La economía gris crece a mayor ritmo que la economía legal. Es un hecho económico comprobado en la práctica, sobre todo en países como Bulgaria. No existen solo “empresas grises” por un lado y “empresas blancas” por otro, por la simple razón de que toda producción suele tener elementos “grises”. En una empresa grande los elementos “grises” podrían ser nulos, pero en un taller artesanal podrían cubrir hasta el 100% de la actividad económica. Ha sido comprobado que los elementos grises de una actividad empresarial crecen a un ritmo más elevado del que se reporta. No hay economía en el mundo cuyo sector gris sea igual a un cero absoluto. Así llegamos a la conclusión de que la libre competencia es como el deseo de ir al Paraíso: todos pretenden terminar allí pero cuanto más tarde, mejor.
Todo Estado quisiera que su economía gris fuera nula o presentase niveles mínimos, y que las empresas declarasen el volumen real de sus facturaciones y beneficios, y pagasen los impuestos correspondientes. El problema de Bulgaria es que buena parte de las compañías son pequeñas, poco competitivas, de escaso volumen de operaciones y se prestan difícilmente a seguimiento. Parte de la economía funciona sin reportar todo lo fabricado. Así se ahorran gastos en todos los rubros fiscales.
¿Por qué la economía sumergida crece siempre más rápido que la economía fiscalizada?
“Lo explicaremos con un ejemplo. Una lechería compra 20 toneladas de leche, pero en los documentos reporta haber comprado diez toneladas. De las 20 que haya comprado en realidad produce 2 toneladas de queso, pero reporta haber producido una sola tonelada. La segunda tonelada del queso fabricado la vende sin factura y su existencia no se reporta en ninguna parte”, explica el mecanismo de la economía sumergida el financista Emil Hursev. “Todos los gastos en concepto de salarios, electricidad y demás rubros que ha pagado la empresa se calculan sobre la base de las mil toneladas de queso que ha reportado. Las otras mil toneladas forman un beneficio neto. Bueno, de este beneficio hay que descontar los gastos para la compra de la materia prima no reportada. De este ejemplo resulta que si en la parte fiscalizada el beneficio de la lechería es de 4%, en la no fiscalizada puede llegar al 40%. Así de simple es la cosa”.
En semejantes circunstancias, el interés individual es obvio porque las compañías que logran vender sin pagar impuestos ganan más que las demás. Lo que debieran transferir al fisco se lo ponen en el bolsillo. Pero el Estado también es beneficiado por la economía sumergida:
“Y es que así la gente no se muere de hambre. Tiene algún trabajo por la negra y algo que comer. Es el único beneficio de la economía sumergida”, explica el financista. “Si por arte de magia el Estado pudiera eliminar todo lo no reportado haciendo que salga a flote, posiblemente, registraría un crecimiento del PIB de la economía real del orden del 5%. Sin embargo, tendríamos también el doble de desempleo y muchas más personas hambrientas”.
La economía se rige por normas propias. Es un hecho que parte de ella logra funcionar sin pagar impuestos y, de ser presionada por el fisco, correría el riesgo de desaparecer. Si de alguna manera las empresas sumergidas fueran forzadas a salir a la superficie o dejar de funcionar, buena parte de ellas cerrarán. Bulgaria no está entre los países mundialmente reconocidos como campeones de la economía sumergida. Ocupan los primeros puestos en esta clasificación Georgia y el Perú, con un 65% aproximadamente de economía gris. En Europa, cuanto más bajamos al sur, más alta es la tasa de la economía sumergida. La de Italia es más alta que la de Alemania, un 30% aproximadamente. Bulgaria viene detrás de Italia. A nivel de la Unión Europea, sin embargo, estamos en lo alto de la clasificación, con una tasa comparable a las de Rumania y Grecia, y por eso Bulgaria es objeto de críticas de parte de Bruselas por la alta proporción de su economía sumergida.
“La UE necesita criticar a alguien. Siempre hace falta un “chico malo” al que castigar, al que señalar con el dedo y atribuirle todo tipo de pecados”, dice el financista Emil Hursev. “Sobre todo en la época actual, cuando tenemos problemas con el presupuesto y al mismo tiempo no se pagan impuestos por lo fabricado la economía sumergida. Los beneficios de ésta, que son más altos que los de la economía fiscalizada, no son gravados. Alrededor del 30% de todo el valor añadido se pierde en la economía sumergida, que hace competencia desleal a las demás empresas y distorsiona el mercado”.
Es una de las formas de que las pequeñas empresas locales se oponen a las importaciones de la UE. ¿Por qué he de comprarme un queso holandés, gravado con IVA, si puedo comprarme un queso de fabricación local, hecho en casa por alguna abuelita? Es lógico que los holandeses estén descontentos por esta situación; su deseo es tener acceso al bolsillo del consumidor búlgaro”.
Versión en español por Raina Petkova
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