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En el reino de las aves

Por su gran número de montañas, bosques, zonas protegidas y reservas naturales de enorme biodiversidad, Bulgaria es una mina de oro para los “coleccionistas” de ejemplares raros del mundo alado
Foto: Veneta Nikolova

Posiblemente haya hojeado usted diferentes álbumes dedicados a las aves, con imágenes de magníficos ejemplares de plumados y detalladas descripciones de sus habitats y forma de ser. Sin embargo encontrarse “de hito en hito” con un representante de determinada especie rara es otra vivencia, muy diferente e imposible de olvidar.
Lo confirma todo quien haya tenido la suerte de aproximarse lo suficiente a esas aves enigmáticas que pueblan los rincones más recónditos de la naturaleza búlgara.
Resulta que Bulgaria es uno de los países de mayor riqueza avícola en el Viejo Continente, por lo cual no es de sorprender que sea tan atractiva para ornitólogos de todo el mundo.

Ellos no suelen interesarse por las doradas playas del litoral búlgaro, ni por los centros de montaña para esquiar, con sus lujosos hoteles, bares y restaurantes, ni mucho menos por los centros nocturnos con sus espectáculos y demás atractivos. Acuden a Bulgaria con la única finalidad de observar diferentes aves en su entorno natural.
Acompañados por experimentados guías, los ornitólogos se dirigen a las reservas naturales y las zonas húmedas para conocer, aunque sea por breves instantes, el enigmático mundo de los plumados.
Para los ornitólogos el amor a las aves es una pasión que absorbe su tiempo libre y... vacía sus cuentas bancarias. Porque los tours especializados suelen ser bastante caros y no todos se los pueden permitir, afirma Pavel Simeonov de la organización protectora de la naturaleza Le Balkan.
Bulgaria es una mina de oro para los “coleccionistas” de ejemplares raros del mundo alado, Armados de prismáticos y costosas cámaras fotográficas, montando todoterrenos o marchando a pie, los apasionados del mundo de las aves no escatiman tiempo, fuerzas ni recursos económicos para poder echar un vistazo a determinado ejemplar plumado que no han tenido la suerte de ver hasta ahora en vivo. Bulgaria cuenta con una impresionante diversidad biológica, comenta Pavel Simeonov y agrega.

“En este sentido se adelanta a nuestro país sólo España. La enorme diversidad de habitats explica por qué en territorio búlgaro se encuentran registradas 426 especies de aves. En el marco de un tour de diez días de duración es posible observar más de 200 especies. Esta es una gran riqueza. ¿Acaso son muchos los países europeos que podrían ofrecer semejante experiencia?”

La Vía Pontica, la ruta de las aves migratorias que comunica Europa y África, pasa sobre el territorio de Bulgaria. Esta ruta transcontinental, seguida por las aves desde siempre, pasa por sobre la montaña Strandzha, en el SE del país, y cruza el cielo sobre la costa búlgara del mar Negro. Esta circunstancia explica la existencia de una gran variedad de aves que anidan en las reservas biológicas y en las zonas húmedas locales.
La mayor concentración de aves migratorias se produce en primavera o en otoño sobre los lagos de Shabla y Durankulak, en el Norte del litoral búlgaro. En esos períodos los cañaverales de sus orillas quedan cubiertos de miles de plumados. Las bandadas se elevan con elegancia en el cielo para realizar su danza ritual, luego bajan a ras de agua, para desaparecer, veloces, en pocos instantes. Merece la pena grabar estas mágicas imágenes en cinta fotográfica o fílmica.
Se aprovechan de esta oportunidad miles de aficionados a la naturaleza procedentes de Francia, Dinamarca, Suiza y Alemania, aunque el mayor número de ornitólogos que llegan a Bulgaria son británicos. En ese país se encuentran registrados más de 4,5 millones de “bird watchers”, o sea observadores de las aves.
Según Pavel Simeonov, quien acompaña continuamente a ornitólogos en sus andanzas por las tierras búlgaras, uno de los sitios más atractivos para observar las aves es la parte oriental del macizo Rodope. En los nichos de sus rocosas cumbres anidan cigüeñas negras, águilas reales, alimoches (neophron pernoctoperus) y buitres leonados. Cuida de ellos el Centro ecologista de la ciudad de Madzharovo, que acoge a turistas con regularidad.

“Solemos desplazarnos siguiendo las riberas del río Struma en el desfiladero de Kresna, hasta llegar en proximidad a la ciudad de Melnik, agrega Pavel Simeonov. Debido a la influencia atmosférica del mediterráneo que llega a aquellos lares a través del desfiladero del Struma, allí se dan especies vegetales inusuales para nuestra latitud geográfica, que atraen a especies de aves meridionales como el alcaudón núbico (Lanius nubicus), el zarcero grande (Hippolais olivetorum) y el trepador rupestre (Sitta neumayer). Estas especies no se dan en Europa Occidental y por esto los ornitólogos de Occidente están muy contentos de poder verlos en nuestro país.
Es igualmente interesante para los “bird watchers” la ribera búlgara del río Danubio (que hace de frontera natural entre Bulgaria y Rumania), continúa diciendo Pavel Simeonov. Allí se encuentra el lago de Srebarna, declarado reserva natural. Allí nuestra fundación cuida de la única colonia de nidos de pelícanos crespos, aunque se pueden ver, además diferentes alcaravanes, el somormujo cuellirrojo (Podiceps grisegena) y otras especies. En las reservas biosféricas de la Cordillera de los Balcanes se pueden observar, en cambio, poblaciones reliquias de cárabo uralense (Strix uralensis), que de principio habita territorios de Bielorrusia, etc.

Son pocos los rincones de naturaleza virgen en Europa en que uno puede contemplar la naturaleza en un estado perfectamente conservado, tal y como fue ella hace muchos siglos. Con sus montañas, bosques, zonas protegidas y reservas biológicas, pobladas de aves canoras, exóticas, de rapiña y de todo tipo, Bulgaria resulta particularmente atractiva para los amantes de las aves. Los organizadores de tours ornitológicos reclaman, sin embargo, se que respete la ética al realizar observaciones de la naturaleza virgen, porque todo ruido, contaminación del entorno u otra intervención humana irracional podría ahuyentar a las aves para siempre.

Versión en español de Raina Petkova

По публикацията работи: Veneta Nikolova


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