La historia es una riqueza inabarcable que está a nuestro alcance siempre y cuando tenemos la curiosidad de conocerla y nuestro modo de pensar es lo suficientemente crítico. Hoy en día, más que nunca, debemos ser "ricos" y una joven nos lo recuerda a través del poder del arte. Se trata de Yona Tukuser, una artista búlgara de Besarabia, procedente de una familia de refugiados de Stara Zagora en 1832, nacida en la aldea de Glavan, en la región de Odessa en Ucrania. En hebreo, su nombre significa paloma y es un apodo que heredó de la familia de su madre.
"Soy como una paloma de la paz", aclara con una sonrisa Ludmila, su nombre de pila, que figura solo en los documentos. Sus cuadros son una provocación emocional para todos nosotros, pero no se imaginen coloridos paisajes pastorales. Durante los últimos 13 años, Yona ha estado trabajando en su proyecto científico y artístico dedicado a los tres principales periodos de hambruna en la URSS en la primera mitad del siglo XX y a las personas que perdieron la vida en ellos. Su última exposición "Hambre" en la Galería Nacional "Cuadrado 500" en Sofía, que puede verse hasta el 27 de noviembre, forma parte de este proyecto y fue realizada con el apoyo de la Embajada de Ucrania en Bulgaria. "Porque muchas veces el hambre es resultado de la guerra", dice Yona Tukuser en el estudio de Radio Bulgaria.
Todo comenzó en 2007, cuando la joven llegó a Sofía para estudiar pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes. Entonces, durante las charlas y las conversaciones informales con sus compañeros, que tenían mucha curiosidad por los búlgaros en Ucrania, empezó a contarles acontecimientos y periodos de su historia.
"Entonces les conté una de las historias más lúgubres que vivieron mis compatriotas después de la Segunda Guerra Mundial. En 1946, Besarabia fue anexada a la antigua Unión Soviética del territorio de Rumanía y comenzó la colectivización, enviando a todos los hombres sanos a trabajar a los campos de trabajos forzados en Siberia y Kolar. En las poblaciones quedaron sobre todo mujeres, niños y ancianos. Se empezaron a crear koljoses (granjas colectivas rurales), pero los búlgaros se negaron a formar parte de éstos y para obligarles a unirse se les quitó la comida: el grano y los animales. A las personas que continuaron negándose a unirse al koljós, se les dejó morir de hambre. Me sorprendí muchísimo cuando vi que mis compañeros no conocían esta historia, porque durante este periodo más de 100.000 búlgaros murieron de hambre en Besarabia, que era un tercio de toda la población étnica de la región de Odesa".
Precisamente este desconocimiento de la historia por parte de los jóvenes búlgaros de su patria ancestral motivó a Yona a iniciar en 2009 su proyecto "Hambre" a través del arte y la pintura.
"Cada foto es un documento histórico, porque yo trabajo con documentos de archivos de la ciudad de Izmail y de la ciudad de Odessa, busqué historias personales de personas concretas, porque para mí este suceso no es una mera estadística", dice Yona.
"En 2018, recorrí varias aldeas búlgaras en Ucrania y grabé entrevistas con 86 personas que fueron testigos de los acontecimientos de nuestro pasado. Ellos me contaron cómo sobrevivieron la hambruna y comprobé que sobre los aldeanos se aplicaba la misma fórmula para controlarlos. Estamos hablando de una guerra contra el campesinado en toda la Unión Soviética. La gente de las ciudades apenas sabía lo que ocurría en la provincia. Cuando hablé con unos viejos búlgaros y les pregunté: "¿Qué es más terrible, la guerra o la hambruna?". Todos me respondieron: la hambruna. Este hecho me horrorizó, porque no sospechaba que hubiera algo más terrible que la guerra. Pero sí hay: la hambruna, que es una consecuencia de la guerra y es una amenaza para todo el mundo".
La guerra en Ucrania encontró a Yona en su aldea natal, donde ella había regresado tras 10 años de vagabundeo por Nueva York, Roma y Londres. Los ataques militares comenzaron justo cuando había terminado la reconstrucción de un granero convertido en taller y había comprado 80 grandes lienzos que iban a ser los últimos cuadros del proyecto “Hambre”. Ella regresó a Sofía y la historia siguió su curso.
"La paz es una responsabilidad colectiva. El miedo ante las bombas nucleares afecta a todo el mundo. Todo el mundo se da cuenta de lo que está pasando en mi patria".
Yona está convencida de que con los medios artísticos que utiliza puede llegar de manera más fácil y directa al corazón de las personas de hoy. Ha presentado hechos y detalles que, a su juicio, serían difíciles de encontrar en la documentación oficial. Un documento espiritual en imágenes, es así como ella describe sus obras.
"Sigo viendo una sociedad dormida. Con mi exposición, quiero arrojar luz sobre una parte de la historia que es poco conocida, pero vuelve a repetirse. El mensaje que envío mediante la exposición es que el sufrimiento debe servir para unir, no para dividir y enemistar".
Se están manteniendo negociaciones para que la exposición "Hambre" se muestre en galerías nacionales y museos de Italia, Alemania y el Reino Unido, pero hasta que eso ocurra, Yona Tukuser seguirá pintando en Sofía con la esperanza de que su proyecto llegue a su destino final.
Versión al español de Borislav Todorov
Photos: proporcionadas por los organizadores y BGNES
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