El Plan de Recuperación y Sostenibilidad de Bulgaria ha obtenido la aprobación definitiva de parte de Bruselas. Esto ha anunciado el primer ministro búlgaro, Kíril Petkov, quien ha calificado el documento de “un plan muy bueno y operativo”, capaz de aportar garantías a la seguridad energética de Bulgaria.
En el documento se enfatiza en las intenciones de continuar explotando las instalaciones en la cuenca hullera Maritsa, en las que se emplea como materia prima el lignito extraído en esa zona, invertir en fuentes de energía renovables, en energía geotermal, etc. Se espera asimismo un aumento de los fondos previstos para innovaciones en la Empresa, prioritariamente en el terreno de las empresas emergentes. El primer ministro ha resaltado que el tema de la supremacía de la ley ha sido colocado en un pedestal y que se ha previsto “un mecanismo que refuerza el control sobre el fiscal general: un juez que asumirá, provisionalmente, el papel de un fiscal de investigación y, después, retomará sus funciones de juez, evitándose así un conflicto de intereses”.
El transporte ferroviario también registrará progreso “con 62 nuevos trenes y nuevos ferrocarriles urbanos”. Se encuentra hoy de visita en Bulgaria Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, avalando la aprobación de las prioridades del desarrollo de Bulgaria.
¿Qué incidencia efectiva tendrá el Plan de Recuperación y Sostenibilidad en la economía búlgara? ¿Podrá el mismo ser un incentivo para atraer a Bulgaria inversiones extranjeras directas? Procura despejar estas incógnitas el economista Stoyán Panchev, entrevistado por Radio Bulgaria.
“Considero que el Plan no surtirá un efecto económico especial, si se mira la economía en su conjunto. La historia económica enseña que tales fondos europeos no pueden ser el factor rector para el desarrollo de una economía y no despiertan una oleada de interés inversionista. Esto es especialmente válido en el contexto actual. Son notorios los problemas causados por la inflación tanto en Bulgaria como en el mundo de Occidente en su conjunto, y en los países de la eurozona, que constituyen nuestros socios comerciales básicos -señala el economista- . Han aparecido asimismo los primeros indicios de una posible recesión, algo que van convirtiéndose en un problema esencial para la economía. Si pretenden poner freno a la inflación los bancos centrales habrán de provocar alguna forma de recesión. En este contexto, los 6.500 millones de euros en cuestión, repartidos en un período de varios años, no surtirán un efecto especial en lo que vaya a ocurrir en este período”.
Por lo que se refiere a las reformas indispensables tendentes al uso más eficiente de fondos del Plan de Recuperación y Sostenibilidad, el economista se muestra escéptico de que los gobernantes vayan a poderlas realizar en su integridad:
“Lamentablemente, el gobierno búlgaro actual muestra no poder gestionar particularmente bien una parte de sus prioridades. Falta todavía un progreso importante en el Capítulo de Justicia, aunque esperemos la eliminación de la Fiscalía especializada. No se acaba de elegir aún a los nuevos dirigentes de órganos y reguladores estatales clave. Existe un retraso además en la formación de los ministerios relacionados con la digitalización y las innovaciones. La imposibilidad de localizar y colocar en los respectivos puestos a personas que puedan trabajar y la próxima actualización del Presupuesto Público ponen freno a cualquier posibilidad para reformas”.
La elevada tasa de inflación en la Eurozona, al igual que la incertidumbre en el continente, generada por la guerra en Ucrania deberían servir a los gobernantes de luz roja de alarma frente a la prioridad que tienen anunciada: la adopción por Bulgaria de la moneda común europea, resalta el economista y agrega:
“Además, según los cálculos grosso modo que he hecho, Bulgaria no se ajusta actualmente a los criterios sobre la inflación. Brilla por su ausencia todavía un análisis del Banco Nacional de Bulgaria sobre los beneficios y las desventajas de la adhesión eventual del país a la eurozona. Desgraciadamente, semejantes temas, muy a menudo, se va politizando, en vez de sometérsele a un examen a fondo por parte de expertos. No podemos simplemente ponernos serenos de que ya vamos a formar parte del ”club de los ricos”, sin antes examinar las consecuencias reales para Bulgaria del cambio de su moneda nacional por el euro”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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