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Ivan Denkoglu, un gran benefactor para la enseñanza búlgara

| Actualizado el 15/05/20 20:19
En el centro de la capital búlgara, Sofía, hay una calle que lleva el nombre de una persona consagrada a la ascensión espiritual de la nación búlgara. Sus gestos benéficos en el siglo XIX ofrecieron a muchos búlgaros la posibilidad de recibir una educación envidiable para aquellos tiempos. Iván Denkoglu, empresario búlgaro y patrocinador de la enseñanza, donó casi dos terceras partes de su fortuna financiera para la causa suprema que era la enseñanza de los búlgaros.

La biografía de Denkoglu es a la vez extraordinaria y típica de la época en la que vivió. Es la época del Renacimiento búlgaro, tiempo de auge en el sentido material y espiritual, de concienciación y ascensión nacional, dice Rositsa Stoyanova del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Bulgaria.

"Su verdadero nombre es Iván Nenov Denkov o Denchev. Nació en 1781 en el pueblo de Balsha, cercano a Sofía. Su padre era costurero y para asegurar el sustento se trasladó con su familia a Sofía. Sin embargo, las cosas no le marcharon bien y no mucho tiempo después de que se mudaron a Sofía, el padre se murió. El chico no recibió ninguna educación, trabajaba en lo que fuese para asegurar el sustento de la familia. Obligada por la necesidad, su madre le envió a vivir con un familiar suyo quien era monje, pero Iván no pudo pasar mucho tiempo en el claustro. Después de la Guerra Ruso-Turca de 1812, pasando por Estambul, se marchó a Rusia. Se estableció en la ciudad de Nezhin, en la provincia de Járkov, una población no muy grande, de unas 16 mil personas, pero económicamente importante ya que era un centro comercial en el que residían muchos comerciantes griegos. Desde la época de Catalina la Grande sus ciudadanos disponían de importantes privilegios: viajaban libremente por el Imperio Ruso e importaban productos sin pagar aranceles. El joven Iván inicialmente trabajaba para los comerciantes griegos y comerciaba con productos del Imperio Otomano. Poco a poco montó su propio negocio y acumuló una fortuna envidiable. A pesar de que se había convertido en parte de la hermandad griega y había cambiado de nombre, nunca se olvidó de sus raíces búlgaras".

En los años 30 del siglo XIX, Ivan Denkoglu ya se había convertido en un comerciante rico en Moscú. Comerciaba con pieles caras de Siberia y amplió su actividad económica alcanzando Europa Central, y se ocupó también de operaciones bancarias. Iván Denkoglu nunca recibió una formación sistémica, empezó desde el cero, acumuló una riqueza y una gran parte de su vida consciente la pasó fuera de las fronteras de Bulgaria. A pesar de esto, se convirtió en uno de los grandes benefactores de la educación búlgara y en el benefactor más generoso de Sofía de la época del Renacimiento Búlgaro.

"En 1834 Iván Denkoglu depositó a nombre de la Universidad de Moscú 15 mil rublos para el establecimiento de un fondo de becas”, prosigue Rositsa Stoyanova. Los intereses acumulados de los recursos del fondo estaban destinados a asegurar becas para jóvenes búlgaros que estudiaban en la universidad. El requisito era que fueran predominantemente de Sofía. Se elegía a jóvenes capaces que necesitaban esa ayuda. Más tarde, con su testamento, Denkoglu aumentó el capital de fondo de becas. De esa manera en la Universidad de Moscú tuvieron la oportunidad de estudiar personas que luego jugaron un papel importante en el movimiento búlgaro cultural y educacional durante el Renacimiento Búlgaro como Nikola Mihailovski, Sava Filaretov, Hristo Stoyanov, Konstantin Gerov y otros. En 1856 Denkoglu creó el fondo de becas en el renombrado liceo Rishelyovski en Odesa. Los recursos otra vez estaban destinados a becarios búlgaros y de nuevo la condición era que fueran predominantemente de Sofía. La beca llevaba el nombre del benefactor y los candidatos se elegían conjuntamente por el Patronato Búlgaro de Odesa y de la comunidad búlgara en Sofía. De esta manera se aseguró la educación a personas que luego tuvieron un aporte esencial al desarrollo global de la educación en el país después de la Liberación del Dominio Otomano en 1878. Los dos fondos, el de la Universidad de Moscú y el del Liceo Rishelyovski, funcionaban hasta 1917-1918. Después de la revolución en Rusia, los recursos de los dos fondos fueron confiscados".

En 1849 Iván Denkoglu donó una cantidad importante para aquella época, 30 mil rublos de oro, para la construcción de una escuela búlgara en el patio de la iglesia “Santo Rey”, hoy en día la iglesia “Santa Nedelia” en el centro de Sofía. Su ejemplo fue seguido por otros búlgaros y de esta manera se reunieron los recursos necesarios. En los años siguientes Denkoglu envió material escolar para este centro docente. En su llegada a Sofía en 1857, para la apertura de la escuela, él aseguró una cantidad adicional para su ampliación. Otra donación muy grande de Iván Denkoglu fue destinada al Ayuntamiento de Sofía y fue inscrita en su testamento. Denkoglu murió en 1861 dejando recursos para el mantenimiento de la escuela en Sofía creada por él.

"El dinero estaba invertido en bancos rusos y después de la Liberación del Dominio Otomano en 1878, el Ayuntamiento de Sofía recibía con regularidad los intereses del capital y los utilizaba de acuerdo con la voluntad del benefactor", explica Rositsa Stoyanova. "De ese primer fondo destinado al municipio de Sofía, se dedicaban recursos a estudiantes pobres y también con el dinero del fondo el ayuntamiento consiguió comprar un edificio en el cruce de la actual avenida “Vitosha” y la calle “Alabin” donde se alojó la escuela “Iván Denkoglu” que fue quemada durante la Guerra Ruso-Truca de Liberación de 1877-1878. Hoy en día en ese mismo lugar se eleva el Palacio de Justicia, ya que más tarde el ayuntamiento cedió la parcela al Estado por la cantidad de 3 millones de levas de oro. En realidad con una parte de esa suma se construyó el edificio del ayuntamiento".

Iván Denkoglu hizo también muchas otras donaciones. En su testamento dejó una determinada cantidad a las iglesias de Sofía que en aquel entonces eran siete, una gran cantidad dejó a prisioneros de Sofía que estaban en la cárcel por deudas financieras. Con su ayuda financiera se editaron las obras históricas del escritor renacentista Nikola Palauzov, así como una parte de los estudios históricos sobre los búlgaros de Yurii Venelin, etnógrafo y estudioso de la cultura búlgara proveniente de Ucrania. Con su testamento el patriota Denkoglu dejó en legado a las escuelas de Sofía toda su biblioteca de unos 600 volúmenes. Con recursos proporcionados por Iván Denkoglu se apoyaban económicamente escuelas y otras instituciones educativas por todo el país. A pesar de que cambió de edificio varias veces, la escuela creada por Iván Denkoglu todavía existe en el centro de Sofía. Es la escuela más antigua de la capital y lleva el nombre de Denkoglu. En su pueblo natal, Balsha, hay un modesto monumento que nos recuerda de este gran búlgaro. El nombre de Denkoglu está inscrito en los primeros Libros de Oro de los benefactores de la ilustración búlgara.

Versión en español por Ruslana Váltcheva
Foto: Archivo
По публикацията работи: Milka Dimitrova

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