El año 2020 que expira ha cambiado de raíz nuestras nociones sobre el mundo en que vivimos. Las capas de nuestro sistema de valores parecen haberse reordenado para que podamos buscar las cosas realmente importantes de la vida, las que hacen de nosotros seres humanos. A quienes pierden el rumbo los ayudan los pastores que se han encargado de la misión de mostrar que nunca es tarde para hallar el camino si se hacen buenas obras.
Tanto oficiando en el templo como entregado a causas en ayuda a los necesitados, así es como entiende su misión de sacerdote el arcipreste Serafín Yanev. Además de servir en una decena de templos, contribuye asimismo a la inauguración de centros sociales y cada verano abre para los niños las puertas del Monasterio de San Jorge Victorioso de Kremíkovtsi, cerca de la capital Sofía, del que es el padre superior. Debido a sus numerosas obras filantrópicas, el padre Serafín fue nominado al título de Prócer del Año en la Campaña Nacional promovida por Radio Nacional de Bulgaria. Su ambición es, durante los campamentos de verano, enseñarles a los niños los valores humanos eternos:
“De todos nosotros depende qué tipo de personas seremos, cómo nos trataremos los unos a los otros y cómo viviremos juntos en sociedad. Estos valores no son carentes de sentido y nos ayudan a cada uno y a todo nuestro pueblo”.
La bondad, la empatía y el amor son los principales valores humanos que abren puertas y logran enternecer hasta los corazones más duros.
“La bondad está en nosotros mismos”, de ello se declara convencida la escritora Zdravka Evtímova. Sus relatos y novelas son leídos y premiados en varios países del mundo como los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Grecia, Israel y, más recientemente, también China.
“Cuando uno muestra a los demás su lado bueno, invariablemente en ellos también brota bondad –afirma la escritora– . En cuanto a la empatía y el amor, son la base gracias a la cual la humanidad ha sobrevivido y sigue evolucionando a pesar de la codicia, la maldad y el resto de emociones negativas. Recuerden cómo en los campos de concentración la gente encontraba una rodaja de manzana y se la llevaba a algún enfermo”.
La empatía por los enfermos, los que sufren de dolor y pobreza está muy presente en las tradiciones cristianas. Se considera que en la imagen del pobre y desamparado se esconde el propio Salvador, quien pone a prueba el corazón de los fieles. Entre los musulmanes, la preocupación por los enfermos y la entrega de dádivas es muy importante, especialmente en el período de ayuno del Ramadán y Aid al Adha o Kurbán bayrami.
“Por su esencia, el Kurbán bayrami es la purificación de la fe de todos los defectos y dudas –explica Vedat Ahmed, presidente del Consejo Supremo Musulmán de Bulgaria– . Kurban significa aproximación, comunión. La religión islámica le otorga una importancia muy grande a esta festividad en su deseo de ver la sociedad unida y para que reinen en ella la piedad y la compasión”.
Este año, sin embargo, la fiesta fue diferente por las medidas antiepidémicas y el consecuente alejamiento entre las personas. Recuerden por medio del escrito de Radio Bulgaria.
Fue diferente también la Pascua de Resurrección, cuando algunos, temor a contagiarse, se abstuvieron de comulgar. Felizmente, y por contrario a la opinión de los escépticos, no se llegó a un pico de infectados con el virus entre quienes sí lo habían hecho.
“La Iglesia siempre ha curado no solo las almas, sino también los cuerpos”, subrayó el padre Vasiliy Saryán del templo de la Santa Transfiguración en Sofía, exhortando a las personas a mantenerse sensatas y no dejarse sugestionar:
“Uno puede enfermar y morir, convenciéndose a sí mismo de que está enfermo, y viceversa: con una profunda fe en Dios, de modo milagroso, se han curado enfermos considerados incurables. La fe es fuerza, y si estamos convencidos, implorando la ayuda de Dios, nada puede acabar con nosotros”.
Versión en español de María Páchkova
Fotos: BGNES
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