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El restablecimiento de la Magna Silva Bulgarica comenzó desde el litoral del mar Negro

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Foto: wwf.panda.org

El restablecimiento del magno bosque búlgaro de robles, del que tenemos noticias de la Antigüedad, ha comenzado desde el litoral del mar Negro gracias a un proyecto de tres años que finalizó en enero de 2014 y que fue realizado por las Haciendas Cinegéticas de Balchik y Nesebar. Fue un elemento del programa Life Plus de la CE para la conservación de la biodiversidad. De la Magna Silva Bulgarica, que cubría casi todo el territorio de la actual Bulgaria, tenemos noticias de múltiples fuentes de la Antigüedad. Se sabe que un alto porcentaje de aquel bosque era de robles. Es sabido también que en la Antigüedad el roble era considerado árbol sagrado por muchos pueblos y era cuidado y reproducido con mucho esmero, a diferencia de las épocas más tardías cuando en el Viejo Continente comenzó una tala indiscriminada de los bosques. Luego siguió un período de repoblación forestal, más que nada con coníferas puesto que crecen con mayor rapidez. Esto sin embargo modifica el carácter natural de los bosques y los hace más vulnerables. Por fin ha llegado el momento de restablecer ahora los bosques tal y como fueron creados por la naturaleza hace miles de años. Es digna de elogio la iniciativa de los especialistas forestales de la costa búlgara del mar Negro de comenzar el restablecimiento de los bosques en Bulgaria repoblando áreas con especies de roble locales que históricamente crecieron en estos lares.

“Entre las especies arbóreas el roble es lo que el león entre los animales y el águila entre las aves”, decía el gran pensador francés Jean Prieur, a quien cita María Broshtilova del Centro Experimental de Especies de Robles adscrito a la Agencia Ejecutiva para los Bosques. La doctora Broshtilova fue uno de los principales expertos del proyecto, que abarcó dos áreas costeras  protegidas: Emine-Irakli y el Valle del Río Batova.

“Ya que en ellas se juntan los bosques y el mar, estas áreas son excepcionalmente bellas, pero necesitan ser protegidas y restablecidas, expresa la doctora Broshtilova. El reciente estudio y cartografía de las áreas incluidas en la red Natura 2000 en Bulgaria demuestran que donde peor es la situación es precisamente en las áreas protegidas del litoral búlgaro. Los daños han sido ocasionados por la intervención del hombre y por el cambio climático. Con este proyecto restablecimos unas 115 hectáreas de habitats de roble a lo largo de la costa. Fueron reunidas más de diez toneladas de bellotas. Cultivamos 400 mil plantíos de roble y también de sus acompañantes naturales en el bosque. La mayor parte de  la repoblación, sin embargo, se efectuó sembrando bellotas directamente en la tierra. Hiicimos una tala sanitaria para ayudar el crecimiento de los bosques de roble en unas 200 hectáreas. Creo que este proyecto aporta a conservar y restablecer los robledales más valiosos de Bulgaria. Sabemos los enormes retos a que nos enfrentaremos en un futuro debido al cambio climático. El único escudo contra este fenómeno son los bosques de todo el globo terráqueo, incluidos los bosques de roble”.

En el marco de este proyecto gozó de gran popularidad la campaña que tuvo por lema Doy mi apoyo al restablecimiento de la Magna Silva Bulgarica, una campaña patrocinada por el presidente Rosen Plevneliev. Organizaciones cívicas de todo el país, periodistas, actores, alumnos y sus maestros se incorporaron a la campaña y plantaron centenares y miles de robles.

Una figura emblemática la campaña fue el escritor Antón Donchev, quien informó a los participantes sobre diversos hechos históricos y míticos relacionados con los bosques. Comentó que los primeros en crear reservas fueron los soberanos, que solían defender  celosamente sus campos de caza. Cuando Alejandro Magno llegó a Persia, vio campos de caza rodeados de cercas de tres metros de altura. Hay una leyenda interesante sobre San Clemente de Ojrid, el primer obispo que predicó en lengua búlgara, fundador de la Escuela Literaria de Ojrid y maestro que enseñó el alfabeto y la escritura eslava a casi 3500 futuros sacerdotes. San Clemente era también un gran silvicultor. Su gente sembró la mitad del territorio de la actual Macedonia con especies forestales domesticadas. Y he aquí una fábula sobre él.

“Un día un monje díjole a San Clemente: hemos construido aquí casas nuevas pero los senderos que conducen a ellas son desprotegidos. Deberíamos plantar árboles para que echen sombra y las aves canten en su ramaje. Muy bien, dijo el obispo, pero ¿qué árboles convendría plantar? Los más rápidos en crecer son los olmos, los manzanos y los tilos, respondió el monje. Sin embargo son árboles de madera blanda de la que no se pueden hacer vigas ni construir puentes o casas. Lo mejor sería plantar robles, pero viendo tu calvicie y mis barbas canosas, no creo que podamos pasear tú y yo en su sombra. No importa, respondió San Clemente de Ojrid. Hoy mismo empezad a plantar robles”.

Ver5sión en español de Raina Petkova



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