Al igual que gran parte de sus coetáneos veinteañeros, Axinia Peicheva desea y cree que podría vivir en un mundo mejor, sin violencia y sin dolor; un mundo en el que las personas serían bien intencionadas, sonrientes y, lo más importante, responsables no solo en sus deberes hacia la sociedad, sino también hacia la naturaleza que nos rodea. Ha llegado a la conclusión que para que exista armonía en nuestra realidad debemos amar no sólo a las personas sino también a todas las criaturas que nos rodean. Según ella, precisamente estas criaturas pueden enseñarnos a ser personas conscientes de verdad, y no solo seres inteligentes absorbidos por la idea de realizar una carrera profesional y por el afán de poseer cosas materiales.
En la actualidad, Axinia estudia un Master en la Academia Nacional de Artes Plásticas, en la especialidad de Pintura Mural. Si uno presta atención a su obra de graduación, que se halla en la Biblioteca Nacional Santos Cirilo y Metodio, entenderá por qué en su tiempo libre Axinia ayuda como voluntaria a la ONG Sociedad para la Protección de los Animales de la ciudad de Kiustendil como coordinadora de las adopciones. En la composición de su mural las personas están enfocadas hacia su desarrollo, y vemos cómo la joven pintora anhela provocar a los seres humanos a ser más activos en la solución de los problemas que nos rodean.
A primera vista, los cuidados por los animales no tienen nada que ver con la creación de murales. Hacer murales es una profesión, cuidar de animales callejeros es más bien una actitud responsable hacia unos seres indefensos que aparecieron en este mundo por la actitud irresponsable de la sociedad…
Aún así, si miráramos a través de los ojos de Axinia, entenderíamos que lo común es la sensibilidad hacia el mundo viviente que nos rodea. “Siempre he amado a los animales. En un momento dado, sin embargo, decidí dejar de ser indiferente hacia el problema de los animales callejeros, que en realidad afecta a toda la sociedad”.
Por esta razón cuando el año pasado la fundación Cuatro Patas organizó una campaña de castración de gatos y perros en su ciudad natal Kiustendil, decidió empezar a ayudar en la adopción de los animales internados en el albergue de la ciudad. “En esa etapa no tenía contactos con organizaciones protectoras de los animales en Bulgaria, pero a pesar de ello intenté llamar la atención de la gente sobre el problema y encontrar casas de acogida en Bulgaria. No había pensado para nada en intentar hacerlo en el extranjero. Sin embargo, quiso la suerte que me pusiera en contacto con la sociedad alemana Tierschutz Nrw y en febrero de 2013 enviamos los primeros tres perritos. Coordinamos muy bien y ya tenemos más de 70 perros y gatos en adopción. Siento una verdadera alegría cuando logro mejorar el destino de un animal. Esto le da a uno fuerzas para seguir haciéndolo. Veo que hay maneras de que las cosas mejoren. Por otro lado, opino que los animales pueden cambiar completamente la visión de uno sobre el mundo. Son ingenuos, no esconden malicia, no te culpan por nada. Son seres puros que le pueden enseñar a uno mucho más de lo que nos imaginamos. No son ni mucho menos seres inferiores, como los humanos se han acostumbrado a tratarlos. Los animales son amigos de verdad, olvidan lo malo, son compasivos y son como otro miembro de la familia”.
“Muchas personas están acostumbradas a que haya animales callejeros y que todos les den patadas. La mayoría de las personas no se sienten impresionadas para nada por los sufrimientos de los animales callejeros, pero no es así en todas partes. En Alemania, por ejemplo, no hay animales callejeros, todas las mascotas llevan un chip, están registradas. Cuando uno abandona un animal, éste enseguida es alojado en un albergue para animales en el que las condiciones son excelentes. Por otra parte, las autoridades investigan quién es el propietario y le imponen una multa bastante significativa. En Alemania no se pueden ver perros encadenados en el patio. Además, todos los propietarios de mascotas asumen que la castración es algo normal. La situación en Bulgaria es diferente. La mayoría de los búlgaros no están informados y la castración no se asume como parte de los cuidados. Si amamos a nuestro gato o perro no lo castramos, sino que le damos píldoras cuando está en celo. Por esta razón, el problema con los animales callejeros se ve como un problema ajeno, que el Estado debe resolver. Cuando hay campañas de castración gratuita de animales muy pocas personas se aprovechan de esta posibilidad. Si queremos que el problema se resuelva, debemos cambiar de mentalidad en el cuidado de los animales. Hay algunos animales de los que uno piensa: “El pobre no tiene chance”. No hay manera de asegurarle una vida normal debido a problemas de salud o porque es demasiado desconfiado. Por suerte, siempre hay personas dispuestas a cuidar de tales animales y la vida de éstos cambia por completo. Los propios animales también cambian, en el momento cuando sienten que reciben amor y cariño, se encariñan definitivamente con sus dueños”.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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