Es una cuestión que se plantea desde hace tiempo en todo el mundo. Los primeros en actuar en este sentido han sido los estados latinoamericanos como Cuba, Brasil y Argentina. Europa es bastante más lenta. A mediados de los años 90 del siglo pasado algunas provincias alemanas procedieron al experimento en esta materia. Siguieron su ejemplo algunos cantones suizos y luego algunos condados de Irlanda. Austria fue la primera en decidirse a convertirlo en política estatal. La siguieron Eslovenia y Malta, pero la cuestión sigue en pie en casi todos los estados europeos. Bajar el límite de edad para el ejercicio del derecho al sufragio es, desde hace años, una reivindicación fundamental de las Juventudes de Europa. Hacerlo es una de las recomendaciones de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. La idea tiene partidarios también en Bulgaria, tanto entre los partidos políticos como entre las organizaciones juveniles, incluido el Consejo Nacional del Alumnado. Los primeros en mostrarse sensibles a este tema han sido los partidos con mayor apoyo entre los jóvenes búlgaros, como son el Gergiovden, el VMRO, el Novoto Vreme (El Tiempo Nuevo). Asume el relevo hoy el Partido de los Verdes, cuyas ideas tienen amplia difusión entre los búlgaros más jóvenes.

Borislav Sandov, copresidente de este partido, expresa: “En nuestro tiempo, caracterizado por las nuevas tecnologías de la comunicación que ofrecen un amplísimo acceso a información, y por una maduración intelectual más pronta de los jóvenes, es justo que hagamos un paso lógico y brindemos a las personas de 16 ó 17 años la oportunidad de ejercer el derecho de opinar y el derecho de elegir, ya que de las decisiones que se toman hoy depende su futuro”.

En casi toda Europa crece la tendencia de que los jóvenes de 18 a 24 años de edad no participen en las elecciones. Muchos analistas opinan que ello se debe a que, al adquirir el derecho al sufragio relativamente tarde, queda desaprovechado el primer impulso a la justicia social propio de la adolescencia. “Cuanto más hagamos esperar a los jóvenes para que adquieran el derecho al voto y den su opinión, tanto menor será más tarde su deseo de incorporarse a este proceso, al adquirir la mayoría de edad”, es una de las conclusiones a que han llegado los especialistas.

La voluntad de los más jóvenes de participar de forma activa en los asuntos públicos ha sido comprobada en casi todos los casos en que se ha dado derecho al voto a los dieciseisañeros. Uno de los ejemplos más recientes son las elecciones preliminares celebradas a finales de enero para determinar a los candidatos de los Verdes al puesto de Presidente de la CE. El resultado de la votación es bastante curioso: de los dos candidatos a la presidencia de la Comisión, uno es veterano del movimiento verde en Europa (el francés Jose Bove) y la otra es Ska Keller, de 23 años.

“Los verdes organizaron una consulta preliminar sobre quiénes deberían ser sus candidatos líderes en las elecciones parlamentarias europeas en las que se dio derecho a participar también a los dieciseisañeros. Vimos un  gran número de votos de jóvenes de 16 a 18 años. Con el mayor número de ellos fue elegida una candidata de las organizaciones juveniles de los Verdes, que defiende con tenacidad el otorgamiento del derecho al sufragio a los jóvenes que hayan cumplido los 16 años de edad. Evidentemente, los jóvenes tienen la disposición de participar en la vida política”, destaca Borislav Sandov.

En el contexto de esta Europa que va envejeciendo, cabe la pregunta de si no convendría permitir que en las elecciones participe un público joven más amplio, para equilibrar el voto de la población mayor cada vez más numerosa.

“¿No es acaso mejor que en la toma de decisiones participen personas con un horizonte de experiencia vital de 50 años que jóvenes con una experiencia que no excede los 5 ó 10 años?”, pregunta Mijail Konstantinov, un matemático con interés  por la política y uno de los grandes expertos de Bulgaria en materia de sistemas electorales. No es casual el que el derecho al sufragio desde los 16 años haya sido introducido primero en Austria, un país muy afectado por el envejecimiento de la población, a semejanza de Bulgaria.

Borislav Sendov ve otro posible efecto positivo y es que la implicación de los más jóvenes en la política podría retenerlos en el país, en cuanto sientan que el futuro depende de ellos mismos.

“Muchos jóvenes se marchan a estudiar y(o trabajar en el extranjero, y con frecuencia se quedan allí”, explica Borislav Sandov, “Creo que una de las causas es que no están implicados de ninguna manera en la toma de decisiones en Bulgaria, por lo cual luego no se sienten comprometidos con lo que ocurre en el país a nivel político y prefieren emigrar. Es un hecho muy alarmante, pero creo que al otorgar el derecho al voto a los más jóvenes, los de 16 y 17 años de edad, podemos lograr un buen resultado, hacer que se sientan más comprometidos y procuren cambiar las cosas aquí en Bulgaria en vez de abandonar el país”.

Versión en español por Raina Petkova