La violinista Iskrena Yordanova vive en Lisboa desde hace treinta años. Todo lo que hace como músico está relacionado con la música barroca. Dedica gran parte de su tiempo al descubrimiento de manuscritos antiguos, a los cuales da nueva vida con su conjunto Divino Sospiro.
¿Fue la violinista búlgara quien descubrió la música barroca o fue un camino buscado conscientemente?
"Nos hemos encontrado mutuamente —dice Iskrena Yordanova a Radio Bulgaria—. Llegué a ella relativamente tarde, porque en Bulgaria la formación pasa muy superficialmente por la música de los siglos XVII y XVIII, en la que estoy trabajando. Me pareció interesante que se abriera un mundo predispuesto a hacer música con reflexión: hay un momento de improvisación, de búsqueda en la biblioteca y de investigación.
Empecé a tocar el piano a los cinco años, y un año después me cautivó el violín, que practicaba mi hermana mayor. Desde muy pequeña descubrí también el placer, pero sobre todo la responsabilidad, de compartir la interpretación de obras complejas con otros músicos."
"A los ocho años empecé a tocar en la Orquesta Filarmónica Pioneer", dice la violinista. "El hecho de que me aceptaran en esta increíble máquina que es la orquesta sinfónica, con mi formación técnica no tan grande, así como interpretar juntos repertorios difíciles... eso fue, sobre todo, lo que me impulsó a tomar este camino. A día de hoy, hacer música con otras personas es lo que más disfruto".
Iskrena Yordanova describe su establecimiento en Lisboa como "muy accidental". Cuando estaba en el último curso de la academia de música, visitó a su hermana, quien llevaba varios años viviendo en la capital portuguesa. Llevó su violín, ya que estaba a punto de presentarse a los exámenes estatales. Se enteró de que había una audición en la Orquesta Sinfónica del Estado y decidió presentarse, dando así el primer gran paso hacia su sueño portugués.
Unos años más tarde, junto con Massimo Mazzeo, músico barroco italiano y compañero de vida, fundó el conjunto de música antigua Divino Sospiro. Ella se convirtió en concertino y él en director artístico. Al elegir el nombre, se inspiraron en el "suspiro de Dios" que puede detectarse en muchas obras barrocas asociadas a la religión cristiana, pero también en "esa pausa que, en la música de afectos, se utiliza para acentuar algún tono agudo de la interpretación".
"En aquella época no existía ningún conjunto barroco de este tipo y nuestra idea era crear algo de alto nivel para representar a Portugal", recuerda Iskrena Yordanova. "Este año, Divino Sospiro cumple 20 años, por lo que ya ha recorrido un largo camino tocando en festivales de todo el mundo y ha grabado importantes obras. En 2014, creamos también un centro de investigación con el mismo nombre, del que soy directora científica".
La violinista y musicóloga trabaja actualmente en un proyecto relacionado con Domenico Scarlatti, uno de los compositores más importantes para la Corte Real portuguesa.
"Se trata de la grabación de una serenata llamada "La Contesa delle Stagioni", que recrea la disputa entre las estaciones", explica Iskrena Yordanova. "La obra fue escrita en 1720 para el cumpleaños de la Reina de Portugal".
La música barroca goza de gran interés en la actualidad. Se interpreta con los instrumentos originales de la época, con los que los músicos intentan lograr la máxima autenticidad de la idea del compositor en cada obra.
"A partir de los años 60, la gente empezó a buscar con mucha insistencia y a redescubrir repertorio", dice Iskrena Yordanova. "Actuar con instrumentos históricos es muy importante, porque de alguna manera somos capaces de redescubrir una época que ya está muy lejos de nosotros, tanto en mentalidad como en forma de vida, pero al mismo tiempo nos ayuda a entender los mecanismos de la historia y los gustos estéticos: lo que la humanidad ha creado para poder avanzar."
Para Iskrena Yordanova, la música barroca resultó ser su destino: no solo la convirtió en una músico e investigadora de primera clase, sino que, en el plano personal, le ayudó a crear una simbiosis de temperamento búlgaro e italiano. Y aunque Iskrena y Massimo discuten a veces, les une su dirección común: "La verdad es que, cuando tenemos un objetivo claro y queremos hacerlo realidad, las cosas salen bien."
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