara.

Bulgaria Sin Censura en coalición con VMRO-ZNS y Gergiovden se ganó la gran antipatía de los gitanos hasta el punto que después de las elecciones europeas, el jefe del Movimiento por Derechos y Libertades, Liutvi Mestan, dio las gracias a Lukovit por el apoyo dado a su partido en forma de votos, continúa diciendo Anton Mitov. Cabe aclarar que en Lukovit un alto porcentaje de la población es gitana. Este hecho es una prueba más de que cuanto más use el nacionalismo y la intolerancia étnica, más probable es que tu partido gane más escaños en el Parlamento Europeo. Ateniéndose a esta simple regla, el pequeño partido de creación reciente saltó directamente a la gran política europea.

De hecho, ninguna de las grandes fuerzas políticas empleó como Dios manda las bazas de Crimea y el gasoducto South Stream temiendo meter la pata ante Europa y Rusia. “Quien todo lo quiere, todo lo pierde”, reza un proverbio. Los grandes partidos GERB y PSB “perdieron”, es decir, obtuvieron menor apoyo del que se esperaban mientras que los pequeños partidos ganaron beneficiándose de la baja actividad electoral.

El Frente Nacional de Marine le Pen de Francia ganó un sólido apoyo según los estándares europeos de 25,4% de los votos. Lo logró a pesar de la desaprobación de los multiculturalistas, explicando en un sinfín de entrevistas cómo su país se está convirtiendo en un emirato más adjunto a la Península Árabe.

Merece interés especial el resultado del Partido Independentista del Reino Unido (UKIP), que pugna por la independencia máxima de la UE. En el PE, sus representantes pretenden tener 23 escaños, 5  más que los de los partidos Conservador y el Laborista. El líder de UKIP, Nigel Farage, definió los resultados como inusuales para la historia británica de los últimos cien años.

Los conservadores en Alemania ganaron las elecciones al PE con un 36% de apoyo. Ese país mandará al PE a representantes de 14 partidos, que se repartirán 96 escaños, el mayor número de toda Europa. Entre esos 96 se ha colado Alternativa para Alemania, un pequeño partido euroescéptico creado por profesores universitarios.

Las fuerzas de la derecha celebran por toda Europa. Los connacionales de Conchita Wurst, del Partido de la Libertad austriaco, no ganaron esta especie de Eurovisión Política, sin embargo, sumaron dos escaños más a los dos que tenían  hasta ahora.

En el Parlamento Europeo no hay cambios drásticos. Los socialistas junto con los liberales todavía tienen en sus manos el volante de este proceso. El rasgo principal que une a los triunfadores es el conservadurismo. Europa está hasta las narices de los cambios constantes y está dispuesta a recuperar los buenos tiempos de antaño, aunque la verdad es que no eran tan buenos por cierto.

La gente está harta de las innovaciones que se han acumulado en los últimos decenios. Es perfectamente normal que, al igual que durante la Gran Depresión, cuando el mercado laboral se había contraído, se expulse a los extranjeros de la UE. En aras de la corrección política, quisiera señalar algo más: por esa misma razón, durante la Gran Depresión, los partidos nacionalistas también gozaron de mucha popularidad.

Versión en español por Ekaterina Bobeva